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El polémico algoritmo que decide quién tiene derecho a una vivienda y quién no en San Francisco
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EN PERJUICIO DE LOS 'HOMELESS'

El polémico algoritmo que decide quién tiene derecho a una vivienda y quién no en San Francisco

Los creadores de un 'software' destinado a gestionar el acceso a la vivienda de los más de 8.000 mendigos de esta ciudad de Estados Unidos protestan por el mal uso que le han dado los trabajadores sociales e instituciones públicas

Foto: Indigentes se agolpan en las calles del barrio The Tenderloin, en San Francisco. (Reuters)
Indigentes se agolpan en las calles del barrio The Tenderloin, en San Francisco. (Reuters)

Uno de los iconos urbanos más populares de Estados Unidos es, sin duda, San Francisco. No solo por sus abruptas aceras llenas de cuestas que han servido de escenario perfecto para tantas películas, ni porque allí se fraguó la contracultura estadounidense que dio luz al movimiento 'hippy' y a las comunidades LGTB de todo el mundo, o por sus largos y cinematográficos puentes que bien podrían representar metafóricamente a las grandes ambiciones del ser humano de nuestro tiempo (desde los que tristemente se arrojan al año un buen número de desesperados suicidas). San Francisco también es icono de una forma de vida que existe en todo el planeta y que en muchas ocasiones resulta invisible para los ojos del ciudadano medio con un poder adquisitivo lo suficientemente alto como para pagar un alquiler mensual: el mendigo, el 'homeless', el vagabundo.

No en vano las cifras de personas sin hogar en San Francisco de antes de la pandemia son exorbitantes. Cerca de 8.035 habitantes de la metrópoli no contaban con un lugar en el que residir en 2019 de una población de 874.961 personas, lo que deja una estadística bastante alta: casi una de cada 100 personas no dispone de un hogar en el que guarecerse. Todo ello teniendo en cuenta que la ciudad está literalmente al lado de una de las zonas más ricas del país, Silicon Valley, orgulloso emblema del capitalismo estadounidense. Una paradoja que ilustra a la perfección la gran desigualdad que existe en el país que actualmente preside Joe Biden.

"El 'software' que creamos ha acabado siendo un sistema inflexible y despiadado que impide activamente la prestación de ayuda individualizada"

Estos 'homeless' se agolpan, sobre todo, en el famoso distrito del Tenderloin, uno de los barrios más degradados de todo Estados Unidos, el cual ha sufrido tal abandono por parte de los servicios públicos que en 2018 sufrió una grave crisis de excrementos humanos en sus calles. Al parecer, las causas estaban en el enorme número de gente sin hogar que puebla las aceras y que no disponen de un baño o un aseo en el que defecar. El propio alcalde de la ciudad, London Breed, expresó en una entrevista para la 'NCB' su preocupación ante esta situación, alegando que incrementaría el presupuesto económico en los servicios de limpieza.

Foto: Fotograma de los informativos del canal local KTVU.

De telón de fondo también está el fenómeno de la gentrificación, la cual ha hecho que en los últimos años las pocas viviendas disponibles para alquilar o comprar (hay que tener en cuenta que la geografía de San Francisco impide edificar más casas de las que ya hay) hayan subido mucho de precio. En 2018, la renta media de dos dormitorios estaba en 3.090 dólares (alrededor de unos 2.667 euros), lo que duplicaba la media nacional. Ahora, después de la crisis sanitaria y las consiguientes medidas restrictivas a la actividad económica, la situación seguramente no haya mejorado.

El VI-SPDAT

Una de las medidas que se implementaron para ayudar a reducir el problema de acceso a la vivienda en San Francisco fue VI-SPDAT, un programa informático que estaba llamado a tratar de manera individualizada y pormenorizada cada caso de pobreza por parte de las entidades locales, atendiendo a un índice de vulnerabilidad basado en distintos criterios (problemas mentales, salud física o factores de riesgo) que clasificaban a las personas según su situación concreta. Sus creadores, de las compañías OrgCode (una consultora nacida en 2013 para tratar y solucionar estos problemas de vivienda) y Common Ground (una organización pública dedicada a ofrecer alojamiento a los sintechos), tuvieron tanto éxito en su día con este 'software' para dar atención a las personas sin hogar de Estados Unidos que se puso en marcha en más de 40 estados.

"Nunca fue diseñada para que tomase las decisiones relativas a quién merece alojamiento y quién no"

Ahora, sus fundadores han denunciado las malas prácticas de los ayuntamientos con su programa y han tomado medidas para no brindar soporte a las ciudades que lo están usando de forma discriminatoria. Según Iain De Jong, de Org Code, "nunca fue diseñada para que tomase las decisiones de quién merece alojamiento y quién no", sino "para evaluar qué tipo de asistencia habitacional podría adoptarse mejor a las necesidades de cada persona sin hogar", tal y como lo recalcan en un reciente artículo publicado en 'Coda Story'. Puede que sea demasiado tarde, ya que el programa está incluido dentro de un paquete de ayudas públicas destinadas a asignar o denegar alojamiento a los 'homeless', figurando como requisito y procedimiento para gestionar el acceso a la vivienda pública.

En su momento, la idea tuvo muchísimo éxito, ya que por primera vez la decisión de prestar alojamiento a uno o a otro no caía en manos humanas, con su respectivo dilema de quién merecía más residir en una vivienda, lo que permitió abaratar y simplificar el proceso de asignar un domicilio, además de gestionarlo todo mucho más rápido. Sin embargo, la herramienta empezó a usarse mal, y en vez de ayudar a administrar todas las peticiones de asilo social o atender mejor a las demandas y condiciones vitales de los vagabundos, acabó siendo el instrumento perfecto con el que poder denegar el acceso a la vivienda de manera rápida y sistemática, y algo mucho más grave: eludir responsabilidades de que esas personas sigan a día de hoy viviendo en la calle.

Una mala solución para los sintechos

"Se pretendía ayudar al personal que estaba en primera línea para que comprendieran mejor y desde otras perspectivas cómo era cada situación de vulnerabilidad, los factores de riesgo para encontrar una vivienda estable, y trazar un plan de apoyo que guiara a los trabajadores sociales para ayudar a los sintechos a cambiar su situación", asegura De John. El problema es que en vez de utilizarse como punto de partida para ofrecer asistencia y facilitar una comunicación más fluida entre los agentes sociales y los vagabundos, se saltó este paso. "Empezamos a escuchar cosas como 'No tenemos tiempo' o 'Hacer un seguimiento personal para obtener información cuesta mucho'".

Foto: Foto: iStock

Al respecto, los fundadores de tales aplicaciones denuncian que se ha creado "un sistema inflexible y despiadado que impide activamente la prestación de ayuda individualizada", eliminando rápidamente "la capacidad de acceder a una vivienda bajo el disfraz de que es un proceso equitativo y eficiente". "Fuimos de un extremo a otro", reitera DeJong. "Pasamos de un sistema de atención que reducía todo a la suerte, la autonomía personal o el orden de llegada, a un método de decisión algorítmico y matemático muy deshumanizador, en personas a las que, en mi opinión, nunca se les vio como capaces de salir de su situación".

Este es un ejemplo de cómo la tecnología, diseñada con la intención de facilitar la gestión de trámites y servicios tan importantes como los relativos al trabajo social, puede acrecentar las injusticias que ya hay dentro del sistema. Ante esta tesitura, los propios ciudadanos de San Francisco se han organizado para dar respuesta a la enorme cantidad de indigentes que hay en sus calles. Asociaciones como Compassionate Alternative Response Team (CART), las cuales llaman a la movilización ciudadana para responder en caso de que haya un problema de seguridad con los mendigos sin tener que recurrir a la policía o a las fuerzas del orden. Dividida en tres comités, presta asistencia directa a los mendigos en las calles, sirve de altavoz para llevar su mensaje y está en permanente contacto con las autoridades para que tomen las medidas necesarias de cara a su reinserción social.

Uno de los iconos urbanos más populares de Estados Unidos es, sin duda, San Francisco. No solo por sus abruptas aceras llenas de cuestas que han servido de escenario perfecto para tantas películas, ni porque allí se fraguó la contracultura estadounidense que dio luz al movimiento 'hippy' y a las comunidades LGTB de todo el mundo, o por sus largos y cinematográficos puentes que bien podrían representar metafóricamente a las grandes ambiciones del ser humano de nuestro tiempo (desde los que tristemente se arrojan al año un buen número de desesperados suicidas). San Francisco también es icono de una forma de vida que existe en todo el planeta y que en muchas ocasiones resulta invisible para los ojos del ciudadano medio con un poder adquisitivo lo suficientemente alto como para pagar un alquiler mensual: el mendigo, el 'homeless', el vagabundo.

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