Es noticia
¿Te sientes más irascible? A qué se debe esa ira y cómo gestionarla
  1. Alma, Corazón, Vida
PSICOLOGÍA DEL ENFADO

¿Te sientes más irascible? A qué se debe esa ira y cómo gestionarla

El control del temperamento es clave si queremos gozar de una estabilidad mental y emocional, como a su vez imprescindible a la hora de cuidar las relaciones con los demás

Foto: Fuente: iStock
Fuente: iStock

Cada persona es distinta y esas diferencias vienen marcadas, en parte, por el temperamento: las hay más calmadas y tranquilas, pero también más ceñudas y ansiosas. Independientemente de nuestro estado mental actual, podemos pasar por una época en la que nos mostramos mucho más irascibles hacia los demás, provocando a veces discusiones y enfrentamientos innecesarios. Incluso, hay expertos que aseguran que estas temporadas en las que nos quejamos más o nos enfadamos más a menudo con las personas de nuestro entorno pueden estar relacionadas con padecer ansiedad, estrés o depresión.

El problema viene cuando no somos capaces de detectar que en realidad nos estamos sobrepasando más de lo debido. Y nunca sabes el estado de ánimo que puede estar atravesando una persona, de ahí que haya que procurar mostrar amabilidad en cualquier momento. Si nos dejamos llevar por nuestros impulsos, podemos arriesgarnos a perder a gente importante para nosotros en tan solo una mala discusión. ¿Cómo controlar todos estos brotes de ira que pueden aparecer en cualquier momento?

Foto: Fuente: iStock

"Cuando sientes enfado estás bajo la influencia de una serie de químicos fuertes", asegura Ilen Strauss Cohen, psicoterapeuta especialista en la conducta humana, en un reciente artículo de 'Psychology Today'. "La amígdala, una parte del cerebro de la que depende la respuesta de la ira, es uno de los componentes más primitivos de nuestro cerebro. Después de advertir a tu cuerpo con esta señal de enfado, la glándula suprarrenal entra en acción, liberando adrenalina, una sustancia química que aumenta la frecuencia cardíaca, lo que fuerza las contracciones corporales y el flujo sanguíneo al cerebro y los músculos. Entonces, tu cuerpo comienza a producir testosterona, una sustancia que acelera una respuesta inmediata violenta".

Según Cohen, la ira nos hace realizar o decir cosas de las que luego posiblemente nos vayamos a arrepentir, pues conecta con nuestro mecanismo de defensa más primitivo nublando la percepción y distorsionando la realidad, forzándonos a actuar de inmediato porque nos sentimos agredidos. Hay múltiples formas para atajar estos brotes tan perjudiciales para uno mismo y las personas que lo rodean. "Los pensamientos furiosos te seducen para que te comportes mal y te retroalimentan para que sigas enojado, pensando que lo que hizo la otra persona fue intencionadamente, y forzándote a pensar que no te queda más remedio que tomar medidas", asevera la experta.

"La ira es una emoción humana normal, siempre y cuando se gestione adecuadamente"

"Sin embargo, la ira es a menudo el resultado de malinterpretar las acciones de otras personas y asignarles nuestro propio significado", recalca Cohen. "Cuando las personas responden a situaciones con furia, generalmente hay una razón de peso más profunda. Detrás de tu rabia está también tu miedo a ser lastimado, a no poder defenderte o a que sucedan cosas injustas. Todos estos sentimientos son comprensibles. Y la ira también es apropiada en ciertas situaciones. Lo malo es cuando se torna negativa para nosotros y la gente que nos rodea".

La naturaleza de la cólera

A la hora de tratar a un paciente que tiene problemas de temperamento se le entrena en aprender a calmarse y a autorregularse, trabajando con la angustia que sufre y los detonantes que hacen que salte. "Es importante recordar que la ira es una emoción humana de lo más normal, cuando se maneja y expresa adecuadamente no es un problema", recuerda Cohen. "Puedes sentirte herido, asustado, decepcionado, preocupado, avergonzado o frustrado, pero si siempre respondes con ira es cuando aparece el problema. Al mirar dentro de nosotros mismos, podemos ver qué es lo que hay detrás de ese comportamiento colérico. Y así, podemos aprender a expresarnos de manera diferente al aceptar que somos vulnerables".

Foto: Fuente: iStock.

"La vida es demasiado corta como para pasársela todo el tiempo enfadado", como decían en la mítica (y violentísima) película 'American History X'. Por todo ello, Cohen ha querido extender una serie de consejos y recomendaciones para aquellos que perciban que pasan mucho tiempo enfurruñados, y en ese caso, haya que adoptar medidas para cambiarlo. En primer lugar, "reconocer los desencadenantes de la ira, los comentarios específicos y las personas o los lugares que tienden a incomodarte". En segundo lugar, y tal vez lo más importante, "tener empatía y tratar de ponerte en el lugar de la otra persona". También es importante "prestar atención a las señales de advertencia de ira que marca el cuerpo", como por ejemplo la tensión en los hombros o el aumento del ritmo cardíaco.

Una vez hayamos reconocido el momento que da paso a nuestro enfado, hay que poner medidas para atajar los pensamientos negativos o violentos. Esto podría traducirse en "concentrarte en tu respiración, pensar, evaluar todo lo que piensas, escuchar música o salir a caminar". En resumen, cualquier actividad que te despeje la mente y reduzca tu ira. Si no puedes hacerlo y aún así sigues sin relajarte, lo mejor es que acudas a un profesional porque tal vez necesites ayuda de un especialista en la gestión de las emociones.

Cada persona es distinta y esas diferencias vienen marcadas, en parte, por el temperamento: las hay más calmadas y tranquilas, pero también más ceñudas y ansiosas. Independientemente de nuestro estado mental actual, podemos pasar por una época en la que nos mostramos mucho más irascibles hacia los demás, provocando a veces discusiones y enfrentamientos innecesarios. Incluso, hay expertos que aseguran que estas temporadas en las que nos quejamos más o nos enfadamos más a menudo con las personas de nuestro entorno pueden estar relacionadas con padecer ansiedad, estrés o depresión.

Estrés
El redactor recomienda