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Por qué hay mucha gente a la que le cuesta tanto ser feliz, según la ciencia
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PSICOLOGÍA

Por qué hay mucha gente a la que le cuesta tanto ser feliz, según la ciencia

¿De qué variables depende nuestro sentido de bienestar? ¿Importan más los genes, las decisiones que tomamos o las circunstancias que atravesamos? Un estudio ofrece una respuesta interesante

Foto: Foto: iStock.
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as heridas en la salud mental colectiva de la pandemia han provocado un incremento de las demandas de atención psicológica por parte de la población. Ya lo avisaban los psicólogos expertos: a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus le seguiría otra de trastornos mentales de ansiedad, depresión o trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Estos problemas nunca habían estado tan en el ojo público como ahora. ¿Cómo poder recuperarnos a nivel anímico y traer de vuelta a nuestra vida el bienestar?

Generalmente, cuando nos hacemos la pregunta por la felicidad se nos abren infinitas interrogaciones. Este concepto en realidad encierra muchas trampas, ya que no se trata de una meta ni de un objetivo por mucho que tengamos interiorizado que haya que aspirar hasta ella. Por tanto, sería más oportuno hablar de un concepto como "bienestar", a sabiendas de que este también entraña distintos significados contradictorios (como por ejemplo "estado del bienestar", si es que en realidad ha habido alguno que se haya preocupado lo suficiente de procurar el bien del individuo hasta ese punto).

Según el estudio, el entorno acaba modificando al comportamiento adquirido por nuestros genes y viceversa

Uno de los estudios más potentes y acreditados para intentar asomarnos al concepto de "felicidad" es el publicado en la prestigiosa revista 'Review of General Psychology' en 2005, en el que un grupo de psicólogos reputados demostró que nuestra salud mental se sostenía en tres variables: los genes (un 50%), las decisiones que tomamos (un 40%) y las circunstancias en las que estamos inmersos (tan solo un 10%).

¿Aspiramos a la felicidad o aparece sin avisar?

Este reparto del pastel sin duda vino muy bien para toda la psicología positiva y la literatura de autoayuda, pues afirmar que casi la mitad de nuestro bienestar depende de las decisiones que tomemos le resta importancia a nuestras condiciones materiales o al entorno. Lo cual es bastante polémico, pues está demostrado que aquellos que nacen en una familia desfavorecida no tienden a tener las mismas oportunidades de crecimiento personal ni a reportar los mismos índices de bienestar que aquellos que, sin hacer nada ni servirse de su fuerza de voluntad, han tenido desde siempre unas necesidades mínimas bien cubiertas.

Foto: El analista del Happiness Research Institute, en Matadero Madrid. (Héctor G. Barnés)

En 2019, los mismos autores lanzaron otro estudio que sirvió para refutar el suyo propio, concediendo mucha más importancia al papel que juega nuestra genética en combinación con nuestro entorno, y restando así parte de responsabilidad a las decisiones que tomamos. En concreto, descubrieron que la genética transmitida de padres a hijos influye en el comportamiento o las actitudes que más tarde son inculcadas directa o indirectamente a la descendencia. Esto quiere decir que si has tenido unos padres extrovertidos, pero con unos genes propensos a sufrir algún trastorno mental, la balanza queda más equilibrada si contamos lo social.

De la misma forma, el entorno acaba modificando al comportamiento adquirido por nuestros genes. Los investigadores pusieron el ejemplo de madres embarazadas expuestas a la hambruna en los países en vías de desarrollo. En consecuencia, sus hijos nacieron más pequeños de lo habitual (al no haber absorbido los suficientes nutrientes) y con mayor probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares. De ahí que todo les llevara a concluir que la naturaleza de la que estamos constituidos se relaciona mucho con el entorno en el que hemos sido criados y concebidos. "Esta es la razón por la que dos personas criadas en el mismo entorno pueden responder de manera diferente a las circunstancias", concluyen en un artículo de 'Science Alert' que se ha hecho eco del estudio.

Lo importante es contar con una buena plasticidad genética, es decir, ser más sensibles al entorno y, por tanto, tener una mayor capacidad para encontrar nuestro propio bienestar

Por esta razón, hay personas que son muy susceptibles a que las condiciones de su entorno cambien su respuesta psicológica y otras no tanto. De esta forma, también hay motivos para pensar que existen personas a los que las guías de autoayuda o los enunciados propios de la psicología positiva (a veces demasiado inanes) les puedan ayudar frente a otras que, en situaciones parecidas o con problemas mentales similares, les parezca una tontería.

El estudio concluye que lo importante en este sentido es contar con una buena plasticidad genética, es decir, ser más sensibles al entorno y, por tanto, tener una mayor capacidad para cambiar a mejor sus circunstancias o estado de ánimo predefinido. A estas personas les será más fácil adaptarse a los cambios bruscos que puedan ocurrir, y sobre todo las decisiones que toman acaban influyendo en sus niveles de bienestar. Además, tienen más posibilidades de crear o generar un entorno que satisfaga sus necesidades y aspiraciones profesionales o personales.

as heridas en la salud mental colectiva de la pandemia han provocado un incremento de las demandas de atención psicológica por parte de la población. Ya lo avisaban los psicólogos expertos: a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus le seguiría otra de trastornos mentales de ansiedad, depresión o trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Estos problemas nunca habían estado tan en el ojo público como ahora. ¿Cómo poder recuperarnos a nivel anímico y traer de vuelta a nuestra vida el bienestar?

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