Sobrevive 16 horas en mitad del océano gracias a la basura que se tira al mar
Un ingeniero cayó al agua de madrugada y nadie en su barco se dio cuenta, pero regresaron horas después y lo encontraron aferrado a una boya de pesca
Vidam Perevertilov es un ingeniero de 52 años que esta semana ha vivido la peor experiencia de su vida. El hombre trabaja en un barco de mercancías, el Silver Supporter. Cuando terminó su turno de trabajo en la sala de máquinas se sintió mareado, por lo que salió a cubierta para respirar aire fresco y recuperarse. Sin embargo, no recuerda más: se cayó al mar.
Eran las 4 de la madrugada del pasado sábado 16 de febrero y Vidam no llevaba puesto chaleco salvavidas. Lo único que había a su alrededor era agua y oscuridad, por lo que se concentró en mantenerse a flote. Horas después, con la primera luz del día, pudo ver un punto negro en la lejanía, aparentemente a varios kilómetros de su posición.
Umugabo w'imyaka 52 utari wambaye umwenda urinda kurohama yarokokeye mu nyanja ya Pacific nyuma y'amasaha 14 ubwo yahanukaga avuye mu bwato bw'imizigo. Umuhungu we avuga ko uyu Vidam Perevertilov yarokowe n'ikintu cy'umwanda cyajugunywe n'abarobyi cyitwa "Fishing buoy".#RwOT pic.twitter.com/UUbquCN8Xx
— Flash Radio & TV (@flashfmrw) February 25, 2021
Como no tenía ninguna otra opción de sobrevivir, comenzó a nadar hacia ese lugar. Cuando llegó se dio cuenta de que se trataba de una boya de las que se utilizan en la pesca y Vidam se aferró a ella con todas sus fuerzas. No tenía móvil, ni GPS ni nada que le sirviera para pedir auxilio, por lo que no pudo hacer otra cosa que no fuera rezar.
Final feliz... tras 16 horas
Ha sido Marat, el hijo del náufrago, quien ha podido contar su historia después de que su padre fuera rescatado. Marat explica al diario neozelandés Stuff que la boya "no estaba anclada a nada ni a un barco, era solo un pedazo de basura marina". Pero a Vidam Perevertilov le sirvió para mantenerse a flote el tiempo suficiente para que en su barco le echaran de menos.
La tripulación tardó seis horas en darse cuenta de su ausencia. Comunicaron al capitán la situación y decidieron dar la vuelta en busca de su ingeniero. Lo último que sabían de él era que estaba a bordo a las 4 de la mañana, cuando terminó su turno, por lo que decidieron regresar hasta ese mismo lugar siguiendo la misma trayectoria.
Al mismo tiempo, enviaron mensajes de socorro a otros barcos que se encontraban cerca de esa zona, a unas 400 millas náuticas al sur de la Polinesia Francesa, en mitad del Océano Pacífico. La armada francesa hizo despegar varios aviones desde Tahití para unirse a las tareas de búsqueda y se estudió la situación meteorológica para poder determinar hacia dónde podría haber ido a la deriva.
"Parecía unos 20 años mayor y muy cansado, pero estaba vivo"
Sin embargo, no fueron los aviones ni otras embarcaciones quienes encontraron al náufrago, sino su propio barco. Cuando lo vio acercarse gritó con todas sus fuerzas y agitó las manos para hacerse ver y consiguió que uno de los tripulantes escuchara un "débil grito humano". Después también vio la mano levantada y, por fin, pudieron rescatarle después de 16 horas.
Marat ha relatado que la voluntad de su padre siempre fue la de salvarse: "Yo, probablemente, me hubiera ahogado de inmediato, pero él siempre se mantuvo en forma y saludable y por eso creo que pudo sobrevivir". Cuando volvió a ver a su padre "parecía unos 20 años mayor y muy cansado, pero estaba vivo". Eso es lo importante.
Vidam Perevertilov es un ingeniero de 52 años que esta semana ha vivido la peor experiencia de su vida. El hombre trabaja en un barco de mercancías, el Silver Supporter. Cuando terminó su turno de trabajo en la sala de máquinas se sintió mareado, por lo que salió a cubierta para respirar aire fresco y recuperarse. Sin embargo, no recuerda más: se cayó al mar.