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¿Y si los Juegos Olímpicos volvieran a hacerse desnudos?
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¿Y si los Juegos Olímpicos volvieran a hacerse desnudos?

Según la leyenda, en la Antigua Grecia competían sin ropa en honor a un corredor que perdió su atuendo en mitad de una carrera. Era una manera de exaltar la belleza del cuerpo

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

Los Juegos Olímpicos de Tokio pasarán a la historia por la complicación de su logística, en una época pandémica en la que la opinión pública japonesa se ha dividido entre aquellos que consideraban necesario que se realizasen y los que no las tenían todas consigo. En realidad, desde que surgieron en la Antigua Grecia, han mantenido algunas costumbres que a día de hoy siguen resultándonos normales y conocidas: se celebraban también cada cuatro años, comenzaron en el 776 a.C y competían los representantes de diversas ciudades-estado.

Como ahora, también se celebraban en julio y agosto, y servían para favorecer la amistad entre pueblos y ciudadanos. Por supuesto, después de tantos años, muchas cosas han cambiado como es lógico: ya no se celebran en Olimpia pese a que fue el lugar que les dio el nombre, y algo aún más curioso pues suele llamar mucho la atención, tampoco se celebran desnudos.

Según Tucídides, en las Olimpiadas más antiguas los participantes usaban un taparrabos hasta que pasaron a competir desnudos con el objeto de impedir la participación femenina encubierta

Pero, ¿realmente competían desnudos? Según el historiador Tucídides, en las Olimpiadas más antiguas los participantes usaban un taparrabos hasta que, en el siglo V a.C., pasaron a competir desnudos con el objeto de impedir la participación femenina encubierta. Al fin y al cabo, el culto al cuerpo era fundamental en el mundo griego y exponerlo no estaba mal visto. De hecho, los atletas vencedores eran honrados con esculturas en las que se les representaba desnudos, y el competir mostrando los músculos en tensión era solo una forma más de exaltar la perfección del cuerpo humano. Dejando a un lado la versión de Tucídides, otra antigua leyenda aseguraba que se competía desnudo en homenaje a un corredor (Orsippus de Megara, para ser más claros) que perdió su ropa a medida que corría y siguió compitiendo sin vergüenza.

Foto: Hitler, en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 (Imago, foto de archivo)

A día de hoy parece difícil que los competidores en Tokio 2021 vayan a desnudarse. Es verdad que los Juegos Olímpicos en pleno coronavirus ya están siendo bastante peculiares, y que el desnudo aportaría un poco más de irrealidad a esta extraña época que estamos viviendo, pero a decir verdad no sería especialmente útil o cómodo, por mucho que los griegos lo hicieran. Al fin y al cabo, la ropa juega un papel fundamental en el deporte, pues los zapatos aportan agarre y resistencia o los bañadores ayudan a deslizarse, por poner algunos ejemplos. Y no solo eso, sirve para mantener algunos órganos como los senos de las mujeres o los genitales de los hombres "en su lugar", sin moverse, lo cual aporta comodidad.

Olga Troynikov apunta en un reciente artículo en 'BBC' que la ropa ayuda un poco a los atletas: agiliza el cuerpo y lo refuerza, permitiendo que los músculos se ejerciten mejor. "Los cinturones de levantamientos de pesas y el spandex son útiles para estabilizar y que los competidores dirijan toda su energía al trabajo que están haciendo. Sin ellos, su rendimiento puede verse afectado. La ropa muy suave también puede reducir la resistencia que encuentre el cuerpo al moverse en el agua. Por poner un ejemplo, los ciclistas además de afeitarse las piernas también utilizan ropa ajustada con muy poca resistencia y parches estratégicos. Aunque creo que la mayor ventaja de la ropa se da en la natación".

La ropa juega un papel fundamental en el deporte, pues los zapatos aportan agarre y resistencia o los bañadores ayudan a deslizarse

Los zapatos son otro ejemplo: garantizan seguridad, pues el calzado adecuado proporciona soporta en el arco y el talón así como amortiguación para poder correr o saltar. De la misma manera, reducen el impacto en las extremidades inferiores, huesos, ligamentos y músculos, pues al fin y al cabo los pies soportan todo el peso del cuerpo. Por seguridad, algunos deportes requieren un calzado aún más especializado, así que en todo caso si se volvieran a hacer los Juegos Olímpicos con los deportistas como Dios los trajo al mundo, por lo menos deberían mantener los zapatos por seguridad.

Y dejando a un lado este tipo de cuestiones de comodidad y centrándonos en la moral o la ética, siendo sinceros los Juegos Olímpicos con competidores desnudos no solo no aportarían nada sino que traerían bastantes quebraderos de cabeza: los atletas menores de 18 años no podrían estar obligados a competir desnudos (en la Antigua Grecia participaban atletas de 12 años, pero la naturaleza religiosa de los Juegos los hacía diferentes) porque esto llevaría a una irremediable sexualización de los Juegos. Muchos países o espectadores de pensamiento más liberal no lo aprobarían y podría afectar al rendimiento de los atletas, que al fin y al cabo irían con la presión de saber que su cuerpo va a ser juzgado por millones de personas en todo el mundo.

Los atletas lo pasarían mal y necesitarían mucha energía para desconectarse del juicio social emitido por la población, lo que probablemente afectaría a su rendimiento

En definitiva, si la desnudez se convirtiera en un elemento básico de los Juegos, podría volverse quizá a esa creencia griega de que la desnudez atlética estaba ciertamente relacionada con el heroísmo y la celebración. Pero bastantes atletas lo pasarían mal y necesitarían mucha energía para desconectarse del juicio social emitido por la población, lo que probablemente afectaría a su rendimiento. Quizá los ganadores no serían entonces los que tuvieran mayor destreza, sino los que pudieran abrazar mejor la mentalidad de una civilización ya extinta.

Los Juegos Olímpicos de Tokio pasarán a la historia por la complicación de su logística, en una época pandémica en la que la opinión pública japonesa se ha dividido entre aquellos que consideraban necesario que se realizasen y los que no las tenían todas consigo. En realidad, desde que surgieron en la Antigua Grecia, han mantenido algunas costumbres que a día de hoy siguen resultándonos normales y conocidas: se celebraban también cada cuatro años, comenzaron en el 776 a.C y competían los representantes de diversas ciudades-estado.

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