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España: ¿palabra antigua o moderna?
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España: ¿palabra antigua o moderna?

Hablar de nuestro país como un concepto espacio temporal estirado como un chicle no es una negligencia, sino una licencia literaria

Foto: Estatua de Fernando El Católico en el Alcazar de los Reyes Cristianos (Fuente: iStock)
Estatua de Fernando El Católico en el Alcazar de los Reyes Cristianos (Fuente: iStock)

Me libera la muerte: / permite, indiferente, / que me vaya acercando hasta alguna verdad. /

Joan Margarit (In memoriam)

¿Nos ha mirado un tuerto?

Lovecraft, en su libro El Horror de Dunwich, describe un mundo caótico en el que no hay un ápice de fe porque todo quisque es más ateo que una encimera de mármol. En ese mundo tremebundo, Lavinia Whateley se entrega en cuerpo y alma a su dios, un tal Yog-Sothoth, un Dios inhumano y malvado que atiza el caos mientras nos mira sin compasión como si de insectos se tratara. Uno de sus dos hijos sale de “aquella manera” y en medio de ese desorden cósmico se trapiña todo lo que pilla como un malvado Pantagruel haciendo su agosto a base de horas extras. Hay una metáfora profunda en todo esto, pues el agosto en España, el reino del sol, es largo, muy largo.

"Hay una metáfora profunda en todo esto, pues el agosto en España, el reino del sol, es largo, muy largo"

Es curioso pues cada país tiene su momento fundacional muy arraigado en el imaginario colectivo. En España, la España de “la Pepa”, parece que es la de verdad por su depurada confección constitucional y por la precipitación de los hechos acaecidos anteriormente, conducentes a esta materialización de la vieja identidad de nuestro pueblo de pueblos.

No hay que olvidar que otros, atribuyen la referencia de la naciente nación a la pareja de Reyes Católicos, así como otros, los más “chachis”, los de pedigrí exquisito, casi se van a Atapuerca y ahí siguen enganchados.

Este junta letras, escriba, escribano, relator o lo que sea, de hechos presuntamente ciertos, entiende que hay un momento muy curioso y quizás minusvalorado en nuestra historia lineal a partir de la invasión y posterior y larguísima guerra – casi 200 años- que fue lo que tardaron los Escipiones y compinches de armas para someter a este parvulario con vocación de perpetuidad.

Foto: Batalla de las Navas de Tolosa en un óleo de Van Halen expuesto en el Congreso de los Diputados, Madrid. (Wikipedia)
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Tras repartir obleas sin parar, las legiones consiguieron aplacar los ardores guerreros de nuestros ancestros locales y pacificar casi todo el territorio con la salvedad de una buena parte de Cantabria y el País Vasco, habida cuenta el escaso interés de estas dos áreas de nuestra geografía, lugares donde no había más que montañas, bosques impenetrables por doquier y gentes de armas tomar.

Por ello, Hispania es probablemente la madre del cordero, y no es casual el encaje métrico, silábico y la fonética que tan parecidas son.

Cuando Roma (la escisión correspondiente al Imperio de Occidente tras la muerte del emperador hispano Teodosio) es saqueada en el 410 por las huestes del Visigodo Alarico durante tres días (otros historiadores adjudican su extinción a Odoacro, jefe de los Hérulos, que en el 476 d.C remató la faena para los restos), su esplendor comienza a declinar y sus acomodaticios ciudadanos y patricios sufren las agresiones de los llamados bárbaros, que querían comer calentito y en mesas corridas, vestir a la última, disfrutar de buenas bacanales con abundante morapio y, además, dejar de deslomarse a caballo; es entonces cuando nos visitan casualmente unos colegas suyos que encuentran aquí un paraíso fértil en posibilidades y además, con 300 días de sol; un chollo.

"Así estaban estos tatarabuelos nuestros cuando de repente van unos sujetos con turbante y la lían cerca de Cádiz"

Como es sabido, estas gentes venidas allende los Pirineos, estaban siempre liándola parda y matándose a destajo, pues sus poco lustrosos monarcas andaban siempre a la greña – quizás de aquellos lodos vengas nuestros modos-, ya que su improvisada monarquía no era hereditaria, sino que se dirimía en unas charlas muy subidas de tono en las que además de tras buena degollina de lechones y corderos al punto, la sobremesa solía acabar como el rosario de la aurora.

Y en esas estaban estos tatarabuelos nuestros cuando de repente van unos sujetos con turbante y la lían por ahí cerca de Cádiz en un episodio que daría buen argumento a un libro de Agatha Christie por los flecos de una conspiración de alcance.

Arrinconados tras las murallas naturales del escarpado norte de nuestro país, los distintos reinos jamás dejaron de creer en una Hispania que desalojara a los subidos discípulos del profeta, pues había un claro sentir, herencia en parte de la cultura romana y de la más próxima, visigoda.

Foto: Illustración de la explosión en el Liceo en la portada de Le Petit Journal de París (1893)

Es probable que proveniente del otro lado de los Pirineos, la proyección de las estructuras alto medievales se vieran replicadas en Asturias- o no- cuyas prolongaciones en el tiempo se perpetuarían a través del potente Reino de León.

Se hace necesario poner el acento en el hecho que comporta que antes de la invasión musulmana, existía la Hispania romana y la Hispania visigoda, por lo que cabe deducir sin necesidad de acudir a la enrevesada matemática cuántica, que los reinos cristianos -hispanos o embrionarios españoles en taca- taca-, mientras se arreaban de lo lindo entre fieles e infieles, estaban fertilizando este suelo patrio con esa herencia tan apasionada, especialidad de la casa, de liarse con el vecino a las primeras de cambio o lo que es lo mismo, tocarle las partes nobles al mínimo despiste. Qué país, que diría el ínclito y añorado Forges.

Hay una trazabilidad histórica que funciona como una correa de transmisión entre la Hispania- romana y la visigoda y que este columnista no comparte con los exegetas o apologetas de lo exquisito. Cierto es que jurídica y administrativamente España es algo bastante reciente (alrededor de 200 años) pero al igual que los italianos se sienten muy orgullosos de su pasado imperial y los franceses de los galos y Vercingetorix, no veo porque no tomarnos la licencia de ser “mucho” españoles e ir a un pasado no tan lejano donde brotan fuentes muy maternales que han amamantado a esta jaula de grillos patria.

placeholder Vercingetorix se rinde a César
Vercingetorix se rinde a César

Más allá de disquisiciones estériles más propias de tertulia de café adornada con carajillos y espirituosos, Tartessos, Los Millares, los Vascos primigenios, los Celtas, Iberos, Várdulos, Caristios y Autrigones; hemos de reconocer que fueron los pilares de esta gran nación y en puridad, los tatarabuelos de nuestros tatarabuelos. Hablar de España como un concepto espacio temporal estirado como un chicle no es una negligencia, sino una licencia literaria sobre un hilo conductor que ha hecho que este país que alberga tantos herederos tan variados y distintos y a la vez complementarios por su riqueza y costumbres, tengamos pendiente de asumir nuestra diversidad, diversidad que probablemente nos convierta en el país más mestizo del mundo y eso, sí que es riqueza.

Hace unos pocos siglos, la Corona Española abarcaba más de 20.000.000 de kilómetros cuadrados; la historia nos ha delimitado en nuestro devenir hasta esta extraña actualidad, a compartir “tan solo” 505.000 kilómetros cuadrados, eso, nos debería de llevar a alguna conclusión.

España en su encrucijada, este sería el resumen que si reflexionamos, determinará nuestro porvenir; de lo contrario, acabaremos hacinados en una pecera.

Me libera la muerte: / permite, indiferente, / que me vaya acercando hasta alguna verdad. /

Reyes Católicos León Cádiz