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¿Un San Valentín triste y solitario? Los romances más trágicos de la historia
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SE TE ROMPERÁ EL CORAZÓN

¿Un San Valentín triste y solitario? Los romances más trágicos de la historia

Si este año vas a pasar esta fecha tan señalada en soledad, tal vez te apetezca conocer algunos romances que acabaron de la peor forma posible. Al fin y al cabo, el amor no lo puede todo

Foto: Juana la Loca, a los pies de Felipe el Hermoso en su lecho de muerte. (Cuadro de Charles de Steuben en el Palais des Beaux-Arts, Lille)
Juana la Loca, a los pies de Felipe el Hermoso en su lecho de muerte. (Cuadro de Charles de Steuben en el Palais des Beaux-Arts, Lille)

A veces, que dos personas se quieran no basta para que sean felices. Hay un montón de factores que llevan a las relaciones al fracaso: los celos, las infidelidades, el odio entre familias, no pertenecer a la misma clase social... Todo principio tiene un final, y más allá de los lamentos queda el recuerdo bonito de aquel tiempo en el que nada parecía interponerse entre los dos.

Hoy, en el día de San Valentín, merece la pena recordar aquellas historias de amor de personajes históricos que se querían mucho pero que acabaron fatal, por si recientemente has vivido una ruptura y este año es el primero que pasas solo en esta fecha tan señalada. Las comparaciones no son buenas y todas las separaciones suelen ser traumáticas. Pero seguramente no quisieras tener el mismo destino que Marco Antonio y Cleopatra o que Juana la Loca y Felipe el Hermoso. En todo caso, sigue leyendo para descubrir en las entrañas de la historia a aquellos personajes que parecían inseparables de lo mucho que se querían pero que, desgraciadamente, terminaron separándose al final. O peor aún, en tragedias de tintes 'shakesperianos'.

Los amantes de Teruel

Se trata de una historia que más que verdad, tiene que ver con la leyenda. Narra el romance entre dos jóvenes turolenses, Isabel de Segura y Diego de Marcilla, quienes se conocieron en un mercado y, al instante, se enamoraron locamente. El problema es que no estaban en la misma clase social. Ella era hija de un rico mercader y él tan solo un muchacho pobre. Cuando se propusieron matrimonio, los padres de ella no vieron con buenos ojos la unión. De ahí que Marcilla le pidiera que esperase cinco años para que a él le diera tiempo a cosechar una buena fortuna y así pudieran vivir su amor sin que nadie se lo impidiera.

Fue tal el impacto de la muerte de Isabel de Segura y Diego de Marcilla, que las dos familias decidieron enterrarles juntos para que así nada los separase

La joven esperó y esperó. Él se marchó a luchar en la Reconquista y cuenta la leyenda que estuvo en la célebre batalla de Las Navas de Tolosa (1212). Sin embargo, corrieron los rumores de que había fallecido. Entonces, el padre de Isabel se empeñó en buscarle un buen marido a su hija. Ella al principio se negó, pero como sospechaba que Marcilla nunca volvería acabó aceptando la unión, casándose con don Pedro de Azagra tan solo un día después de los cinco años que los dos enamorados habían puesto de plazo. Justo el día nupcial, Diego llegó a la ciudad, que se había llenado de motivos festivos y jolgorio con motivo de la boda. Cuando se enteró de que era su amada quien se casaba, entró en cólera, según relata en una versión del relato el periódico local ‘El Heraldo de Aragón’.

Isabel no había roto el acuerdo, ya que había expirado el plazo que se habían dado mutuamente. Entonces, Diego fue a buscarla a su nueva residencia y se encaramó a su balcón para pedirle que le diera un beso como prueba de que su amor seguía intacto. Como Isabel era una buena cristiana, se lo negó y Diego cayó fulminado por el disgusto. Toda la ciudad se puso de luto y celebraron un funeral en el que Isabel al final se acercó a su cuerpo y le otorgó el beso que le había pedido. En ese momento, ella también murió de tristeza al haber perdido a su amado. Fue tal el impacto para todos, que las dos familias decidieron enterrarles juntos para que así nada los separase nunca más.

Abelardo y Eloísa

Pierre Abelard era un filósofo de origen noble al que se le encargó impartir clases a una joven de un hombre importante en la Francia del siglo XI. Durante sus lecciones, ambos se enamoraron y él la dejó embarazada. Al ser conscientes de que no aprobarían tal unión, él la secuestró y se exiliaron en Bretaña, donde nació el hijo que tenían en común y que, desgraciadamente, murió poco tiempo después.

placeholder 'Los adiós de Eloísa a Abelardo', óleo sobre tela expuesto en el Museo del Hermitage, pintado en 1780 por Angelica Kauffmann. (Wikipedia)
'Los adiós de Eloísa a Abelardo', óleo sobre tela expuesto en el Museo del Hermitage, pintado en 1780 por Angelica Kauffmann. (Wikipedia)

Cuando les descubrieron, el tío de Eloísa, quien había contratado a Abelardo para que le diera clases, decidió torturarle, haciendo que sus esbirros le castraran. Además, les prohibió volver a verse, y ella fue alojada en un convento para convertirse en abadesa. La pareja, al no poder estar juntos, inició una larga correspondencia que se extendió hasta el final de sus vidas, viviendo su amor a través de las cartas que se enviaban, sin volver a verse jamás.

Juana la Loca y Felipe el Hermoso

Se casaron con tan solo 16 años, y a pesar de estar prometidos por terceras personas, tuvieron una relación de lo más turbulenta que, en un primer momento, fue provechosa para ambos, pero que más tarde les acabó destruyendo. Fue tras el nacimiento de su primera hija, la princesa Leonor, cuando Felipe empezó a perder el interés por Juana, engañándola con otras mujeres.

A partir de ese momento, Juana comenzaría a perder la cabeza fruto de los celos y el dolor al saber que su marido tenía amantes con las que se acostaba en la misma corte que compartían. Felipe murió joven y ella estaba embarazada. Cuando subió al trono su hijo, Carlos I de España, este ordenó que la encerraran alegando problemas mentales. Al final, Juana falleció treinta años después de que comenzara su confinamiento, en 1555. Su historia de amor la podemos conocer a través de la excepcional adaptación cinematográfica de Vicente Aranda estrenada en 2001.

Hernán Cortés y Malinche

Otra de esas historias que tendría un gran impacto en la audiencias si fuera recogida en cualquier serie actual. Esta vez el escenario histórico es la conquista de México por parte de los españoles y del general Hernán Cortés. Tras muchos intentos fallidos de hacerse con el control del territorio, el conquistador conoció a una joven indígena llamada Malinalí, más conocida como Malinche. Esta, después de pasar por muchos amos como esclava, se enamoró perdidamente del español. Entonces, él le pidió que le ayudara a comunicarse con los mexicas, ejerciendo de intérprete.

Foto: La Malinche, en el centro, en un mural del Palacio de Gobierno de Tlaxcala. (Wikicommons)

Ambos tuvieron un hijo y lo llamaron Martín, el cual está considerado como uno de los primeros mestizos de México. En la cultura del país latinoamericano, Malinche está vista como una traidora a su pueblo, aunque también se la reconoce como víctima de ese choque cultural que se produjo cuando llegaron los españoles a sus tierras. Otra parte de la sociedad mexicana la considera como madre simbólica de la nueva cultura mestiza que llegó como fruto de la conquista española.

Bonnie y Clyde

Probablemente, la historia de amor salvaje más conocida de todas las que hemos presentado. Bonnie Parker y Clyde Barrow se conocieron en 1930 y pocas semanas después, Clyde escapaba de la cárcel en la que estaba preso a tiros con los guardias de la prisión. Aunque su amor era correspondido, a ninguno de los dos les gustó amoldarse a las leyes y pasaron toda su vida perseguidos por las fuerzas de seguridad. Al final, les asesinaron cuatro policías en una emboscada en una carretera del estado de Luisiana en 1934. Esta mítica pareja de forajidos son un icono de la cultura popular en la época de la Gran Depresión estadounidense, apareciendo su historia en la gran pantalla innumerables veces.

A veces, que dos personas se quieran no basta para que sean felices. Hay un montón de factores que llevan a las relaciones al fracaso: los celos, las infidelidades, el odio entre familias, no pertenecer a la misma clase social... Todo principio tiene un final, y más allá de los lamentos queda el recuerdo bonito de aquel tiempo en el que nada parecía interponerse entre los dos.

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