Adiós a las cicatrices: cómo conseguir una 'piel sin recuerdos'
Aunque no se eliminen totalmente, existen tratamientos para conseguir reducirlas, acelerar el proceso de regeneración natural de la piel y mejorar su aspecto
A menudo se dice que la vida nos deja cicatrices. Es una forma metafórica de aludir a cómo el dolor deja huella en nosotros, y precisamente esa es la idea de una cicatriz: el recuerdo que guarda nuestra piel de una herida, de un daño, de una lesión.
Más allá de la metáfora, una cicatriz es una alteración permanente en la estructura de la piel que se produce como consecuencia de una agresión al tejido cutáneo. Es el resultado natural del proceso de curación de una herida, la parte 'visible' de una lesión en la dermis. Aparece cuando el tejido epitelial se desgarra y la restitución del tejido conectivo se efectúa mediante el crecimiento de fibroblastos jóvenes (células que producen colágeno). Entonces, el espacio dejado por la herida se 'tapa' con tejido fibrilar. De ahí que la cicatriz tenga una textura distinta a la piel.
No es algo inusual: se estima que el 30% de la población tiene alguna cicatriz en alguna parte de su cuerpo. Y, aunque en muchos casos son imperceptibles, en otros pueden ser bastante visibles. Es el caso de los abultamientos (queloides) y de las cicatrices elevadas en forma de cordón (cicatrices hipertróficas). Ambos tipos son el resultado de una proliferación de tejido fibroso dérmico como resultado de una exagerada respuesta tisular a un traumatismo dérmico como cirugía, abscesos, quemaduras, 'piercings', tatuajes, heridas, mordeduras… En este sentido, hay que recordar que no todas las personas cicatrizan con igual facilidad y, de hecho, existe una predisposición genética a la formación de queloides y cicatrices hipertróficas.
¿Son irreversibles?
Es cierto que la total eliminación no es posible: siempre quedará una marca, más o menos tenue, de la lesión. Pero sí hay formas de conseguir prevenir su aparición, de reducirlas o de impedir que adopten un aspecto hipertrófico. Asimismo, podremos acelerar el proceso de regeneración natural de la piel mediante un tratamiento adecuado.
Para empezar a tratar una cicatriz es necesario que esté cerrada. En este sentido, distinguimos varias fases:
- Fase inflamatoria y fase de epitelización: es fundamental extremar la asepsia y mantener la herida limpia para evitar infecciones que podrían complicar la cicatrización
- Fase de remodelación: podemos aplicar un tratamiento reductor, como los parches reductores de cicatrices. También podemos aplicar un masaje para evitar la formación de adherencias. El masaje debe ser circular, presionando sobre la zona donde estaba la herida (ya cerrada). En cicatrices recientes lo preferible es realizar un masaje.
- Un aspecto esencial es que debemos evitar que a la cicatriz le dé el sol, ya que puede provocar la aparición de una antiestética mancha amarronada -potencial de hiperpigmentación- que tarda en desaparecer. Y, aun cuando estemos empleando ya productos cicatrizantes, siempre deberemos continuar con la protección solar.
- Asimismo, en caso de que la cicatriz sea muy reciente, no debemos utilizar tratamientos abrasivos, como los exfoliantes.
Parches, una ayuda al colágeno
En el mercado existen cremas y aceites pensados para tratar determinadas cicatrices, como las derivadas del acné. Contienen productos activos y, en ocasiones, antiinflamatorios. Pero hay otra opción, que cada vez cuenta con más aceptación: los parches para cicatrices. Se trata de apósitos de poliuretano que no contienen ningún principio activo, sino que actúan mediante un mecanismo físico que aumenta la presión sobre la cicatriz y modifica la humedad bajo el apósito. De esta manera, se produce una disposición correcta de las fibras de colágeno.
Así, por ejemplo, los parches de Trofolastin Cicatrices generan un microclima que favorece la regeneración cutánea y la creación más ordenada de las fibras de colágeno y elastina. Además, son fotoprotectores, evitando la radiación ultravioleta que causa la hiperpigmentación de las cicatrices y el envejecimiento cutáneo. Ofrecen protección solar demostrada UPF 50+.
El objetivo es prevenir y reducir de forma visible en ocho semanas las cicatrices hipertróficas -recientes o antiguas- y los queloides, producidos por cirugía general, cirugía estética, heridas traumáticas, quemaduras y cortes. Este parche facilita que la herida sea de menor tamaño, esté menos sensible y sea estéticamente más favorable.
A menudo se dice que la vida nos deja cicatrices. Es una forma metafórica de aludir a cómo el dolor deja huella en nosotros, y precisamente esa es la idea de una cicatriz: el recuerdo que guarda nuestra piel de una herida, de un daño, de una lesión.