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Un asunto pendiente: a la eterna reconquista del Peñón
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Un asunto pendiente: a la eterna reconquista del Peñón

Gibraltar fue es y probablemente será una advertencia de lo que nos puede ocurrir cuando estamos despistados o tomando unas cañas, relajados o enfrentados por nimiedades

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

Se dice que los ladrones respetan la propiedad. Solo desean que la ajena se convierta en propia para respetarla mejor.

Gilbert Keith Chesterton.

La cogorza que arrastraba era de traca. Él era el director de una sociedad unipersonal con una facturación de comas etílicos incontables. Tenía mala reputación y era consciente de ello. Pero claro, era un intocable aristócrata y eso era un blindaje más que suficiente. Pasó la noche en su camarote con un par de rodajas de pepino una en cada ojo, así, esperaba que se le bajara la inflamación delatora. De todas maneras, era un caso perdido.

El almirante Rooke era de esos ingleses que se habían tragado un palo y de estirado que era su mentón parecía un espolón de proa. Sabiéndose al borde del desahucio por su afición a las bebidas espirituosas, decidió dar un golpe de mano por su cuenta y le salió de perlas.

El caso es que es difícil entender como los pueblos del mundo no están lo suficientemente alertas sobre unos sujetos que se alimentan de mermeladas, confituras y otras zarandajas. Para ser estos isleños gentes que no parecen alcanzar la mayoría de edad nunca con tanta golosina y cocina de tercera; sospecho que los que sufren o padecen a estas gentes sin principios, somos algo ingenuos.

Varios millares de enfervorizados bebedores de cerveza asaltaron la fortaleza defendida por un sargento y varias docenas de bisoños chavales en las lides de la guerra

Para el caso que nos trae, un aciago día de agosto de 1703, este personaje de opereta, en medio de la Guerra de Sucesión entre austracistas y la Casa de Anjou-Borbón en su pugna por imponer a su candidato en el trono español, se dio de bruces con el Peñón de Gibraltar, así como quien no quiere la cosa. Varios millares de enfervorizados bebedores de cerveza asaltaron la fortaleza defendida por un sargento y varias docenas de bisoños chavales en las lides de la guerra. Tras la rendición de los restos de la guarnición, el atildado almirante ordeno el saqueo con todas las secuelas que ello comporta. Era un hecho consumado que España tenía ya una colonia en la cocina de su casa.

Inglaterra, especialista en el “divide y vencerás”, encontró en esta jaula de grillos patria un campo de tiro ideal para sus zarandajas y apelando a aquella frase lapidaria de Lord Palmerston “Inglaterra no tiene amigos permanentes, sino intereses permanentes”, aprovecharon que el país estaba incendiándose para dar su típica puñalada trapera.

Inglaterra, especialista en el “divide y vencerás”, encontró en esta jaula de grillos patria un campo de tiro ideal para sus zarandajas

Los Pactos de Familia entre las dos ramas de los Borbones franceses y españoles asustaban a los isleños pues la sinergia militar de ambas potencias no era nada desdeñable. Haciendo esta lectura y para evitar el menoscabo del poder que les confería la creencia de ser inexpugnables (un mito por otra parte), pues los castellanos en el siglo XIV ya le habían prendido fuego a las cercanías de Londres aprovechando para arrearles unas buenas obleas mientras atacaban la costa sur varias veces en sus múltiples excursiones (Bocanegra, Pero Niño, y tres siglos más tarde, la invasión española de Escocia, etc.), optaron por activar el único recurso que les funcionaba; su marina.

Entre ataques sorpresa, bloqueos, asaltos a naves mercantes y galeones con cualquier pabellón o nacionalidad en su navegación atlántica, los ingleses iban haciendo caja al tran–tran; su especialidad, el atraco a mano armada, se les había atragantado cuando España implementó la articulación de los convoyes que procedían de América de tal manera que se dispusieron a buscar víctimas de todo a 100.

En una de estas, le echaron el guante a la desprotegida Gibraltar y así, hasta hoy.

De esta guisa, la guerra se fue decantando a favor del candidato francés en detrimento del austracista que perdería el interés por los asuntos mediterráneos

Mientras los acontecimientos transcurrían, el modelo que representaba Felipe V (nieto del emperifollado Luis XIV) era el del centralismo asfixiante propio de la administración francesa. Carlos de Habsburgo, el otro pretendiente, personificaba un modelo más abierto, tradicional en la gestión de los Austrias mayores y menores a lo largo de sus casi 200 años de duración. Esta alternativa cercana al federalismo o de corte foralista en algunos casos, sería apoyada por la Corona de Aragón siendo Cataluña su principal valedor. En aquel tiempo, Cataluña volvió a intentar vender su alma al diablo, pero con resultados nefastos. Felipe V los metió en cintura y para que la puesta en escena no fuera de carácter menor, Blas de Lezo les mostró su incontestable catálogo artillero.

De esta guisa, la guerra se fue decantando a favor del candidato francés en detrimento del austracista que perdería el interés por los asuntos mediterráneos previendo un largo conflicto y una mala gobernanza, habida cuenta el carácter beligerante de los sureños.

Entretanto, el equilibrista de Rooke que empalmaba una borrachera detrás de otra, ante el hecho consumado de la toma de Gibraltar y la falta de contestación por parte de las tropas españolas que estaban combatiendo más allá de Madrid y en ocasiones entre ellas, se aposentó cómodamente en su nueva adquisición, expolio que sería ratificado en medio de una compleja negociación en el Tratado de Utrecht.

Este método ingles de poner el ojo en un objetivo y a continuación echarle el guante como el inspector Gadget con su telebrazo, es marca de la casa, muy "British"

Este método ingles de poner el ojo en un objetivo y a continuación echarle el guante como el inspector Gadget con su telebrazo, es marca de la casa, muy "British". Gibraltar fue es y probablemente será una advertencia de lo que nos puede ocurrir cuando estamos despistados o tomando unas cañas, relajados o enfrentados por nimiedades, algo muy propio de nuestro país y una energía que podríamos emplear en cosas más productivas como rehacernos como nación y recuperar el prestigio perdido.

En cuanto a la perdida de Gibraltar, no deja de ser una vergüenza mundial que este puesto de limonadas y exóticos macacos se haya convertido en la mayor lavadora de dinero negro de Europa. No hay que alarmarse, estos estirados caballeros vestidos en Savile Row manejan los valores morales como Groucho Marx, sin complejos. La verdad oculta de tanto gentleman atildado, es que tienen que disimular que se han escapado de una alcantarilla.

Pero la cosa no queda ahí, en 1704-1705 y algo más tarde en 1727, se intentó reconquistar sin consecuencias el Peñón mientras nuestra frustración crecía y crecía. La ocasión quizás más atractiva, volvió a presentarse hacia 1779, año en el que se registra el Gran Asedio a Gibraltar, que fue el canto del cisne de una nación, España, que se perdía en la bruma de la historia con dignidad... Pero en el peñón ya había un destacamento de cerca de 6000 soldados ingleses y las fortificaciones eran sobradas y resistentes. No habían perdido el tiempo.

Habrá que seguir intentándolo, no arrojar la toalla, llegará el momento y esa ventana de oportunidad, deberemos de estar atentos

Cuando en 1783 se firmó el tratado de Versalles, el propósito del asedio por hambre de la población del Peñón había muerto de inanición. Más de la mitad del ejército español que lo había dado todo, pereció en aquel trágico intento. A cambio, se pudieron recuperar Florida y Menorca. Pero aquella pieza mayor tan deseada, se quedó dónde estaba, y ahí sigue acuchillando con su arrogante presencia el estrecho después de tres siglos.

Habrá que seguir intentándolo, no arrojar la toalla, llegará el momento y esa ventana de oportunidad, deberemos de estar atentos.

Se dice que los ladrones respetan la propiedad. Solo desean que la ajena se convierta en propia para respetarla mejor.

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