La verdadera historia (y los mitos) sobre los cementerios de elefantes
Según las leyendas africanas, estos increíbles animales abandonan a sus manadas cuando notan que la muerte está próxima, para descansar en un lugar designado. ¿Son ciertas?
A menudo la naturaleza se nos muestra en todo su esplendor, y los otros animales con los que compartimos este inmenso mundo nos sorprenden por sus cualidades o su parecido con nosotros. En ocasiones nos pareciera que imitan algunos de nuestros comportamientos, porque inmersos en nuestra egolatría nos cuesta creer que seres con una inteligencia inferior sean capaces de cooperar de manera civilizada. Desde la hormiga al elefante, y parafraseando un poco a Mufasa dando lecciones a Simba en 'El rey león', "todos ocupamos nuestro lugar en el ciclo de la vida".
Volviendo a los elefantes, en general suelen ser animales que llaman bastante la atención del ser humano, no solo por su inmenso tamaño (pueden pesar entre 2.000 y un poco más de 6.000 kilogramos, y medir hasta cuatro metros), sino también por su portentosa memoria (debida a su gran volumen cerebral).
Algunos estudios realizados con ellos señalan otras curiosidades de esta especie: se comunican a pisadas, debido a que viven en comunidades separadas espacialmente y que son muy complejas, por lo que dependen de la comunicación a larga distancia para sobrevivir. Utilizan las vibraciones del suelo para alertarse.
Durante el siglo XIX el cementerio se buscó incansablemente más por ambición que por motivos curiosos o científicos: había de ser un lugar fantástico plagado de marfil
Es probable que hayas escuchado en más de una ocasión hablar de los cementerios de elefantes, que son la demostración de cuán complejos y gregarios son estos animales: de acuerdo con la mitología africana, el cementerio de elefantes es un lugar mítico ubicado en África (algo así como El Dorado del continente madre y cuna de la civilización), donde se creía que iban a pasar sus últimos días los elefantes moribundos. Durante el siglo XIX el cementerio se buscó incansablemente más por ambición que por motivos curiosos o científicos: había de ser un lugar fantástico plagado de marfil.
¿Mito o realidad?
¿Se trata entonces de un mito? Aunque se buscó incansablemente durante aquel siglo, fue difícil dar con ese mítico cementerio de elefantes, como sucedió con el Dorado. La leyenda explicaba que los paquidermos, al notar que su muerte está próxima, deciden separarse de la manada para no retrasarla (son animales migratorios, por lo que es normal que se desplacen viajando largas distancias para buscar lugares donde haya abundancia de agua y comida y así sobrevivir). Al separarse de su grupo, buscan un lugar que no haya sido pisado o conquistado por el hombre para poder descansar en paz.
Los elefantes están en continuo movimiento por el continente, por lo que parece muy difícil que pudieran tener un lugar específico designado como cementerio
Se trata, como algunas leyendas, de una verdad a medias. El cementerio de elefantes como tal, con millones de huesos de paquidermos, no existe en África, principalmente porque como hemos dicho están en continuo movimiento por el continente, por lo que parece muy difícil que pudieran tener un lugar específico designado como cementerio. Por otro lado, los fuertes vientos arrastran los huesos, por lo que tampoco se quedan para siempre en un sitio fijo.
Sin embargo, algunos expertos como el escritor Rupert Sheldrake aseguran que parte del mito es verdad: aquellos elefantes que tienen algún tipo de desnutrición buscan instintivamente lagos u otras fuentes acuosas, con la esperanza de que bebiendo mejoren sus condiciones. Los que no logran mejorar terminan muriendo cuando se encuentran en las proximidades del agua. Sería una explicación a por qué en zonas como el lago Turkana en Kenia (lago Rodolfo en español) se encontraban en el pasado cadáveres de estos animales (ahora ya no quedan, y tampoco rinocerontes). Aunque otra explicación es que se envenenaban con las aguas saladas del lago.
Estos animales lloran y sienten compasión, hasta el punto de quedarse acompañando a sus compañeros cuando fallecen durante varios días, velándolos
Sea como fuere, aunque la codicia del hombre no quedara satisfecha con un cementerio lleno de marfil, no es menos verdad que los elefantes son seres que lloran y sienten compasión, hasta el punto de quedarse acompañando a sus compañeros cuando fallecen durante varios días, velándolos. Una demostración de generosidad de estos animales bellos, avanzados y profundamente especiales.
A menudo la naturaleza se nos muestra en todo su esplendor, y los otros animales con los que compartimos este inmenso mundo nos sorprenden por sus cualidades o su parecido con nosotros. En ocasiones nos pareciera que imitan algunos de nuestros comportamientos, porque inmersos en nuestra egolatría nos cuesta creer que seres con una inteligencia inferior sean capaces de cooperar de manera civilizada. Desde la hormiga al elefante, y parafraseando un poco a Mufasa dando lecciones a Simba en 'El rey león', "todos ocupamos nuestro lugar en el ciclo de la vida".