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Bultos en el cuello: por qué siempre debes consultar al médico
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Bultos en el cuello: por qué siempre debes consultar al médico

Su causa más frecuente es la inflamación de los ganglios linfáticos o la presencia de un nódulo tiroideo, pero también pueden ser el primer síntoma de una enfermedad maligna

Foto: Foto: Pixabay.
Foto: Pixabay.

Un bulto en el cuello siempre requiere atención. Lo más habitual es que no tenga importancia, pero debe ser el médico quien lo valore, pues esta zona del cuerpo es mucho más compleja de lo que parece a simple vista. Alberga numerosas estructuras: huesos, músculos, venas, arterias, ganglios linfáticos, médula espinal, laringe, faringe, tráquea, glándula tiroides… Todas ellas pueden alterarse y, en muchos casos, dar lugar a protuberancias o hinchazón. Normalmente, no supondrán un problema grave, pero, para evitar riesgos innecesarios, la primera medida será consultar al médico.

El motivo más habitual de la aparición de abultamientos en esta región, según datos del Grupo de Trabajo de Otorrinolaringología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), “es la inflamación de los ganglios linfáticos, que puede estar ocasionada por infecciones bacterianas o virales”. En el extremo opuesto, “la causa menos frecuente, pero más grave, es el cáncer”.

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No hay duda de que, si encontramos un bulto en nuestro cuello, lo primero que vamos a experimentar es miedo y preocupación. Sin embargo, los abultamientos en esta zona son bastante más comunes de lo que pensamos. El doctor Manuel Gargallo, especialista del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz y coordinador de su Unidad de Nódulo Tiroideo, aclara que “alrededor de un 80% de la población ha presentado en algún momento de su vida un bulto en el cuello sin que implique nada peligroso”. Aun así, nunca debemos dejarlo pasar, ya que podría tratarse de una patología maligna —como un cáncer de tiroides—, que, de no tratarse, seguiría desarrollándose sin que nos diéramos cuenta.

“Los nódulos tiroideos [bultos sólidos o llenos de líquido que se forman dentro de la glándula tiroides, situada en la base del cuello] tienen una prevalencia muy frecuente en la población general; habitualmente son asintomáticos, por lo que se suelen descubrir de forma casual al palpar el cuello o al realizar alguna exploración clínica o prueba de imagen”, explica el especialista.

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Foto: Unsplash.

La mayoría de los nódulos tiroideos son benignos, por lo que no precisan ningún tratamiento, aunque algunos pueden crecer lo suficiente como para hacerse visibles o dificultar la respiración o la deglución. Sin embargo, una vez se detecta un nódulo, es necesario realizar un estudio para confirmar esa benignidad y descartar la posibilidad de cáncer de tiroides y la correspondiente necesidad de abordaje quirúrgico para extirparlo. Un proceso que, en ocasiones, puede prolongarse con numerosas consultas y la realización de ecografías y otras pruebas, lo que se traduce en una espera que conlleva para el paciente preocupación y angustia hasta conocer su diagnóstico final.

En este sentido, son especialmente interesantes las unidades específicas, que cuentan con profesionales especializados en la patología y equipamientos adecuados para realizar un abordaje integral que reduzca los tiempos de espera y la incertidumbre. "En ellas, un experto en patología nodular realiza la valoración integral del nódulo del paciente, que incluye no solo la historia y exploración clínica, sino también la realización de una ecografía tiroidea completa", añade el doctor Gargallo. Todo ello es llevado a cabo en el mismo acto asistencial y por parte de un solo facultativo, el mismo que atiende al paciente hasta su alta en la unidad.

"Cuando el tamaño es superior a cuatro centímetros, debe remitirse al paciente de inmediato para la realización de una biopsia"

Este abordaje posibilita que, al finalizar la consulta, y con todos los datos recabados por el mismo especialista, este pueda tener una visión global, que le permite ofrecer un diagnóstico al paciente y orientar la actitud terapéutica a seguir.

Así, tal y como indica el especialista, se puede confirmar "si estamos ante un nódulo absolutamente benigno sin ningún tipo de riesgo, con lo que el paciente recibirá el alta, o si, por el contrario, es recomendable hacer alguna valoración sucesiva, caso en el que se cita una revisión posterior en la consulta de la unidad. Si hay algún dato de sospecha, se puede indicar una punción o aspiración, por lo que se le citará para su realización, también dentro de la misma unidad, unos días más tarde". De esta manera, en menos de una semana el paciente tiene los resultados de la punción; si estos son benignos, se le cita para revisiones con ecografía, mientras que si evidencian algún dato de sospecha, se le deriva directamente al servicio de cirugía para su intervención.

¿Puede ser maligno?

Algunos de los signos de alerta que pueden ser indicativos de la malignidad del bulto son:

  • Que permanezca en el tiempo y no se cure con tratamiento, ni antibiótico (frente a las bacterias) ni antiinflamatorio (en procesos virales).
  • El tamaño. Los ganglios menores de un centímetro de diámetro se consideran benignos. En cambio, si permanecen con un tamaño superior a dos centímetros y van aumentando, podrían ser malignos. “Cuando el tamaño es superior a cuatro centímetros, debe remitirse al paciente de inmediato para la realización de una biopsia”, subraya el doctor Gargallo.
  • Que sea duro puede ser indicativo de malignidad.
  • Que esté adherido a planos profundos, es decir, que no sea móvil.

*El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones para practicar deporte que mejore nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.

Un bulto en el cuello siempre requiere atención. Lo más habitual es que no tenga importancia, pero debe ser el médico quien lo valore, pues esta zona del cuerpo es mucho más compleja de lo que parece a simple vista. Alberga numerosas estructuras: huesos, músculos, venas, arterias, ganglios linfáticos, médula espinal, laringe, faringe, tráquea, glándula tiroides… Todas ellas pueden alterarse y, en muchos casos, dar lugar a protuberancias o hinchazón. Normalmente, no supondrán un problema grave, pero, para evitar riesgos innecesarios, la primera medida será consultar al médico.

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