Un hombre adelgaza 49 kilos por miedo a dejar viuda a su mujer y a sus hijos sin padre

Jason es un hombre que ha llegado a pesar 143 kilos debido al estrés que sufría con sus dos trabajos, uno de ellos a jornada completa y el otro a tiempo parcial. Al contar con más de un empleo, se veía obligado a consumir comida rápida o para llevar casi todos los días. Entre horas solía beber café o coca cola light y, por la noche, “solo bebía cerveza hasta que me dormía”, ha contado a Men's Health el propio Jason.

El individuo recuerda que a los treinta años un médico le dijo que tenía la tensión alta y que necesitaba medicarse. De hecho, su pulso solía estar por encima de 100 cuando su cuerpo estaba en reposo. Antes de cumplir los 40, Jason fue un total de “tres veces a la sala de urgencia y una a la unidad de cuidados intensivos para que me hicieran electrocardiogramas”.

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EC

Una vez recuperado, se dio cuenta de que tenía que hacer cambios en su estilo de vida para evitar futuros sustos relacionados con la salud. Aunque en un primer intento limitó su consumo de alcohol y empezó a comer bien, este proceso para adelgazar y perder peso “duró poco”. En un segundo empeño, Jason decidió encargarse de la compra y de preparar todas las comidas de su familia, “incluso si tenía que prepararme algo por separado”.

Su experiencia en el gimnasio

Al esforzarse y seguir una dieta sana, el hombre logró adelgazar más de treinta kilos. Un año después de cambiar su forma de alimentarse, comenzó a hacer ejercicio. Si bien mantuvo al principio en secreto que iba a acudir al gimnasio por miedo a dejarlo y que el resto juzgase su comportamiento, pronto descubrió que “me sentía mejor si hacía ejercicio y me movía”.

Jason comenzó haciendo entrenamientos de cardio y, a medida que los practicaba, incorporaba nuevos movimientos. Para alcanzar su objetivo necesitaba ir tres veces a la semana, periodicidad que aumentó a cinco. Al final, logró adelgazar 49 kilos. Sin embargo, Jason sufrió un accidente y, como consecuencia de ello, estuvo llevando un collarín en el cuello y un corsé.

En esos meses, estuvo sin poder hacer ejercicio. Sin embargo, confiesa que “controlaba todo, cada bocado, cada sorbo para asegurarme de que mantenía mi peso”. Al concluir la rehabilitación y con el visto bueno del médico, Jason pudo volver al gimnasio y empezó a “incorporar lentamente el entrenamiento cardiovascular y de fuerza una vez más”.

Prepararse para evitar lesiones

El hombre ha explicado igualmente que, en aras de evitar sufrir más accidentes, se apuntó “a un estudio privado de entrenamiento personal para seguir ejercitándose, y así evitar futuras lesiones”. Además de la propia motivación que estimulaba sus ganas de cuidarse, Jason afirma que su familia ha sido un gran apoyo.

"Controlaba todo, cada bocado, cada sorbo para asegurarme de que mantenía mi peso"

“Trabajo muy duro profesionalmente para asegurarme de que mi familia esté bien, y perder peso era necesario porque no quería dejar a mi mujer viuda y a mis hijos sin padre”, ha contado Jason. Después de preguntarse cómo sería la vida de sus seres queridos en caso de que él falleciese, se dio cuenta de que tenía que cuidar su salud. Aunque no quería pensar en esa situación, “sabía que debía dar ejemplo, sobre todo cuando mis hijos se hacían mayores”.

Según Jason, el accidente que le obligó a llevar collarín y corsé podría haberse resuelto dejándole muerto o paralizado. Sin embargo, ha tenido la oportunidad de “hacer ejercicio, correr y disfrutar de la vida”. Los daños que sufrió le permiten seguir adelante, y tiene una segunda oportunidad que no quiere dejar pasar: “Mi vida podría haber sido muy diferente, así que me debo a mí mismo mantenerme activo y sano”.