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Camuflaje y bosques mágicos: la historia del silbo gomero
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Camuflaje y bosques mágicos: la historia del silbo gomero

Una forma de comunicación indescriptible para los legos, asombroso cuando se escucha e impactante para los neófitos

Foto: Atardecer en la isla de La Gomera (Fuente: iStock)
Atardecer en la isla de La Gomera (Fuente: iStock)

La política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria.

Voltaire.

Aquel grillo había sido llevado por unas corrientes de aire de una isla a otra en una increíble excursión – más bien epopeya-, hacia un macromundo lejano. Aterrizado en La Gomera de repente y sin recuperarse del shock, se encontró en medio de una sinfonía de extraños lenguajes que le resultaban de inabarcable comprensión. Eran silbos que cabalgaban entre las crestas y valles a una velocidad insuperable que para sí hubiera querido Filipides, el desgraciado corredor que llevó las buenas nuevas a Atenas tras la derrota de Dario I en la batalla de Maratón en el 492 a.C. Esto era así, era un grillo feliz, sorprendido sí, pero un grillo feliz, y la isla en cuestión un paraíso aislado en aquel enorme océano.

El pequeño grillo se había venido “parriba” sorprendido por la algarabía de los humanos mientras se preguntaba que ocurría allí, en ese extraño lugar. El atónito insecto, tras su larga odisea, no ganaba para sustos y su peculiar cacofonía estaba condenada al ostracismo en medio de aquella sorprendente sinfonía.

Lo que acontecía exactamente no era otra cosa que la sorpresa mayúscula que el pequeño animal presenciaba por parte de un ejercicio coral de los autóctonos de esta mágica isla, alejada cuña de tierra en el proceloso océano.

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El silbo gomero es una forma de comunicación indescriptible para los legos, asombroso cuando se escucha e impactante para los neófitos. Es una forma antiquísima de comunicación cuyo certificado de presencia en la cultura humana, se define recientemente alrededor del siglo XV y que dio quebraderos sin cuenta a los conquistadores peninsulares durante el afortunado descubrimiento para la Corona Hispánica, no exento de duros lances con los nativos guanches.

Esta técnica de comunicación entre los isleños, permitió a los autóctonos escabullirse de sus adversarios con numerosas técnicas de camuflaje entre sus endémicos y mágicos bosques de Laurisilva y, a través del absoluto dominio que ejercían con esta críptica herramienta que tan desconcertados tenía a sus adversarios, pues permitía a dichos nativos escapar al control invasor.

Este idioma creado por aborígenes canarios en tiempos remotos e inclasificables e independientemente de su registro antropológico, aún hoy sigue siendo desconcertante.

"Ya antaño las tribus del Lago Baikal desarrollaban metalenguajes crípticos; en el centro y oeste de Norteamérica los pueblos Sioux, Comanches y Apaches tenían códigos de humo ovoides"

A pesar de que muchos eruditos no lo quieran asumir como un lenguaje en el sentido convencional de la palabra, no deja de ser un “idioma” desarrollado para comunicarse entre largas distancias en una isla de características orográficas tan rotundas como es el caso de La Gomera.

El silbo gomero no es algo banal como un souvenir o una moda pasajera, no; ya antaño las tribus del Lago Baikal desarrollaban metalenguajes crípticos; en el centro y oeste de Norteamérica los pueblos Sioux, Comanches y Apaches con códigos de humo ovoides y de diferentes tonalidades grisáceas según la humedad de las ramas quemadas, los Bereberes con piedras cristalizadas y efectos lumínicos sobre los restos de lo que en tiempos inmemoriales fue un enorme mar, los vascos con la percusión de la Txalaparta rompiendo el silencio de sus inquietantes bosques, y muchas otras colectividades a lo largo y ancho de este planeta que se comunicaban con celeridad sorprendente ante imprevistos que requerían respuestas inmediatas; son solo algunos ejemplos.

Entre escarpados barrancos, al principio los aborígenes guanches se advertían sobre visitas con aviesas intenciones (piratas, corsarios, potenciales invasores, etc.) que en general eran despachados sin más miramientos.

Los autóctonos, se hablaban y hallaban silbándose entre ellos de una forma muy peculiar incluyendo diferentes tonalidades musicales incluso con vibratos a partir de la colocación de sus dedos de formas distintas ante la cavidad bucal. La mayoría de las veces el dominio de este metalenguaje se producía por vía paterno filial y en un entorno cada vez más reducido por razones obvias. Tras la Guerra Civil española el éxodo de canarios a Venezuela en particular, alcanzó cotas de sangría; pero esto es ya otra historia. Los gomeros sufrieron una enorme diáspora en esta durísima emigración hacia el otro lado del Atlántico y los especialistas en silbo gomero disminuyeron drásticamente a causa de este triste éxodo.

Al principio, eran los silbos, una adaptación del guanche, que luego acabarían siéndolo del castellano (hoy se “habla” hasta en inglés). En la historia de este lenguaje secreto, se cree que el espionaje ha incorporado esta ancestral forma de sabiduría. Hoy en día la enseñanza del silbo gomero se ha hecho fuerte en los centros educativos de la isla a través de la labor pedagógica de Eugenio Darías e Isidro Ortiz. Además, cabe destacar que el silbo gomero es el único idioma silbado que es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

"El silbo es una disciplina subyugante cuyos sonidos han enamorado a una extensa comunidad de estudiosos"

En el origen de este lenguaje codificado, estarían los antiquísimos Bereberes que precedieron a los peninsulares. Este lenguaje adaptativo que pasó por manos de los ya mencionados norteafricanos, posteriormente de los guanches, que más tarde se mimetizó con el idioma español, tiene hoy versiones en rumano, inglés, castellano e incluso en medios del hampa de algunas ex repúblicas soviéticas está comprimido de tal manera que pueda ser usado para eludir a las fuerzas del orden. Durante la Guerra Civil española y tras la gran hambruna que arrasó las Canarias, el contrabando y el estraperlo se apoderaron de los códigos gomeros.

A pesar de su compresión o reduccionismo fonético (entre consonantes y vocales no llegan a la media docena), y aunque su secretismo ha sido “reventado” por extraños intereses poco asociados a la faceta cultural que implica este famoso metalenguaje, los lingüistas entienden que el silbo es una disciplina subyugante cuyos sonidos con un significado predeterminado han enamorado a una extensa comunidad de estudiosos.

El silbo, no deja de ser una codificación del lenguaje hablado, extraordinariamente útil para comunicarse en las reducidas distancias de la Isla de la Gomera plagada de espectaculares cortados y barrancos impresionantes. Sus habitantes, en condiciones atmosféricas adecuadas pueden emitir un mensaje codificado que puede oírse a una distancia de dos – tres kilómetros si el viento está a favor. Una docena de gomeros en cadena pueden hacer llegar de costa a costa un mensaje en diez minutos si las condiciones son favorables.

Foto: Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares.

El retroceso producido en los albores del siglo XX con la presencia de la radio ya a pleno rendimiento, supuso un menoscabo durísimo para esta manifestación ancestral de la cultura autóctona. Afortunadamente, las implicadas autoridades locales levantaron vuelo insertando en el sistema educativo local la práctica del silbo con resultados excelentes. Un logro este, enorme para los cada día más recortados presupuestos en el área de educación.

En cualquier caso, si usted lector desea visitar este impresionante lugar en el que la naturaleza desgarra el cielo y el océano con su potente orografía, los lugareños le enseñaran a pedir unas cañas por el método del silbo. Solo le costará una ronda, ronda nunca mejor pagada pues alimenta una cultura ancestral que ha luchado con denuedo por su supervivencia. Anímese y visite este extraño, mágico y potente lugar que no le dejará indiferente.

La Gomera, un lujo para España.

La política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria.

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