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Olive Oatman: la joven del tatuaje azul que fue capturada por una tribu indígena
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'spatsa'

Olive Oatman: la joven del tatuaje azul que fue capturada por una tribu indígena

En el siglo XIX, una muchacha viajaba con su familia hacia California en busca de una vida mejor, cuando fueron asaltados. La historia de su increíble vida merece ser contada

Foto: Retrato de Olive por Benjamin F. Powelson que se encuentra en Institución Smithsonian, Washington. (Wikipedia)
Retrato de Olive por Benjamin F. Powelson que se encuentra en Institución Smithsonian, Washington. (Wikipedia)

Lleva un vestido azul y el pelo recogido en bucles. Observa seria a la cámara, y sus ojos cuentan una historia, aunque es difícil discernir cuál es si no conocemos el contexto de su trágica vida. Un tatuaje azul, como las bifurcaciones de un río, recorre su barbilla y posa eternamente muda. Se llamaba Olive Anna Oatman, más conocida como la chica del tatuaje azul, y aunque falleció hace ya mucho tiempo (concretamente en 1903), todavía se cuenta su leyenda y su historia es conocida por todos los habitantes de Arizona.

Olive nació en Illinois en 1837, en una familia mormona que contaba con seis hermanos más. En 1851, cuando tenía 13 años, Royce Oatman —el progenitor—, decidió comenzar una nueva vida en la costa oeste del país y uniéndose a una caravana que pertenecía a la Iglesia de Jesucristo, se embarcaron en un difícil viaje que culminaría en California, donde los mormones tenían previsto establecer 'un lugar de reunión'.

El viaje no era sencillo. En un primer momento, la familia viajaba con otras 50 personas con sus mismas inquietudes, pero por una serie de desavenencias terminaron viajando solos y eligiendo otra ruta. Desde Socorro a Tucson, por toda la zona de Nuevo México, hacían el recorrido por la noche intentando huir de las altas temperaturas, con caballos y carruajes, aunque conforme el camino se volvía más hostil, más difícil era continuar. Cuando llegaron hasta el antiguo lugar de Maricopa Wells en Arizona, se les alertó de que aquel tramo del camino era estéril y muy peligroso debido a que los nativos americanos era muy hostiles. A pesar de ello, Royce optó por continuar su peregrinaje.

La masacre de los Oatman

Cuando a la familia le quedaban pocas provisiones y trataba de pasar el río Gila, (estaban teniendo dificultades porque sus animales no podían atravesarlo), una de las numerosas tribus nativas que habitaban en la zona se topó con ellos: un pequeño grupo de Yavapais (tribu india que vivía al norte de Arizona) que pedía tabaco y comida. En aquel momento, Mary Ann, la madre de Olive, se encontraba embarazada de su octavo hijo. Aunque en un primer momento se entendieron en castellano, Royce, temiendo que si compartían demasiado se quedarían sin las pocas provisiones que tenían, se negó a dar más. Aquello no gustó a los Yavapais que, enfurecidos, atacaron a la familia, matándola a golpes junto al río.

Se les alertó de que aquel tramo del camino era estéril y muy peligroso debido a que los nativos americanos era muy hostiles, pero decidieron continuar

Pero hubo tres de los niños a los que no asesinaron: Lorenzo, de 15 años, que fue dado por muerto, Olive, que en ese momento había cumplido los 14, y Mary Ann, la más pequeña, que solo tenía 7. Cogieron a las dos hermanas como prisioneras.

Lorenzo, que había fingido estar muerto, abrió los ojos y descubrió lo que había sucedido con su familia, pero faltaban sus dos hermanas a las que no logró ver por ninguna parte. Decidió entonces continuar el resto del peligroso viaje y encontrar ayuda. Llegó entonces a un asentamiento, donde trataron sus heridas, y después se reincorporó a un tren de emigrantes para poder volver a recoger los cuerpos de su familia asesinada. Como el suelo era rocoso y volcánico no podían dar sepultura a los cuerpos, y de hecho en los periódicos señalaron que los habían tenido que enterrar juntos, en una especie de fosa común. Lorenzo se decidió a no abandonar nunca la búsqueda de sus dos hermanas.

Lorenzo se decidió a no abandonar nunca la búsqueda de sus dos hermanas

Las dos niñas, por su parte, creían ser las únicas supervivientes de la masacre. Recorrieron en cautividad el desierto, deshidratadas y muy débiles debido a los golpes. Durante más de un año tuvieron que vivir así, aguantando las extremas condiciones del desierto de Arizona y adaptándose a las costumbres de la tribu, que, según explicaría Olive más adelante, se deleitaban dándoles latigazos injustificados. Su suerte cambiaría al poco tiempo, cuando una tribu vecina (los mohave) se acercó en una ocasión para hacer negocios, y les llamaron la atención las dos niñas blancas. Pactaron un intercambio y ambas hermanas se trasladaron a su nuevo destino con ellos.

placeholder  Retrato de Olive.
Retrato de Olive.

Las niñas pasaron entonces a vivir con un matrimonio mohave: Aspaneo y Espaniole las criaron como a sus propias hijas, y Olive siempre los recordaría con cariño tanto a ellos como a su hija, Topeka. Los cronistas explican que la situación cambió durante este tiempo y que entonces el cautiverio dejó de ser forzado: las niñas se adaptaron completamente a la tribu. No solamente porque Olive no hizo nada por ponerse en contacto con un grupo de blancos que visitó a los mohaves en 1854, sino también porque tanto ella como su hermana se tatuaron barbilla, brazos y piernas, lo que simbolizaba que pertenecían a la comunidad.

Tanto ella como su hermana se tatuaron barbilla, brazos y piernas, lo que simbolizaba que pertenecían a la comunidad

Integradas en la comunidad, las niñas llevaron una vida aparentemente pacífica hasta que una hambruna, producto de una inundación que acabó con las cosechas, terminó con la vida de la pequeña. Otro ejemplo de que se habían adaptado a la tribu mohave está en el hecho de que, conforme a la tradición de la comunidad, la pequeña May Ann iba a ser cremada cuando Olive los detuvo, suplicando que la enterraran de acuerdo a sus creencias mormonas. Eligió una zona del jardín que su familia adoptiva le había regalado a su llegada.

Cuando Olive acababa de cumplir 19 años, un mensajero indio de Yuma llegó a la comunidad con un mensaje del gobierno: las autoridades de Fort Yuma habían oído rumores acerca de una mujer blanca que vivía con los nativos. Se solicitaba su regreso. Días después y tras muchas discusiones, se decidió que volviera y viajó junto con Topeka hasta Fort Yuma, en un viaje de 20 días. Antes de entrar en el fuerte se le prestó ropa occidental, pues iba vestida con una falda tradicional mohave e iba desnuda de cintura para arriba. Al entrar al fuerte, todo el mundo la vitoreó. Fue entonces cuando se enteró de que su hermano Lorenzo llevaba años buscándola y pidiendo ayuda y justicia.

Olive nunca llegó a acostumbrarse del todo a su regreso, y algunos rumores apuntaban que podría haber estado casada con un mohave e incluso haber tenido hijos con él

Olive volvió a la vida 'civilizada'. Su famoso retrato, tomado cuando tenía unos 20 años aproximadamente, es la muestra de esa simbiosis con la que tuvo que aprender a vivir: la mezcla entra su vida en sociedad y con la tribu mohave. Lo cierto es que, tras su vuelta, su amiga Susan Thompson explicaría después que Olive nunca llegó a acostumbrarse del todo a ese regreso, y que parecía encontrarse en duelo permanente (algunos rumores apuntaban que podría haber estado casada con un mohave e incluso haber tenido hijos con él). De hecho, su apodo en la tribu era Spatsa (algo así como útero podrido), que en su día se discutió si podía tener que ver con una posible infertilidad, con que era muy activa sexualmente o con otras causas.

Tras el cautiverio, Royal B. Stratton la buscó a ella y a Lorenzo para que contaran sus experiencias y de esta manera poder escribir un libro sobre la masacre, que se convirtió en un éxito de ventas, pese a que se trataba de un retrato un poco estereotipado y algo simple de las tribus nativoamericanas. Aunque Olive le acompañó en la promoción por todo el país, y causaba verdadera sensación debido a su historia y su tatuaje, con el paso de los años empezó a recluirse debido a la depresión y los dolores de cabeza que sufría, así como a usar un velo para tapar su tatuaje. Falleció en 1903, llevándose a la tumba el misterio de cómo vivió realmente con aquella tribu a la que quizá considero su segunda familia, tras haber perdido a la primera a manos de otra, y de forma tan traumática.

Lleva un vestido azul y el pelo recogido en bucles. Observa seria a la cámara, y sus ojos cuentan una historia, aunque es difícil discernir cuál es si no conocemos el contexto de su trágica vida. Un tatuaje azul, como las bifurcaciones de un río, recorre su barbilla y posa eternamente muda. Se llamaba Olive Anna Oatman, más conocida como la chica del tatuaje azul, y aunque falleció hace ya mucho tiempo (concretamente en 1903), todavía se cuenta su leyenda y su historia es conocida por todos los habitantes de Arizona.

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