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¿Por qué estamos tan obsesionados con la vida de los demás?
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la pandemia nos ha virtualizado

¿Por qué estamos tan obsesionados con la vida de los demás?

La fascinación morbosa de convertirnos en 'voyeurs 2.0' dice mucho de nosotros mismos como sociedad

Foto: Manuel y Sandra Barneda en 'La isla de las tentaciones'. (Mediaset)
Manuel y Sandra Barneda en 'La isla de las tentaciones'. (Mediaset)

Según la teoría del panóptico de Foucault, no hay quien pueda escapar de la vigilancia constante, a la que nos hemos sometido por miedo hasta el punto de convertirnos nosotros mismos en carceleros. Muchas personas creen que esta teoría es, a día de hoy, una realidad, acrecentada en los últimos tiempos por el miedo al coronavirus, que nos lleva a requerir un control constante para que nadie se salte las normas, en pos de la seguridad colectiva. Esto se traduce en cámaras de vigilancia por todas partes y, por supuesto, un teléfono móvil del que no nos separamos y gracias al cual se puede saber perfectamente dónde estamos en todo momento.

Dentro de ese particular panóptico en el que vivimos, hay algo que llama forzosamente la atención: las redes sociales. Esas aplicaciones en las cuales compartimos nuestra vida sin que nadie nos obligue a ello, son el mejor escaparate para vender nuestra marca personal (todo aquello que deseamos ser) y nos ayudan a conocer, compulsivamente, dónde se encuentran los demás. Todos nos hemos convertido en voyeurs 2.0, y caminamos por las calles con el móvil en la mano, viajando frenéticamente de una 'storie' de Instagram a otra, de una vida a otra, para saber qué plato ha cocinado X para cenar o cómo se lo ha pasado Y en su viaje por las Bahamas.

placeholder Fuente: iStock
Fuente: iStock

Es muy difícil escapar. Y, aun así, muchos estudios aseguran que los adolescentes y jóvenes adultos (de 13 a 32 años) que pasan mucho tiempo en redes sociales tienen de un 13 a un 66% más de probabilidades de sufrir depresión que aquellos jóvenes que no las utilizan. Cuanto más vivimos la vida de los demás, sin embargo, más complicado es prescindir de las redes. En el documental de Netflix 'El dilema de las redes sociales', que causó tanto revuelo cuando salió a la luz a finales de 2020, el exingeniero de Google Tristan Harris lo explicaba: "Las redes manipulan a toda una generación de usuarios para que cuando se sienten incómodos, solos o asustados, recurren a 'chupetes digitales' para calmarse". Al fin y al cabo, si no pagas por el producto es porque el producto eres tú.

"No todo es negativo, por supuesto, las redes sociales tienen muchas ventajas", apunta a El Confidencial la psicóloga Ana Belén Medialdea. "Fomentan nuestra creatividad, son lúdicas, sirven como herramienta de trabajo, facilitan la comunicación con nuestros seres queridos... pero también pueden generarnos una percepción distorsionada de la imagen y afectar a nuestra autoestima. De igual manera, aumentan el estrés al tener que responder ante tantas personas. En un mundo tan autoexigente, tener que dar respuesta inmediata ante tantas redes sociales, grabar vídeos, hacer fotos, gestionar contenido, a veces es difícil. Al darnos contenido inmediato (respuestas y reacciones rápidas), generamos menor tolerancia a frustración de la espera, fomentando la impulsividad y aprendemos a encajar peor lo que no nos gusta".

¿Hay realmente tanta diferencia entre consumir telebasura y mirar las redes sociales? Ambas entretienen, nos regeneran un refuerzo positivo y nos enganchan

Ana Belén explica que las redes sociales producen dependencias por tres factores principalmente:

1. Un sistema de reforzamiento positivo. Los likes, comentarios funcionan como un refuerzo positivo de las acciones que realizas en redes. Este reforzamiento, además, intermitente porque no siempre recibes el mismo refuerzo por la misma acción, es mucho más resistente al cambio de la conducta, por lo tanto, es perfecto para mantener el “enganche” del usuario a la red social.

2. Las redes crean un mundo basado únicamente en tus intereses y gustos, se llama segmentación de contenidos, de forma que no tienes que enfrentarte a contenidos contrarios a tu forma de ver el mundo.

3. Son inmediatas, se actualizan constantemente enseñando contenido novedoso, por lo que segundo a segundo, estimula tu cerebro provocando placer y un sistema de respuesta automático que funciona a través de las notificaciones. Cuando recibimos esas notificaciones la asociamos a un sentimiento positivo, de refuerzo.

Y, además, podemos ver la vida de los demás.

El voyerismo no es nada nuevo, por supuesto. Antes de las redes sociales existían las Kardashian, Aquí hay tomate, Sálvame, Gran Hermano o Jersey Shore. Y, como explica un reciente artículo en 'BBC', en el siglo XIX ya había revistas que se dedicaban a lo mismo. Sin embargo, la palabra 'voyerismo' no traduce exactamente lo que siente alguien cuando observa la vida de los demás a través de su pantalla: es una fascinación morbosa, que nada tiene de sexual (como parece implicar el término 'voyeur'), sino que sirve para hacernos una idea de cómo funcionamos como sociedad.

placeholder Jorge Javier Vázquez en 'Sálvame' (Mediaset)
Jorge Javier Vázquez en 'Sálvame' (Mediaset)

Y, al fin y al cabo, ¿hay tanta diferencia entre consumir programas de cotilleo y espiar la vida de los demás en redes sociales? "Lo que tienen en común es que ambas entretienen, nos regeneran un refuerzo positivo y nos enganchan", apunta Ana Belén. "Un estudio publicado en la revista 'Science' en 2011, del departamento de Psicología de la Universidad de Boston, demostró que nuestro cerebro presta más atención a las personas cuando sabemos cosas negativas sobre su vida. La telebasura genera muchas emociones (sorprende, divierte, genera asco, intriga...) todo eso entretiene y engancha. Tanto la telebasura como las redes sociales son ideales para verlas cuando estamos cómodos y relajados, tener información sobre la vida de otras personas (que nos puede o no interesar) puede volverse adictivo. Ambas pueden aportarnos beneficios, el problema está cuando hacemos un mal uso de ellas".

La pandemia y las redes sociales

Nuestro interés por observar, entonces, parece nacer de un deseo de intercambiar información sobre quiénes somos a través de las historias que contamos sobre nosotros mismos. En tiempos del covid, esta necesidad de intercambio parece haber aumentado, nuestro deseo de consumir todo tipo de información refleja en parte nuestra reducida vida diaria. El aumento social, fruto de la pandemia, nos ha convertido en seres más curiosos, interesados por la vida de quienes nos rodean. Además de un placebo y un escapismo a las cuatro paredes de nuestra habitación, también nos sirven para entender las nuevas reglas de esta 'normalidad' que nos toca vivir: proporcionan un lugar para el procesamiento colectivo esta situación sin precedentes.

En tiempos del COVID, la necesidad de intercambiar información ha aumentado. Refleja en parte nuestra reducida vida diaria

"Además, la pandemia nos ha virtualizado. No hemos tenido otro remedio que aprender a relacionarnos con las nuevas tecnologías, hemos tenido que adaptarnos al teletrabajo, las clases online, las consultas médicas online… Creo que nos ha ayudado a integrarlas en nuestra vida, personalmente en este momento, estoy pasando más consulta online que presencial porque las personas también han podido comprobar los efectos positivos que tiene el poder 'conectarte y asistir a una consulta desde casa'. Esto es positivo, el problema es llegar a virtualizarlo todo y perder ese contacto social que es fundamental y necesario para nuestro sano desarrollo y bienestar emocional"; explica la psicóloga.

Vivimos un momento excepcional y, por tanto, no debes juzgarte con dureza. Si, de todas maneras, estás preocupado por el tiempo que pasas en redes sociales, Ana Belén da una serie de consejos que pueden ser de utilidad.

  1. Limitar el tiempo de conexión diaria con un tiempo en el que permitamos consultar las redes sociales y un tiempo de libertad digital.
  2. Establecer prioridades. Haz una limpieza de personas que sigues en redes y quédate con solo aquellas cuentas que te aporten y te nutran como persona.
  3. Buscar un hobby, para ocupar tu tiempo de cosas que te nutran y conecten contigo.
  4. Para esos momentos en los que sientas que llevas mucho tiempo perdiendo tu tiempo en redes, pregúntate, ¿Si no estuviera perdiendo el tiempo enganchado a esto, de qué otra cosa, que me hiciese sentir mejor, me estaría ocupando? Y ¡pasa a la acción!

Según la teoría del panóptico de Foucault, no hay quien pueda escapar de la vigilancia constante, a la que nos hemos sometido por miedo hasta el punto de convertirnos nosotros mismos en carceleros. Muchas personas creen que esta teoría es, a día de hoy, una realidad, acrecentada en los últimos tiempos por el miedo al coronavirus, que nos lleva a requerir un control constante para que nadie se salte las normas, en pos de la seguridad colectiva. Esto se traduce en cámaras de vigilancia por todas partes y, por supuesto, un teléfono móvil del que no nos separamos y gracias al cual se puede saber perfectamente dónde estamos en todo momento.

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