El antiguo coronavirus que pudo diezmar el este de Asia hace 25.000 años
La investigación ha descubierto que personas de ascendencia asiática oriental tenían ciertos genes que se sabe que interactúan con los coronavirus
Cuando las noticias sobre el covid-19 comenzaron a llegar a nuestros medios de comunicación hace más de un año, a la mayoría de españoles le sonaba a chino –y nunca mejor dicho– la palabra coronavirus. Con el paso de las semanas fuimos interiorizando ese concepto, recordando qué era aquello del SARS y viendo como se acercaba peligrosamente el nuevo coronavirus a nuestras fronteras.
Y, de pronto, esa palabra de la que no teníamos ni idea, se convirtió en el centro de nuestras vidas. Pero, aunque nos suene a algo de nuestro tiempo, un antiguo coronavirus pudo haber arrasado el este de Asia hace 25.000 años, según un nuevo estudio.
Estudio de genomas de 26 poblaciones humanas
Utilizando información disponible en una base de datos pública, el profesor de ecología de la Universidad de Arizona David Enard y su equipo han analizado los genomas de 2.504 personas en 26 poblaciones humanas diferentes de todo el mundo. Los hallazgos publicados en ‘bioRxiv’ y aún no han sido revisados por pares.
Cuando los coronavirus se introducen en las células humanas, ‘secuestran’ la maquinaria de las células para replicarse. Eso significa que el éxito de un virus depende de sus interacciones con cientos de proteínas humanas diferentes. Los investigadores encontraron un conjunto de 420 proteínas humanas que se sabe que interactúan con los coronavirus, 332 de las cuales interactúan con el SARS-CoV-2, el virus que causa el covid-19. La mayoría de estas proteínas ayudan al virus a replicarse dentro de las células, pero algunas ayudan a la célula a combatir el virus.
Los genes que codifican esas proteínas mutan constante y aleatoriamente, recoge ‘Live Science’. Pero si una mutación le da una ventaja a un gen, como una mejor capacidad para combatir un virus, tendrá más posibilidades de pasar a la siguiente generación o de ser seleccionado.
En este sentido, el estudio descubrió que en personas de ascendencia asiática oriental, tenían ciertos genes que se sabe que interactúan con los coronavirus.
En otras palabras, con el tiempo, ciertas variantes aparecieron con más frecuencia de lo que cabría esperar por casualidad en este grupo de población. Este conjunto de mutaciones probablemente ayudó a los antepasados de esta población a volverse más resistentes al coronavirus antiguo al alterar la cantidad de estas proteínas producidas por las células.
Los investigadores encontraron que las variantes genéticas que codificaban 42 de las 420 proteínas que analizaron comenzaron a aumentar en frecuencia hace unos 25.000 años. La propagación de variantes ventajosas continuó hasta hace unos 5.000 años, lo que sugiere que el virus antiguo continuó amenazando a estas poblaciones durante mucho tiempo.
Coronavirus: la explicación más plausible
"Los virus ejercen algunas de las presiones selectivas más fuertes sobre los humanos para que se adapten y presumiblemente los coronavirus han existido durante mucho tiempo antes de que existieran los humanos", explica Joel Wertheim, profesor del Departamento de Medicina de la Universidad de California en San Diego, quien no fue parte del estudio. "Entonces, aunque no es inesperado que los coronavirus hubieran impulsado la adaptación en humanos, este estudio presenta una investigación fascinante sobre cómo y cuándo se desarrolló", señala Wertheim en declaraciones recogidas por ‘Live Science’.
Aún así, "es muy difícil decir si el virus que causó esta evolución también fue un coronavirus, pero parece una teoría de trabajo plausible", apunta el profesor.
En esta línea Enard está de acuerdo en que el antiguo patógeno que plagó a nuestros antepasados podría no haber sido un coronavirus; pero en el caso de no serlo, puede haber sido otro tipo de virus que interactuó con las células humanas de la misma manera que lo hacen los coronavirus.
Enard y su equipo esperan colaborar con virólogos para comprender cómo estas adaptaciones ayudaron a los humanos antiguos a sobrevivir a la exposición a este coronavirus primigenio.
Aunque vemos estas marcas del impacto de este probable coronavirus antiguo en los antepasados de las personas, es probable que las generaciones futuras no puedan ver los rastros del SARS-CoV-2 en nuestro genoma, añade Enard. Gracias a la vacunación, el virus no tendrá tiempo para impulsar la adaptación evolutiva, concluye.
Cuando las noticias sobre el covid-19 comenzaron a llegar a nuestros medios de comunicación hace más de un año, a la mayoría de españoles le sonaba a chino –y nunca mejor dicho– la palabra coronavirus. Con el paso de las semanas fuimos interiorizando ese concepto, recordando qué era aquello del SARS y viendo como se acercaba peligrosamente el nuevo coronavirus a nuestras fronteras.