Es noticia
El peculiar Museo de la Comida Asquerosa en Suecia
  1. Alma, Corazón, Vida
bon appétit!

El peculiar Museo de la Comida Asquerosa en Suecia

Uno de los mayores éxitos de la ciudad de Mälmo nos hace jugar y experimentar con las comidas más nauseabundas mientras deja en el aire algunas cuestiones éticas

Foto: ¿Cuy peruano? (Facebook).
¿Cuy peruano? (Facebook).

Desde la Antigüedad, el ser humano ha optado por mostrar a los demás sus colecciones para que pudieran disfrutarse de manera más o menos pública. Hay constancia de que las clases adineradas de la Grecia y Roma clásicas exponían en sus casas o jardines sus objetos más valiosos, con la idea de que sus amigos también pudieran verlos. Pero no fue hasta el Renacimiento cuando surgió el concepto de museo tal y como lo conocemos ahora, aunque en la actualidad se ha democratizado y cualquiera puede acceder a él.

Lo que se expone, con el incremento de la oferta y la demanda, también ha aumentado, como parece lógico. Por ello, a veces, las ideas son curiosas cuando menos. Por poner algunos ejemplos: en Kotor (Montenegro), hay un museo dedicado al gato, la Faloteca (sí) de Reikiavik en Islandia alberga más de 200 penes distintos, en el barrio de Castro en San Francisco hay un museo dedicado a la homosexualidad, en Osaka está el Museo del Ramen Instantáneo, que sin duda promete, y en Zagreb está el Museo de las Relaciones Rotas.

Por supuesto, no podían faltar los museos de cera, que en algunas ocasiones despiertan la hilaridad del personal. No solo el nuestro, hace unos años se hizo viral en redes el de San Petersburgo por ser el verdadero museo de los horrores (disfrazado de museo de cera).

En un mundo así, el Museo de la Comida Asquerosa no parece algo tan peculiar. El shock cultural que nos producen los distintos alimentos que conocemos en entornos diferentes a nuestro hábitat natural también puede dar la idea para un museo. Que levante la mano el que no buscó la sopa de murciélago cuando comenzó la pandemia, o no ha pasado largas noches viendo a gente comer cosas (muy) raras.

Hace reflexionar sobre la parte adquirida del sentido del gusto o, en otras palabras, cuánto hay de cultural en lo que nos gusta cuando saboreamos un alimento

Algo así debieron pensar en Malmö hace unos años cuando idearon este museo que había de tener comida de todo el mundo y con el pensamiento de que, al ser real, debía rebastecerse cada cierto tiempo. Aunque cuando se fundó en 2018 la idea era que durara tres meses y luego hiciera 'giras' por el resto de Europa, en la actualidad, incluso con restricciones del COVID, puede visitarse sin problema alguno. La exhibición cuenta con 80 de los alimentos más repugnantes del mundo y los visitantes aventureros tienen la oportunidad de oler y desgustar algunos de estos notorios alimentos (desde el queso más apestoso del mundo a dulces hechos con químicos limpiadores de metales. Ñam). Está abierto de miércoles a domingo.

¿Cuál es la moraleja de un museo así? Generalmente, tras visitar uno, tratamos de pensar en su enseñanza. En este caso, busca hacer reflexionar sobre la parte adquirida del sentido del gusto o, en otras palabras, cuánto hay de cultural en lo que nos gusta cuando saboreamos un alimento.

¿Cómo surgió?

El psicólogo Samuel West, artífice del museo, nació en California pero ha vivido en Suecia durante más de dos décadas. Contaba en una entrevista concedida a 'The New Yorker' que se encontraba en el Museo de las Relaciones Rotas en Zagreb en 2016 cuando se le ocurrió una idea, muy acorde con los romances que no habían podido ser y que visitaba en esos momentos, colándose en la vida de auténticos desconocidos: el Museo del Fracaso. Lo inauguró tan solo un año después en Helsingborg, Suecia, donde la conclusión era simple: los errores son necesarios para innovar y, tarde o temprano, conseguir el éxito. Paradójicamente, el Museo del Fracaso fue un éxito comercial rotundo.

Pastel hecho con millones de moscas aplastadas en África Oriental, vino con caca fresca de niño, jugo de rana... ¿qué se considera comida realmente?

Entonces llegó una nueva idea: ¿realmente el disgusto por los alimentos es global o algo puramente adquirido? West comenzó a rumiar la idea en su cabeza. La planificación del museo llegaba con otra irremediable idea, ¿qué se considera comida realmente? Para ello reclutó a su amigo Andreas Ahrens para que lo ayudara a elegir artículos que calificarían para la exhibición. Investigaron y probaron, con muchos vómitos de por medio, más de 400 platos que podían resultar asquerosos por sus propiedades (sabor, olor, textura) como por el proceso de producción.

Pastel de kungu, hecho con millones de moscas aplastadas en África Oriental. Langostas fritas (el único insecto que la Torá considera kosher), jugo de rana en Perú, vino de ratón chino... un día, West se encontró recogiendo heces de su hija pequeña para un vino que se hace en Corea del Sur con 'caca fresca de niño'. Sorprendentemente, por lo menos para nosotros, entre todos esos artículos del horror se encontraba el foie gras, por su proceso de producción que les pareció repulsivo. Después de elegir los artículos, también tuvieron que lidiar con la aduana y los transportes.

El museo ocupa el puesto número uno en una lista de noventa y cuatro cosas que hacer en Malmö, la tercera ciudad más grande de Suecia

Pero los esfuerzos valieron la pena: el museo ocupa el puesto número uno en una lista de noventa y cuatro cosas que hacer en Malmö, que es, por otro lado, la tercera ciudad más grande de Suecia.

¿Qué hay?

Surströmming

Es un arenque fermentado de Suecia que, al parecer, huele muy pero que muy pero que muy mal. Por la red proliferan millones de vídeos de gente conteniendo las arcadas al abrirlo, esto se debe a que la lata libera un olor fuerte y fétido parecido al pescado pasado. En realidad el mal olor procede del líquido en el que se preserva, y por ello se ofrece en comidas al aire libre y es aconsejable abril la lata bajo el agua para rebajarlo.

placeholder

Durian

De nuevo, a causa de su olor, esta fruta se expone en el museo. Aunque huele como un calcetín sudado está repleta de vitaminas, grasas, azúcares, fibra y minerales esenciales, por lo que es muy apreciada en Tailandia, Indonesia o Malasia, aunque no dejan subir a los transportes públicos con ella.

placeholder

Casu marzu

Un queso infestado de larvas vivas de mosca de Cerdeña. Se recomienda el consumo con gafas. Poco más hay que añadir.

Hákarl

Un plato de Islandia considerado manjar, a base de carne curada de tiburón (peregrino o de Groenlandia). Comido sin preparar es tóxico, por lo que tiene que pasar por un largo proceso de elaboración. Incluso curada, su carne presenta un fuerte olor parecido al amoníaco, por lo que se recomienda comer con la nariz tapada.

Sin duda, el museo no es apto para aquellos a los que no les gusten las emociones fuertes, pero nos hará replantearnos nuestra propia existencia. ¿Estamos marcados por donde nacemos y nos gustaría el durian en lugar de la paella si hubiéramos nacido en Camboya? Parece que sí. ¿Estamos preparados para, como alertan algunos expertos, acabar comiendo bichos (o leche de cucaracha) en un futuro cuando las materias primas comiencen a escasear? Solo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, ¡bon appétit!

Desde la Antigüedad, el ser humano ha optado por mostrar a los demás sus colecciones para que pudieran disfrutarse de manera más o menos pública. Hay constancia de que las clases adineradas de la Grecia y Roma clásicas exponían en sus casas o jardines sus objetos más valiosos, con la idea de que sus amigos también pudieran verlos. Pero no fue hasta el Renacimiento cuando surgió el concepto de museo tal y como lo conocemos ahora, aunque en la actualidad se ha democratizado y cualquiera puede acceder a él.

Suecia
El redactor recomienda