Es noticia
La cortina de tofu: geopolítica a pequeña escala en un valle de Massachusetts
  1. Alma, Corazón, Vida
El problema del imaginario colectivo

La cortina de tofu: geopolítica a pequeña escala en un valle de Massachusetts

Una cordillera y una 'cortina de tofu' separan dos supuestas realidades adversas que son, en realidad, una prueba de que el futuro sigue condicionado por una lógica clasista

Foto: Fuente: iStock
Fuente: iStock

El tofu es uno de los alimentos más popularizados en los últimos años en Occidente. Este básico de la cocina oriental con siglos de historia ya es un aliado del vegetarianismo y el veganismo. Una cosa blandita elaborada a base de soja, de color blanquecino y sin apenas olor que genera, como poco, curiosidad. Si sabes cocinarlo, es una delicia rica en proteínas y otros nutrientes, pero no solo eso: el tofu es también un símbolo político.

Cuando hablamos de geopolítica tendemos a pensar en un marco que abarca todo el planeta a partir de unas pocas salas de oficina. Esa incoherencia espacial que contemplamos en nuestra mente es fruto del bagaje capitalista que nos ha traído hasta aquí, pero también de una conciencia social que cada vez se posiciona más en contra de dicho modelo de vida. En un contexto de incertidumbre, las reivindicaciones sociales se acrecentan: el feminismo, la lucha antirracista o los movimientos contra el cambio climático han deshilvanado el lenguaje de eufemismos que ha construido el mundo en las últimas décadas (si no en los últimos siglos) en pro de un bienestar devastador. Pero el aceleracionismo, como su nombre indica, sabe escurrirse rápido y camuflarse en las fronteras del pensamiento. Es así como el tofu nos habla de progresismo y desigualdad, y de los inconvenientes de una conciencia ecologista que no tenga en cuenta la justicia social.

Foto: Un plato de tofu.

Un modelo estructural clasista

Al oeste del estado de Massachusetts, en Estados Unidos, la población de dos condados que se extienden sobre el llamado ‘Pioneer Valley’ (Valle Pionero en su traducción) está dividida por el espejismo del desarrollo (como un vestigio del sueño americano). Una cordillera separa dos supuestas realidades adversas que son, en realidad, una prueba de que el futuro sigue condicionado por el arraigo del modelo estructural clasista. Al norte de las montañas de Holyoke se encuentra Hampshire, que en el imaginario colectivo se observa como escenario de prosperidad y un idilio verde. Sus pequeñas ciudades albergan universidades y centros de estudios reconocidos en todo el país, y por tanto es lugar de jóvenes e intelectuales y espacio para manifestaciones. Pero no solo está habitado por millennials tecnológicos, ya que su población es mayoritariamente rural, organizada en cooperativas y pequeñas empresas donde se fabrican productos naturales como, efectivamente, el tofu, que venden a la creciente población vegetariana y vegana de la zona. Al sur, el condado de Hampden, con grandes ciudades habitadas por la clase trabajadora. Algunas de sus áreas como Springfield o Holyoke son grandes urbes gentrificadas y deprimidas económicamente a las que se ha descrito en clave de violencia, drogas, contaminación y delincuencia.

Para la construcción de estos dos mundos no ha bastado con las delimitaciones geográficas: sobre las montañas o entre estas la gente dice que hay corrida una ‘cortina de tofu’. La expresión no tiene un origen concreto y, de hecho, tampoco un significado concreto, pero en su forma más usada en la zona va implícita la apropiación de un discurso plural por parte de la clase media adinerada. El término, del que existe escasa información en internet, está recogido en el ‘Urban dictionary’; y son los datos del censo del país los que lo sostienen. Sin embargo esto mismo recalca las dinámicas de marginación a las que haría referencia, ya que no pueden considerarse datos absolutos. Una lectura racista que ignora, por ejemplo, que también existen colegios y universidades en el condado del sur. Tanto es así que en el área metropolitana de Springfield alberga lo que se conoce como el “corredor del conocimiento”, donde se aglutinan varios centros de educación superior, al que consideran en cualquier caso inferior que los del norte.

Foto: Araceli Mangas, catedrática de Derecho Internacional Público y RRII.

El idilio blanco tras la cortina de tofu

El concepto de ‘cortina de tofu’ actúa así como un distintivo o un hándicap, porque vivir a un lado u otro de esta es vivir dentro o fuera del progreso. Mientras el norte presume de diversidad sexual convertida en uno de los principales núcleos de la comunidad LGTBIQ, el sur se muestra multicultural, siendo espacio habitado por la comunidad latina y afroamericana. Las estadísticas del estado muestran que Hampshire es un idilio blanco: en Hampden un 10,9% de su población es afrodescendiente y hasta un 26,3% es de origen hispano o latino, frente a un 3,4% y un 5,9% respectivamente para el caso Hampshire, según las últimas estadísticas de la Oficina del Censo de los Estados Unidos.

El mismo organismo demuestra en cifras dos aspectos fundamentales: que las diferencias económicas entre ambos condados son cada vez menos notables, y que pese a ello la pobreza se extiende por todo el valle. En este sentido, la web de Wikipedia señala al respecto que “además de estar poblado por residentes pudientes y estudiantes universitarios, también existen disparidades económicas dentro de Northampton, lo que provoca grietas en el vecindario en ese lado de la cortina de tofu. A pesar de la presencia de una universidad adinerada y una universidad enorme, los datos de 2016 mostraron que el 50% de los niños de Amherst recibieron almuerzos gratis o reducidos en la escuela pública con el criterio de vivir en hogares de bajos ingresos”.

La cuestión es por tanto mucho más compleja que aprender a cocinar tofu. Si dar respuestas a la geopolítica mundial a partir de la idea de una cortina de hierro ha trivializado la noción que la sociedad tiene de ella, hablar de desigualdad social y polarización a pequeña escala demuestra la necesidad de rehacer el discurso, una tarea que la clase trabajadora y las poblaciones puertorriqueña y afroamericana llevan a cabo eclipsadas por el peso del discurso dominante de las manifestaciones del norte, pero la organización comunitaria y la política progresista son también antirracistas, y el tofu no es un invento del siglo XXI.

El tofu es uno de los alimentos más popularizados en los últimos años en Occidente. Este básico de la cocina oriental con siglos de historia ya es un aliado del vegetarianismo y el veganismo. Una cosa blandita elaborada a base de soja, de color blanquecino y sin apenas olor que genera, como poco, curiosidad. Si sabes cocinarlo, es una delicia rica en proteínas y otros nutrientes, pero no solo eso: el tofu es también un símbolo político.

Social
El redactor recomienda