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El origen de la frenología: la pseudociencia más absurda que ha existido
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El origen de la frenología: la pseudociencia más absurda que ha existido

El nacimiento de esta teoría racista, misógina y sin sentido que terminó sirviendo para postular algo fundamental: las localizaciones cerebrales

Foto: Cabezas frenológicas. (iStock)
Cabezas frenológicas. (iStock)

Imagine por un momento que pudiera elegir a la esposa perfecta según la forma de su cabeza, o conocer quién ha perpetuado un crimen debido a su cráneo protuberante. Pues no hace mucho tiempo era posible, gracias a la frenología, la pseudociencia más peculiar y, sorprendentemente, famosa del siglo XIX. Hace tan solo poco más de 150 años las dimensiones de la cabeza no eran tema baladí, pues podían marcar las huellas del destino.

La frenología fue desarrollada en 1800 por personalidades como el neuroanatomista alemán Franz Joseph Gall o el abogado escocés George Combe, quienes creían que el cerebro estaba formado por numerosos órganos, cada uno de ellos vinculado a una facultad, como la benevolencia o incluso el deseo sexual. De hecho, Combe llegó a fundar la sociedad frenológica de Edimburgo, reuniendo los postulados de Gall en su obra 'A system of phrenology' (1830), e incluso en algunos de los pasajes trataba de dar una explicación sobre la localización del deseo sexual en el cerebro, llegando a explicar que una viuda con un "estado severo de ninfomanía" le debía su 'problema' a su largo cuello.

Franz Joseph Gall era un excelente orador y 'showman'. Su rocambolesca teoría explicaba que el cerebro está formado por numerosos órganos vinculados a una facultad (como el deseo sexual)

De la misma manera, una frente prominente indicaba un intelecto impresionante, o una protuberancia en la coronilla quería decir que el individuo tenía un fuerte sentido de la moral. Algunas de sus ideas harían que cualquier persona actual se llevara las manos a la cabeza, pues se basaban en premisas profundamente racistas y trataban de justificar la supuesta supremacía de la raza blanca: "El aspecto de los nativos americanos es todavía más deplorable (...) Permanecen, en el tiempo presente, tan miserables, nómadas, sin hogar y sin ley como lo eran sus ancestros cuando Colón puso pie en su suelo".

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Incluso el libro 'Vaught's Practical Character Reader', publicado en 1902, ayudaba a las mujeres a escoger marido según la forma de su cráneo. "Chicas, graben esta imagen en su cabeza", reza un pie de página frente a un dibujo de un caballero con una nuca prominente. "Cualquier marido con una naturaleza buena y confiable tendrá un contorno como este". Sorprendentemente, estas ideas tuvieron cierto eco y desde Nueva York a Calcuta surgieron sociedades frenológicas, consiguiendo que el público acudiera en masa a conferencias sobre la ciencia del cráneo, creyendo que esta pseudociencia podría hacer del mundo un lugar mejor. Sin embargo, nunca llegó a tener consideración en los entornos universitarios, que lo tacharon de patraña.

"Chicas, graben esta imagen en su cabeza, un buen marido tendrá un contorno de cráneo como este"

¿Para qué podía servir (supuestamente) la frenología? Entre otras cosas para:

Encontrar una buena esposa. Si avisaban a las chicas de que un buen marido es importante, al revés tenía que funcionar también. Según informa 'BBC', había dos órganos fundamentales para encontrar a la mujer perfecta mediante la frenología: la 'filoprogenidad', que producía afecto por los niños y aseguraba que la futura esposa sería una buena madre; y la 'amatividad', que controlaba el deseo sexual (que, por supuesto, no debía ser excesivo).

Rehabilitar criminales. Aparentemente, estos tenían un desarrollo cerebral diferente al resto de la población, combinaban un órgano de 'adquisición' (encima de la oreja), que aumentaba la tentación de robar, unido a una protuberancia alrededor del área que se asociaba con la conciencia (o la falta de ella). Estudiando la cabeza de estos individuos se podrían evitar sus impulsos más peligrosos.

Justificar la esclavitud. Según el médico Charles Caldwell (esclavista y frenólogo), los órganos intelectuales de los africanos eran pequeños. Combinados con grandes 'órganos animales', hacían que no fueran aptos para ser libres.

Como los 'órganos intelectuales' de los africanos "eran pequeños y se combinaban con grandes 'órganos animales'", la esclavitud estaba justificada

Entretener, por supuesto. La frenología triunfó en buena parte debido a las fantásticas habilidades de Gall, que era un gran orador y todo un 'showman'. Los interesados tenían a su disposición una colección completa de preciosos bustos frenológicos o podían acudir a todas las conferencias que quisieran. Hasta la reina Victoria solicitó en alguna ocasión los servicios de un frenólogo.

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Sorprendentemente, la frenología sirvió para postular algunas ideas correctas. Gall señalaba que algunas funciones estaban localizadas en zonas particulares del cerebro. Por ejemplo, el cirujano francés Paul Broca descubrió el área del hemisferio izquierdo del cerebro que se relaciona con el lenguaje (hoy esta parte concreta lleva su apellido) nutriéndose de los escritos de Gall, y aunque se mostró siempre contrario a la frenología, le reconoció el mérito de promover el principio de las localizaciones cerebrales. Asimismo, ha merecido cierto mérito por su contribución a la ciencia médica con su idea de que el cerebro es el órgano de la mente. Aunque la forma de nuestra cabeza no pueda pronosticar si seremos cocheros, buenas esposas o criminales en potencia, claro. Y casi que mejor, en realidad.

Imagine por un momento que pudiera elegir a la esposa perfecta según la forma de su cabeza, o conocer quién ha perpetuado un crimen debido a su cráneo protuberante. Pues no hace mucho tiempo era posible, gracias a la frenología, la pseudociencia más peculiar y, sorprendentemente, famosa del siglo XIX. Hace tan solo poco más de 150 años las dimensiones de la cabeza no eran tema baladí, pues podían marcar las huellas del destino.

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