"No me dejen morir": el chico con fibrosis que ha escrito al presidente argentino

Mateo Figueredo es un joven argentino de 17 años que está actualmente ingresado en el Hospital de Alta Complejidad Juan D. Perón. El adolescente padece fibrosis quística, una enfermedad respiratoria que ha afectado a sus pulmones y que no puede curarse con un trasplante.

En una conversación con Clarín, Figueredo ha hecho mención a unas “pastillas milagrosas” que no son otras que el Trikafta, un tratamiento que ronda los 300.000 dólares que, desgraciadamente, no cubre la seguridad social. Esta situación, sin embargo, no entristece a un joven que comparte sus novedades en Facebook: “La salud es un derecho del pueblo, que se cumpla es un deber del Estado”.

El joven, que mide 1,50 metros y pesa 35 kilos, comparte igualmente en su perfil los platos de comida que prepara su padre para recaudar fondos destinados a la supervivencia familiar: “Mamá no puede trabajar, porque me cuida a mí y a mi hermanito, y papá hace todo tipo de cosas, desde arreglar heladeras, aires acondicionados, hasta preparar asados y pollos a la parrilla”.

Sueña con la respuesta

Hace unas semanas, Figueredo se animó a escribir una carta a mano al presidente de Argentina, Alberto Fernández, “porque tampoco tengo todo el tiempo del mundo, necesito resolver mi delicada situación… no quiero morir así. Ya no quiero sentir más dolor, deseo una vida normal, como cualquier otro chico de mi edad”.

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En el escrito de dos páginas agrega "estoy cansado de estar ingresado, de los pinchazos, de entrar a quirófano, del equipo de oxígeno, de las decenas de medicamentos que tengo que tomar a diario. Quiero volver a mi casa, para estar con mi papá y mi hermanito, le pido una oportunidad, quiero vivir y soñar, no sentir dolor al respirar”.

El joven, que desea convertirse en médico, cuenta que soñó con la respuesta del dirigente “diciéndome que el medicamento estaba a mi disposición”. Subraya que “los pensamientos positivos me ayudan a pelear, porque mis padres me enseñaron a no bajar los brazos, a no rendirme tan fácilmente”, afirma un Figueredo medicado con morfina y metadona “para calmar esos pinchazos que me hacen ver las estrellas”.