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La expedición Malaspina: una odisea moderna por la ciencia
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Heroísmo en la desidia

La expedición Malaspina: una odisea moderna por la ciencia

Si habito en tu memoria no estaré solo…Mario Benedetti. Es sabido que la ilustración en España fue una ilusión óptica con motor

Foto: Alejandro Malaspina (Wikimedia)
Alejandro Malaspina (Wikimedia)

Si habito en tu memoria no estaré solo…

Mario Benedetti.

Es sabido que la ilustración en España fue una ilusión óptica con motor diésel y freno de mano incorporado. A pesar de la cruenta lucha contra el inmovilismo y los padres de la Iglesia, siempre reacios a cualquier cambio que comportara dar oxígeno a los pensadores, fue una lucha épica entre la iniciativa de unos valientes y los de Atapuerca. Era como jugar en los límites de la nada contra molinos de viento. Pero como es sabido, en un páramo, el eco se diluye rápido antes de caer en el olvido.

España es propensa a devorar a sus hijos más notables, el Síndrome de Procusto es la herramienta favorita de las mentes anquilosadas para evitar que los que tienen iniciativas para alejarnos de lo cutre, esa mugre viscosa de la ignorancia, puedan hacer progresar a la nación y elevarla hacia lugares más habitables ocupando un digno lugar en el mapa.

Foto: Martin Alonso Pinzón y Cristobal Colón

Un ejemplo palmario de esta práctica consagrada a nivel de deporte nacional, fue el caso del teniente de navío Alejandro Malaspina tras afrontar una de las hazañas más increíbles de la ciencia.

Corría el año 1789 cuando las corbetas Descubierta y Atrevida, ambas gemelas, de sólida construcción, proa de cuchillo, bella estampa y muy marineras, al mando de dos capitanes de navío, José Bustamante y Alejandro Malaspina, se embarcaban en una de las aventuras más osadas de la moderna navegación y quizás, de todos los tiempos.

El periplo de ambos marinos estaba motivado por una circunnavegación que implicaba diversas paradas en diferentes posesiones españolas a lo largo y ancho del mundo. Aunque de carácter eminentemente científico, una discreta mirada hacia el funcionamiento de la administración en aquellos lares, era plato de obligada revisión. Ello, obviamente implicaba desnudar corruptelas, mala praxis en aquellas lejanas administraciones, espabilar hábitos acomodaticios, poner el dedo en la llaga y, en definitiva, ser inoportuno.

Las expectativas pasaban por realizar valoraciones astronómicas, zoológicas, botánicas, generación de cartas hidrográficas en bahías, estrechos, ríos remotos y una miríada de experimentos de diferente índole. Desde la dársena militar del puerto de Cádiz en medio de la canícula veraniega, tal que un 30 de julio de 1789, lo más granado de la ciencia española iba a afrontar la que probablemente haya sido la más ambiciosa apuesta científica de aquel siglo de expansión ilimitada en lo territorial, pero también de achaques en un imperio que lentamente declinaba su gloria de antaño.

placeholder Rutas realizadas por las corbetas La Atrevida y La Descubierta en la expedición Malaspina entre 1789 y1794. (Iván Hernández Cazorla, Wikimedia Commons - Licencia CC-BY-SA 4.0)
Rutas realizadas por las corbetas La Atrevida y La Descubierta en la expedición Malaspina entre 1789 y1794. (Iván Hernández Cazorla, Wikimedia Commons - Licencia CC-BY-SA 4.0)

Tras rebasar las islas Canarias, navegaron hacia Montevideo remontando el Rio de la Plata para finalizar tras doblar el Cabo de Hornos el primer tramo de aquella ambiciosa expedición, en Acapulco, en el oeste del virreinato de Nueva España, lo que hoy configura el actual México tras las mermas causadas por los sucesivos expolios de los belicosos vecinos del norte. No hay que olvidar un dato indispensable para conocer la magnitud territorial de un virreinato que en su momento álgido abarcaba más de la mitad del territorio que en la actualidad ocupan los EE.UU. Estamos hablando probablemente de más de 5.000.000 de km, que no es moco de pavo. Todo ello, con el tiempo, se perdería irremisiblemente.

Pero la cosa no queda ahí. Buscaron el Paso del Noroeste, visitaron el destacamento más al norte del imperio español, Nutka, cartografiaron parte del oeste de Canadá, de ahí se fueron a Filipinas, Macao y Nueva Zelanda para más tarde durante el retorno, hacer aguada en las Malvinas; una odisea. En todas las escalas que se efectuaron durante aquel periplo, los expedicionarios harían contacto con una pléyade de científicos locales que se irían incorporando a ambas tripulaciones.

Pero volviendo a la mala praxis de este nuestro pueblo para con aquellos de sus semejantes, negras nubes se cernían sobre aquella increíble obra de exploración, nunca igualada en la historia de la humanidad por su complejidad y cualificación.

"Cuesta creer que la necedad de todo un 'primer ministro' concluyera que aquel modesto científico y marino fuera un revolucionario digno de pasar una temporada a la sombra"

Parece ser que el informe presentado por aquel ilustre teniente de navío, "Viaje político-científico alrededor del mundo" que vería la luz en el año de arribo de 1794, incluía anexo un informe confidencial altamente explosivo.

Valoraciones muy críticas con la corrupción y chanchullos de los gerifaltes locales en el manejo o dirección de las instituciones coloniales sugerían un mayor control fiscal e investigaciones complementarias. A finales de 1795, el impresentable de Manuel Godoy lo acusaría de conspirador haciéndolo preso. Se hace necesario recordar que este arrogante válido además de ser un jeta cualificado, era un chorizo de Cantimpalos doctorado (perdónenme sus vecinos pues no hay intención vinculante). Ya le había negado anteriormente a la Armada partidas presupuestarias indispensables (cuyas consecuencias se materializarían en la tragedia de Trafalgar), y al general Ricardos imprescindibles recursos de guerra para el conflicto del Rosellón (que luego perderíamos cuando íbamos ganando), y así, suma y sigue.

Cuesta creer que la necedad y visión estrábica de todo un “primer ministro” de la época, concluyera que aquel modesto científico y marino fuera a juicio de este inveterado asalta camas y cazador de gamos a tiempo parcial, un revolucionario digno de pasar una temporada a la sombra. Diez años del ala le cayeron en una prisión de La Coruña y si no es por Napoleón que veía en este hombre la encarnación del conocimiento, no habría salido de aquellas húmedas sombras antes de lo previsto.

"Sería hacia el año 1885, casi un siglo después, cuando Pedro de Novo, a la sazón teniente de navío, publicaría la avanzada obra de estos increíbles marinos"

La expedición Malaspina se había hecho con una ingente cantidad de material en aquel viaje científico sin precedentes. Especies botánicas y minerales, croquis, innumerables cartas náuticas habían convertido a aquellas ágiles naves de guerra en mensajeras de lo que una apuesta cabal puede hacer por la ciencia en tiempos de paz.

De aquel arduo esfuerzo, solo un pequeño atlas con 34 cartas náuticas vería la luz. El grosero empecinamiento del triste personaje que regiría los destinos de España en las postrimerías del siglo XVIII había pretendido cepillarse el legado de estos dos ilustres marinos; no obstante, sus compañeros uniformados habían entendido perfectamente la potencialidad y valía de aquella histórica herencia, interviniendo de oficio la propia Dirección Hidrográfica del Ministerio de Marina. Del ingente resto de documentación, se sabe y consta, que la British Library adquirió la totalidad de su documentación cartográfica. Más de lo mismo.

Sería hacia el año 1885, casi un siglo después, cuando Pedro de Novo a la sazón teniente de navío publicaría la avanzada obra de estos dos increíbles marinos, Malaspina y Bustamante en su deambular por el globo entre 1789 a 1794. Lamentablemente, algunas observaciones astronómicas, materiales de investigación, útiles, herramientas diseñadas ad hoc se habían volatilizado en medio de la desidia.

En el año 2010, y por un año entero, se reprodujo con más de 250 jóvenes científicos el espíritu de aquella increíble apuesta del mundo científico de la época. El barco de investigación oceanográfica Hesperides honraría la memoria de aquellos dos grandes donde los haya, Malaspina y Bustamante.

España, entre claroscuros de gloria y desidia.

Si habito en tu memoria no estaré solo…

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