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El origen histórico de la sandía: no siempre fue tan roja ni tan dulce
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Tal vez haya que cambiar su nombre

El origen histórico de la sandía: no siempre fue tan roja ni tan dulce

Una investigación reciente ha descubierto que lo que se conocía sobre esta fruta estrella del verano no es tan cierto

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Si hay una fruta del verano por excelencia esa es la sandía. Te guste más o menos, hay que reconocer que tiene su hueco guardado en la nevera y en la sobremesa familiar de los domingos en casa de tus abuelos, en la playa, en la piscina… Donde sea, y a cualquier hora, cuando el calor aprieta el trozo de sandía es protagonista desde hace más de 4.000 años. Eso no quiere decir que siempre haya sido tal y como la conocemos en la actualidad, tan roja y tan dulce. ¿Cuál es la historia de esta fruta? ¿De dónde proviene? Si crees que lo sabes quizás no estés en lo cierto.

Muchos de los alimentos naturales que hoy consumimos son en realidad fruto de procesos de domesticación a lo largo de los siglos. La sandía es uno de ellos. Ya se conocía que el antiguo rey egipcio Tutankamón fue enterrado con semillas de esta fruta hace 3.300 años, por lo que su origen se había ubicado (con todo lo que ello implica) en dicha época y región, pero un estudio reciente ha demostrado que lo que hoy es la fruta del verano lleva con nosotros mucho más tiempo. Lo que lo cambia todo, o casi todo, lo que sabíamos sobre ella: ¿Roja? La sandía alguna vez fue mucho más parecida a un melón que a la sandía en la que ahora estás pensando. Venga, levántate, coge un trozo, y sigue leyendo.

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Un grupo de investigadores de la Universidad Ludwig Maximilian de Munich en Alemania han llevado a cabo, dirigidos por la botánica Susanne Renner, una secuenciación genética integral de la sandía domesticada (Citrullus lanatus), es decir, la que puede que ahora mismo estés comiendo, junto con seis especies de sandías silvestres. Los resultados evidenciaron que aún sabíamos muy poco sobre lo que hemos convertido en un símbolo del que hasta se celebra su día el 3 de agosto. "Descubrimos que los genomas modernos de la sandía domesticada están más estrechamente relacionados con el tipo de sandía salvaje sudanesa que con cualquier otro de las que analizamos", apuntó Renner al portal científico WordsSideKick.com.

Del melón a la sandía

La sandía salvaje sudanesa es, a priori, muy distinta de su versión domesticada. Su pulpa es blanca y menos dulce, según apuntan los científicos, pero esto, lejos de no ser motivo suficiente para rerstarle parentesco, es precisamente lo que marca la historia de la sandía más comercializada y cómo nos ha acompañado (o cómo hemos querido que nos acompañe) hasta hoy. Según este estudio, publicado el pasado mes de junio en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, la similitud genética que los investigadores han hallado entre las dos especies les ha hecho concluir que la fruta sudanesa es probablemente un precursor de la sandía domesticada roja y dulce, y no el llamado melón egusi, como si creía.

Lo que llaman sandía sudanesa es en realidad el melón de Kordofán, una fruta que crece en Darfur, una región al sur de Sudán. Grande, redondo y de un verde pálido, al verlo nadie diría que es el origen de la sandía. De hecho, ni el diccionario de la Real Academia Española contempla esta posibilidad: sandía, del árabe ‘sindiyyah’, que significa ‘de Sind’, la región de Pakistán de la que procedería la planta, tal y como se consideraba. Pero un detalle hallado en una pintura en la tumba de Khnumhotep, un funcionario que sirvió al faraón de la quinta dinastía Nyuserra, ha hecho constatar que todos estábamos equivocados.

En la tumba, situada en la ciudad de Saqqara y sobre la que se cree que tiene más de 4.300 años, aparece una sandía ovalada, perfectamente definida con rayas verdes. Pero existe otra pista en otra tumba cercana, en la que puede apreciarse la misma fruta “cortada en una bandeja junto con otras frutas dulces como uvas”, apunta Renner. La imagen de esta última se publicó originalmente en 1912, “pero nadie la había interpretado antes como una sandía", sostiene la investigadora. Un detalle significativo ahora para la arqueología, pero también para la arqueología de los alimentos y la historia misma de quienes nos servimos de ellos.

placeholder Fuente: Susanne S. Renner, Oscar A. Pérez-Escobar, Martina V. Silber, Mark Nesbitt, Michaela Preick, Michael Hofreiter, Guillaume Chomicki vía BioRxiv
Fuente: Susanne S. Renner, Oscar A. Pérez-Escobar, Martina V. Silber, Mark Nesbitt, Michaela Preick, Michael Hofreiter, Guillaume Chomicki vía BioRxiv

Un proceso de cambios de generación en generación

Así pues, los antiguos egipcios ya disfrutaban de sandías dulces y, por tanto, domesticadas. Esto sugiere que la sandía que hoy tomamos fue probablemente adaptada a nuestro paladar en aquella época en Egipto o, al menos, dentro del perímetro comercial del antiguo imperio. Es probable que los agricultores antiguos de la zona probaran a cultivar variantes no amargas de la sandía silvestre que conocían y, generación a generación, aumentaron su dulzura. El color rojo también se debería a dicho proceso por el cual, a través de la selección artificial, los agricultores favorecieron y obtuvieron frutos rojos de forma selectiva.

Cuándo comenzó exactamente esto y qué civilización concreta es responsable de ello está un poco menos claro, pero la investigación dirigida por Renner también trata de dar respuesta a esta pregunta. La nueva ubicación geográfica de su pariente salvaje cercano de Sudán no parece ser una coincidencia: “Se suele pasar por alto a los antiguos nubios (hoy un grupo indígena que habita la actual Sudán y el sur de Egipto y que están considerados como una de las primeras cunas de la civilización)”, asegura Renner al respecto, para hablar únicamente de los egipcios. Sin embargo, aquellos "podrían haber sido quienes domesticaron la sandía y comerciaron con los antiguos egipcios”. Aunque también podrían haber sido los egipcios, pero lo que sugiere esta investigación es que “fue en algún lugar de esta región donde la sandía fue domesticada por primera vez", aclara.

A partir de entonces, fueron necesarias varias generaciones de cruzada selectiva pasando por varios países y culturas para producir la sandía actual. Existen escritos que datan de 400 a.C. a 500 d.C. de los que puede extraerse que la sandía salió antes del noreste de África hacia los países mediterráneos. En este sentido, Harry Paris, horticultor de la Organización de Investigación Agrícola de Israel, sostiene que la expansión territorial de la fruta se habría debido no solo al comercio y el trueque, sino gracias a su forma que la convirtió entonces en un recipiente natural de agua fresca para los largos viajes. Más tarde, en la Antigua Grecia le dieron el nombre de 'pepon' y médicos como Hipócrates y Dioscórides reiteraron su aprecio a ella por sus numerosas propiedades curativas. Según recoge National Geographic, la prescribían como diurético, también se empleaba para tratar golpes de calor en niños colocando la cáscara en la frente de estos.

Resultados claves para un cultivo futuro

En Europa, según las investigaciones de París, las sandías dulces con pulpa roja ya existían en la Edad Media. Los primeros bocetos de esta fruta aparecen en un manuscrito medieval llamado 'Tacuinum Sanitatis', basado en un manuscrito árabe del siglo XI, que la nobleza italiana del siglo XIV quiso recopilar con ilustraciones. En la actualidad, el cultivo de sandía está lejos de sus orígenes. Según las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas, el mayor productor y exportador de sandías es China, con 61 millones de toneladas anuales. Por detrás quedan Turquía (3,8 millones), India (2,5) y Brasil (2,3 millones).

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Fuente: Wikimedia


Los resultados del nuevo estudio no solo cambian la percepción sobre la historia de un alimento que, en estas fechas, encontramos a montones en cualquier supermercado, sin preguntarnos cómo ha llegado hasta ahí no solo geográficamente sino en el tiempo, también hacen replantear la visión desde la que se ha trazado la propia historia. Como afirma Hanno Schaefer, profesor de biodiversidad vegetal en la Universidad Técnica de Múnich a WordsSideKick.com.: "Cada vez está más claro que hemos descuidado enormemente la región del norte de África. Nos hemos centrado demasiado en el Creciente Fértil (una región histórica que se corresponde con parte de los territorios del Levante mediterráneo, la Mesopotamia y Persia), donde los granos y las legumbres parecen haberse originado, pero necesitamos invertir más recursos en el estudio de la agricultura del norte de África y agregar esos hallazgos a la evidencia arqueológica".

Los nuevos hallazgos podrían, además, contribuir al cultivo del futuro. Según Guillaume Chomicki, coautor del estudio, el melón de Kordofán tiene genes mucho más resistente a plagas de insectos que las sandías modernas, por lo que esta especie podría ser útil para producir sandías modernas de manera más ética, reduciendo el uso de pesticidas en la lucha para frenar el cambio climático.

Si hay una fruta del verano por excelencia esa es la sandía. Te guste más o menos, hay que reconocer que tiene su hueco guardado en la nevera y en la sobremesa familiar de los domingos en casa de tus abuelos, en la playa, en la piscina… Donde sea, y a cualquier hora, cuando el calor aprieta el trozo de sandía es protagonista desde hace más de 4.000 años. Eso no quiere decir que siempre haya sido tal y como la conocemos en la actualidad, tan roja y tan dulce. ¿Cuál es la historia de esta fruta? ¿De dónde proviene? Si crees que lo sabes quizás no estés en lo cierto.

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