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No lo hagan en sus casas: las muertes más absurdas de la historia
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No lo hagan en sus casas: las muertes más absurdas de la historia

La curiosidad mató al gato en una ocasión, y en otra fue que le había llegado la hora. Los decesos de algunos personajes históricos (casi) han eclipsado sus vidas, por lo curiosos

Foto: Un soldado romano mata a Arquímedes. (iStock)
Un soldado romano mata a Arquímedes. (iStock)

En 'Mil maneras de morir' se trataban, con un enfoque irónico, historias reales o mitos sobre muertes terriblemente absurdas que en muchas ocasiones dejaban un sabor amargo en el espectador. Esto se debe probablemente a que nuestra empatía se dispara cuando oímos hablar de fallecimientos, puesto que ninguno sabemos cuándo vamos a morir y esperamos con temor ese día que en algún momento llegará.

Si pudiéramos elegir cuándo y cómo vamos a morir, probablemente las respuestas serían muy parecidas. Es una lotería que comienza en el momento en que pisamos la Tierra, y solo podemos esperar ese día rogando que no sea muy doloroso o ridículo. En el caso de los personajes históricos que tratamos hoy, las leyendas y mitos que corren en torno a sus fallecimientos han trascendido, aunque no han conseguido eclipsar sus vidas, pero porque estas fueron muy notables.

Arquímedes

Existen varias teorías sobre la muerte del matemático griego, y de hecho Plutarco llegó a exponer hasta tres diferentes. La más famosa fue que se encontraba sentado junto a unos dibujos matemáticos cuando pasó un soldado romano, entonces Arquímedes (supuestamente, puesto que no hay evidencias) le espetó: "Noli turbare circulos meos" o "no molestes mis círculos", con tan mala suerte que el soldado, que quizá tenía un mal día, le atravesó con su espada.

Esquilo

Predecesor de Sófocles y Eurípides y primer gran representante de la Tragedia Griega, su muerte es digna de una comedia con tintes un tanto surrealistas. Según parece, se había retirado a meditar (o quizá a escribir) a las afueras de la ciudad de Gela, cuando un águila o quizá un buitre quebrantahuesos confundió su calva con una roca y le tiró el caparazón de una tortuga. En la Antigüedad corría la leyenda de que previamente un oráculo había predicho que un dardo venido del cielo le mataría.

Plinio el Viejo

Podemos decir que el escritor romano murió por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Cuando en el año 79 del siglo I explotó el Vesubio, él se encontraba en Miseno (al sur de Italia), pero queriendo ayudar y socorrer a las personas que se encontraban en las playas de la bahía de Nápoles y también con la idea de ver el fenómeno de cerca atravesó con sus galeras la bahía y, al llegar a Estabia, murió por inhalación de los gases volcánicos.

Francis Bacon murió por enterrar un pollo en la nieve, Esquilo cuando le cayó el caparazón de una tortuga en la cabeza y Arnold Bennet por empeñarse en beber agua contaminada

Francis Bacon

La curiosidad mató al gato, como quien dice. O a Francis Bacon. Según parece, el filósofo intentaba comprobar si el frío es bueno para la conservación de los alimentos, por lo que salió en medio de una gran nevada a enterrar un pollo en la nieve, con tan mala suerte que pilló una neumonía, que fue la que acabaría con su vida poco después.

Jean Baptiste Lully

El compositor, instrumentista y bailarín francoitaliano fue también creador de la tragedia lírica y estuvo muy ligado a la figura de Luis XIV. Desgraciadamente, murió por culpa de la gangrena que se había producido él mismo al clavarse (sin querer) una batuta en el pie mientras dirigía una orquesta. Cosas del directo.

Arnold Bennet

No podemos decir que no se lo buscara. En 1931, el novelista se encontraba en París cuando un camarero le recomendó que no bebiese agua del grifo porque estaba contaminada. Bennet no le hizo caso y se bebió un vaso para demostrar a todos los presentes que no pasaba nada. Se puso enfermo a los pocos días, coincidiendo con su vuelta a Londres, y falleció de fiebre tifoidea en su casa en Baker Street.

Isadora Duncan

La gran bailarina estadounidense, creadora de la danza moderna, falleció de una dramática y un poco absurda (como todas las anteriores) manera: al subir a un coche se le enredó el pañuelo que llevaba al cuello en una de las ruedas y murió estrangulada.

Harry Houdini

En 1926, el ilusionista se encontraba en un bar tras uno de sus 'shows' cuando un grupo de estudiantes universitarios se acercó a hablar con él y le retaron a demostrar su fuerza golpeándolo en el abdomen, para comprobar si realmente era tan legendaria como se contaba. Aceptó sin miedo, pero antes de que pudiera prepararse uno de los jóvenes, que era estrella de boxeo en la universidad, le golpeó, lo que pudo generarle una rotura del apéndice, el cual ya estaba inflamado, lo que convirtió el apendicitis en peritonitis. Falleció días después.

En 'Mil maneras de morir' se trataban, con un enfoque irónico, historias reales o mitos sobre muertes terriblemente absurdas que en muchas ocasiones dejaban un sabor amargo en el espectador. Esto se debe probablemente a que nuestra empatía se dispara cuando oímos hablar de fallecimientos, puesto que ninguno sabemos cuándo vamos a morir y esperamos con temor ese día que en algún momento llegará.

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