Un turista británico le cambia la vida al botones que le atendía cada año en vacaciones
El acaudalado ha dejado la mayor parte de su herencia al empleado de un hotel turco al que viajaba cada año en verano
Charles George Courtney era un hombre de costumbres fijas: cada año, cuando llegaba el verano, dejaba la ciudad de Hastings, en el Reino Unido, para viajar hasta la localidad turca de Kusadasi, en pleno Mar Egeo, y hospedarse en el privilegiado Korumar Hotel De Luxe. Y, por supuesto, cada año tenía a su disposición al mismo botones.
Se llama Taskin Dasdan y con él entabló una larga amistad cimentada en el paso de los años. El británico llegó por primera vez al Korumar en 1990 y, desde entonces, nunca faltó a su cita anual. El empleado de este hotel de lujo le trató con exquisitez, como hace con todos los clientes, pero su afán por la excelencia se ha visto ahora recompensada.
El botones lleva trabajando tres décadas en el hotel, las mismas que su amigo británico ha veraneado en este enclave turco. Sin embargo, la llamada que Taskin Dasdan recibió hace algunos días fue del todo inesperada: Charles George Courtney había fallecido recientemente y él era el mayor de los herederos.
Ya le había dado dinero
La noticia cayó como una bomba en el establecimiento ya que otros empleados también tenían mucho aprecio a este turista británico. De hecho, también ha dejado cantidades más pequeñas para algunas personas que trabajan en el Korumar Hotel De Luxe, aunque en cantidades más pequeñas que la que dejó a Taskin Dasdan.
El turista británico ha dejado otras cantidades menores para otros empleados del hotel
El botones ha reconocido que años atrás ya recibió una importante suma de dinero por parte del turista británico para poder emplearla en la educación de sus hijos. Ahora, al convertirle en el más importante de sus herederos, Charles George Courtney ha confirmado que, además de generoso, era un hombre que tenía en alta estima a quien se preocupaba por él.
Aunque las cifras de la herencia no han trascendido, Taskin Dasdan confirma que podría no volver a trabajar el resto de su vida. Sin embargo, tal y como publica el Mirror, continuará acudiendo cada día a su puesto de trabajo ya que le encanta su empleo. Eso sí, cada vez que pase por delante de la habitación 401, la que siempre utilizaba su amigo británico, tendrá un recuerdo para él.
Charles George Courtney era un hombre de costumbres fijas: cada año, cuando llegaba el verano, dejaba la ciudad de Hastings, en el Reino Unido, para viajar hasta la localidad turca de Kusadasi, en pleno Mar Egeo, y hospedarse en el privilegiado Korumar Hotel De Luxe. Y, por supuesto, cada año tenía a su disposición al mismo botones.