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¿Odias el ruido? Podrías ser un genio
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las ventajas de la vida retirada

¿Odias el ruido? Podrías ser un genio

Si eres de los que enloquece con el claxon de un coche, no estás solo. Kant, Schopenhauer, Proust o Kafka también sufrieron tu mismo problema

Foto: Fuente: iStock.
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Si hay algo que nos distingue a unos seres humanos de otros es, sin duda, la capacidad para conciliar el sueño. Aunque dormir debería ser (a priori) un proceso natural y sencillo, la diferencia entre unas personas y otras es particularmente curiosa: mientras que algunos podrían dormirse hasta en la ópera, para otros un simple ruido puede mandar al traste toda una noche de tranquilidad y descanso.

Pensemos un poco: tenedores arañando platos y tizas arañando pizarras, gotas cayendo contra el suelo de manera intermitente, la música de los vecinos de al lado, el ladrido constante de un perro, el claxon de un coche... ¿Cuál es el que te molesta a ti? Nos vemos envueltos en nuestra vida diaria (especialmente si vivimos en ciudades relativamente grandes) en el ajetreo y el ruido constante del día a día. Una de las cosas que más sorprendieron a la población mundial durante la fase más dura de la pandemia, con el confinamiento, fue el silencio que parecía poblar las calles del mundo entero, como si todos hubiéramos muerto y la Tierra continuase girando sola. Somos seres ruidosos por naturaleza, pero no todos soportamos el ruido de igual manera.

Quienes sufren misofonía pueden llegar a experimentar altos niveles de ansiedad, disgusto o ira extrema con los ruidos, por muy leves que estos sean

¿Eres de los que necesitan huir del mundanal ruido a la vida retirada? ¿Has pasado noches en vela por algún sonido lejano en la calle? ¿Es un problema tuyo? La misofonía existe, y es una enfermedad que hace que los sonidos más mundanos resulten insoportables: ya sea el 'click' de un bolígrafo, el sonido de una mano golpeando una mesa, alguien mascando un chicle o la lluvia cayendo, quienes sufren este problema pueden llegar a tener altos niveles de ansiedad, disgusto o ira extrema. Y no tiene cura ni tratamiento definitivo.

Si no llegas a esos niveles, pero, desde luego, eres un poco maniático, tampoco estás solo y podría querer decir algo de tu personalidad. Kant odiaba el ruido y de hecho huyó de su alojamiento por culpa del canto de un gallo, al igual que Proust (llegó a revestir toda su casa con corcho, lo cual también le protegía, puesto que era asmático), Darwin, Kafka, Aristóteles o incluso Wagner (irónicamente). Vamos, que puedes sentirte identificado con algunos de los más grandes nombres de la humanidad.

"Son precisamente las personas que no son sensibles al ruido las que tampoco lo son a la argumentación, el pensamiento, la poesía o el arte"

"Ciertamente hay muchísima gente que sonreirá ante mi situación porque no son sensibles al ruido". Escribió en una ocasión Arthur Schopenhauer. "Son precisamente estas personas, sin embargo, las que no son sensibles a la argumentación, el pensamiento, la poesía o el arte. En definitiva, a cualquier tipo de impresión intelectual: un hecho que hay que atribuir a la tosca calidad y fuerte textura de sus tejidos cerebrales". Para el filósofo, los martilleos, los ladridos de los perros y los gritos de los niños eran abominables, pero muy en su línea le parecía que todos los que sufrían como él eran seres sensiblemente superiores.

Para Schopenhauer, el genio es precisamente eso: la capacidad de la mente para concentrarse en un solo punto y objeto. Pero tan pronto como esta mente es interrumpida, distraída o dispersa, no es mejor que una mente ordinaria. Las personas que están demasiado asustadas para sumar dos y dos, o que no pueden, usan el ruido para ayudar a ocupar y adormecer sus mentes.

¿Tenía algo de razón el alemán al vincular la misofonía con el intelecto y la creatividad? Según explica el psiquiatra Neel Burton en un reciente artículo publicado en 'Psychology Today', en los últimos años los investigadores de la Northwestern University han descubierto que la creatividad (en el mundo real, nada relacionado con las pruebas académicas) puede estar asociada con una capacidad reducida para filtrar información sensorial 'irrelevante'. La compuerta sensorial "con fugas" puede ayudar a nuestro cerebro a integrar ideas que están fuera del foco de nuestra atención y, por lo tanto, promover el pensamiento asociativo y creativo. Pero si estas ideas extrañas son solo ruidos molestos, también pueden paralizarnos. Igual Schopenhauer exageró un poco, pero algo de razón tenía.

En definitiva, ya que vas a tener que vivir toda tu vida con el lastre que supone sentir molestia por los ruidos fuertes, al menos puedes pensar que otras personas que te precedieron y que han logrado que su nombre trascienda sufrieron el mismo problema que tú. Ya lo dicen, 'mal de muchos consuelo de tontos'. O de genios, según se vea.

Si hay algo que nos distingue a unos seres humanos de otros es, sin duda, la capacidad para conciliar el sueño. Aunque dormir debería ser (a priori) un proceso natural y sencillo, la diferencia entre unas personas y otras es particularmente curiosa: mientras que algunos podrían dormirse hasta en la ópera, para otros un simple ruido puede mandar al traste toda una noche de tranquilidad y descanso.

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