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Los Juegos Olímpicos del 'omotenashi' o cómo la hospitalidad recorre la sociedad japonesa
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Los Juegos Olímpicos del 'omotenashi' o cómo la hospitalidad recorre la sociedad japonesa

Cualquiera que se aproxime a la cultura japonesa se topa pronto con el carácter gentil de su sociedad, un carácter que está por todas partes: en el habla, en la escritura y en los gestos

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En 2013, tras presentar Japón su candidatura de Tokio 2020 ante el Comité Olímpico Internacional, una palabra comenzó a dar forma a aquella por entonces propuesta, volviéndose un eco constante en el anuncio de unos Juegos Olímpicos que este domingo llegan a su fin. Fue entonces, hace ocho años, cuando la embajadora japonesa para los juegos, Christel Takigawa, expresó públicamente en Buenos Aires (Argentina) su deseo de que Japón acogiera las Olimpiadas siguiendo una visión: el 'Omotenashi'.

Traducida como "hospitalidad”, el concepto de omotenashi significa mucho más. Cualquiera que se aprexime a la cultura japonesa, sea de la manera que sea, se topa pronto con el carácter gentil de su sociedad, un carácter que está por todas partes: en el habla, en la escritura, en los gestos. La cortesía da forma a este país con un carácter comunitario y grupal muy arraigado. En las casas y en las calles, en edificios públicos y en el transporte, en bares, en hoteles, en cualquier rincón que se te ocurra, todo está pensado desde esa visión que ahora sabemos que tiene un nombre. El omotenashi es una forma de vida, una manera de entender el mundo y su día a día, es cortesía sin límites, el deseo de que la armonía prospere siempre por encima del conflicto.

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De hecho, una de las últimas maneras de aplicar esta filosofía a todo lo que construya el momento social en Japón es a través de la tecnología: desde puertas de taxis abriéndose automáticamente para recibirte antes incluso de que hagas el amago de abrirlas a la temperatura que adquieren los inodoros para que no pases frío cuando te sientas en uno.

Todos los conceptos que llevan al omotenashi

“El código social japonés se sustenta sobre cuatro conceptos importantísimos: la cortesía japonesa o culto a la forma (rei), la armonía social o wa, la verticalidad en las relaciones o tate shakai y la dualidad entre tus deseos verdaderos y lo que muestras al exterior (honne/tatemae), todos ellos muy relacionados también con las dualidades de uchi/soto (dentro/fuera) y omote/ura (lo público/lo privado)”, sostiene Laura Tomàs, experta en Sociedad y Cultura de Asia Oriental creadora del blog ‘Japonismo’. Todo esto conforman la idea de omotenashi.

Como un espejo en el que buscar el reflejo del camino gestuales a la gentileza, el omotenashi lleva consigo el origen del rei, del tate shakai, y de la enorme cantidad de términos que envuelven el gesto hacia los demás de muchas personas japonesas. Por eso su propio origen es incierto. Según señala Tomàs, podría haberse conformado en la ceremoia del té, cuando esta se popularizó a partir del siglo XVI, pero también en el propio deporte, en las artes marciales. Así que no es extraño que estos últimos Juegos Olímpicos estén siendo los Juegos del omotenashi.

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Fuente: EFE

“Esta forma de hospitalidad es el resultado del culto a la forma, a la etiqueta y a la educación, tan evidentes en dicha ceremonia. Pero también es resultado del culto al servicio para asegurar el respeto mutuo y en consecuencia, la armonía social, siendo el bien del grupo más importante que el bien individual. Y aquí entra en juego también el bushido, el código de los samuráis, que giraba en torno a la compasión y el respeto a los enemigos, el honor y la disciplina”, apunta Tomàs.

La reciprocidad en el gesto

Coincidiendo con un momento en la historia en que muchas de las aristas sociales, las luchas, y la propia pandemia han avivado la conciencia colectiva, casualidad o no, han sido unas Olimpiadas repletas de gestos de respeto y compañerismo entre los y las deportistas participantes: Desde el emotivo abrazo de la nadadora estadounidense Lilly King a la sudafricana Tatjana Schoenmake después de que esta última se llevara el oro en 200 metros braza hasta los aplausos de Simone Biles a la brasileña Rebeca Andrade o la euforia de Ana Peleteiro ante la victoria de su compañera y rival Yulimar Rojas.

Pero el omotenashi no se trata de altruísmo individualista, la conciencia colectiva construye esta idea como una reciprocidad en el gesto, en la atención y, por tanto, un equilibrio de pensamiento por todos y para todos. Es decir, esta versión japonesa de lo que en otras partes del mundo se entiende por hospitalidad conlleva una relación más igualitaria: no es dar sin recibir a cambio, sino dar sin esperar recibir nada a cambio pero ser retribuido por igual desde el impulso.

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Fuente: EFE

La enviada especial de la BBC para la cobertura de los Juegos, Tamara Gil, así lo narra en un artículo. Gil cuenta que a su llegada a la capital japonesa, tres mujeres comenzaron a seguirles a ella y al resto del equipo. Las mujeres repetían la misma palabras una y otra vez: “¡Omotenashi, omotenashi!”. Mientras el grupo, sin entender nada, trataba de aligerar el paso, a ella le llamó la atención aquello que no paraban de decir, y fue entonces cuando se percató de que no se trataba de una de esas situaciones en las que, como turista, alguien trata de venderte o proponerte algo: las mujeres estaban intentando ofrecerles mapas de la ciudad, “con indicaciones para llegar a los lugares más icónicos e incluso recomendaciones de comida. En definitiva: una dulce y acogedora manera de darnos la bienvenida”. Aunque en este caso, aquellas mujeres no esperaran mucho a cambio, seguro que con un “Arigatogozaimashita” o lo que es lo mismo, un gracias, bastaba. Algo que podría haberse quedado en el aire como una de esas situaciones incómodas que a menudo provocan las diferencias culturales.

Sonrisas que conducen a la armonía colectiva

“El servicio al cliente en Japón es exquisito, algo que llama mucho la atención a los turistas que visitan el país y es algo que podemos entender analizando la palabra okyakusama”, escribe Tomàs. Esta experta en cultura japonesa tira del hilo para mostrar todo el trasfondo que hay detrás de un simple gesto: “El término japonés okyakusama puede traducirse de varias maneras, desde cliente y posible comprador hasta invitado o huésped de honor. Así pues, la palabra para referirse a cliente es la misma que para referirse a un invitado, algo que sin duda explica el por qué de la exquisitez del servicio al cliente en Japón, donde el cliente no sólo es un posible comprador, sino sin duda un invitado al que cuidar”.

Aunque esta forma máxima de hospitalidad era antes nombrada desde la situación de una clase social con pocos recursos dedicando su vida a servir a las clases adineradas, algo que puede seguir sosteniendo las formas en que el omotenashi sigue dándose en el sector del turismo, la intención ha trascendido a lo largo de los siglos estableciéndose como parte de la colectividad misma. El omotenashi pues tiene en la actualidad tantas formas como situaciones puedan darse entre personas: “De hecho, el término japonés ‘hohoemi’ significa sonreír de manera amable y hospitalaria y está muy relacionado con el omotenashi, pues una simple sonrisa puede hacer milagros, ¿no os parece?”, sostiene Tomàs.

En 2013, tras presentar Japón su candidatura de Tokio 2020 ante el Comité Olímpico Internacional, una palabra comenzó a dar forma a aquella por entonces propuesta, volviéndose un eco constante en el anuncio de unos Juegos Olímpicos que este domingo llegan a su fin. Fue entonces, hace ocho años, cuando la embajadora japonesa para los juegos, Christel Takigawa, expresó públicamente en Buenos Aires (Argentina) su deseo de que Japón acogiera las Olimpiadas siguiendo una visión: el 'Omotenashi'.

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