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Qué es el 'bienestar epistémico' y por qué ahora es tan importante
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SOBRE LO CIERTO Y LO FALSO

Qué es el 'bienestar epistémico' y por qué ahora es tan importante

Nunca fueron tan necesarias las certezas. De ahí que a las habituales condiciones para llevar una vida digna se las una el hecho de poseer un conocimiento verdadero sobre lo que pasa

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

A la hora de hablar de bienestar, pensamos directamente en una serie de atributos que tienen que ver con una vida saludable. Sobre todo, adquirir buenos hábitos, como por ejemplo comer mejor y hacer ejercicio físico regular. Pero también padecer menos estrés y estar más satisfechos con la vida que tenemos. Sin embargo, los últimos meses tan agitados y distópicos que hemos vivido a raíz de la pandemia y de sus consecuencias han puesto de manifiesto la necesidad de incluir en esta categoría de bienestar un nuevo factor a tener en cuenta de ahora en adelante: el conocimiento.

Esto es precisamente el llamado 'bienestar epistémico': la capacidad de un individuo de saber diferenciar entre lo que es verdad y lo que es mentira, descartando falsas verdades y encontrando respuestas verdaderas. Aunque pueda parecer trivial, el bombardeo de información al que nos hemos visto sometidos desde el comienzo de la crisis sanitaria, la gran variedad de fuentes de información y la propia desrealización personal causada por el nuevo contexto surgido a raíz de la pandemia han socavado cualquier humilde aspiración de aproximarse al conocimiento de la verdad. Al fin y al cabo, si no disponemos de una fotografía real de lo que está pasando no podemos abordar de manera apropiada lo que está por venir, tanto a nivel individual como colectivo.

"El 'bienestar epistémico' es tener la certeza de poder conocer aquello que es misterioso para ti para que tu vida progrese"

Estas son algunas de las conclusiones que se desprenden de un reciente artículo publicado en la revista 'Aeon' y escrito por Kenneth Boyd, investigador de la Universidad del Sur de Dinamarca y líder de un ambicioso proyecto llamado 'Scientific Testimony in a Diverse Society', que como su nombre indica intenta analizar la diversidad de discursos científicos y anticientíficos en esta época y sus consecuencias para la cognición social y lo que él llama "injusticia epistémica", que luego veremos detenidamente.

"El 'bienestar epistémico' es tener la certeza de poder llegar a conocer aquello que es misterioso para ti en un determinado momento para que tu vida progrese", define Boyd- "Esto podría implicar el hecho de adquirir conocimientos de manera general al sentir que deseas encontrar respuestas a preguntas que son importantes para ti, para tu curiosidad, pero también para conocer aquello que necesitas saber en aras de lograr tus proyectos personales. Si tienes acceso a múltiples fuentes de información y eres capaz de obtener respuestas cuando las necesitas, entonces tienes un alto grado de 'bienestar epistémico'. Si por el contrario estás rodeado de mentirosos o simplemente no tienes tiempo de averiguar aquello que necesitas saber, careces de él".

Tres factores

Boyd distingue tres condiciones para que un individuo posea 'bienestar epistémico': el acceso a fuentes de información que cuenten la verdad, que se pueda confiar en dichas fuentes y, en tercer lugar, participar en un diálogo productivo con el resto de su entorno. "El acceso a la verdad es la base del 'bienestar epistémico'", explica el investigador. "Puede verse frustrado de muchas maneras: no hay conexión o posibilidad de conectarse a Internet o que haya una censura editorial". Este factor por sí mismo no implica que haya un conocimiento, pues el acceso a las fuentes de información puede estar ahí, pero si no son fiables, no estarás gozando de dicho bienestar.

No sirve de nada disponer de información cierta si no tenemos a nadie con quien reflexionar sobre ella o contrastar diversos puntos de vista

Ahí estriba la diferencia entre lo que se conoce como Sociedad de la Información y Sociedad del Conocimiento, siendo ambas correlativas pero pudiendo no venir juntas. Por mucha información que un colectivo social tenga no quiere decir que conozca más del entorno en el que vive o las cosas que pasan, sino al contrario: se produce lo que la OMS denominó 'infodemia', término surgido al calor de los bulos, conspiraciones y noticias falsas que han surgido desde el comienzo de la pandemia y que, a juzgar por la situación actual, nunca tuvieron un papel tan determinante ni estuvieron tan ligados al contexto social como ahora.

Para que esta 'infodemia' no se produzca, debemos distinguir el grano de la paja, lo científicamente demostrado de la falsedad argumental, la verdad de la mentira. Y aquí es donde entran en juego la calidad y veracidad de nuestras fuentes y el nivel de confianza que tenemos hacia ellas. El auge de las teorías de la conspiración se debe, en este sentido, a esa tendencia social a desconfiar del relato oficial y acudir a fuentes alternativas que dan pábulo a ideas de lo más disparatadas. Cuanta más confianza se ponga en estas fuentes, sean buenas o malas, mayor será el grado de engaño o conocimiento.

Foto: Una manifestación de la corriente QAnon en Las Vegas. (Reuters)

Por último, no sirve de nada disponer de la información cierta, contrastada y veraz si no tenemos a nadie con quien comentarla, reflexionar sobre ella o contrastar diversos puntos de vista. Aquí es donde entra en juego la tercera condición para que se cumpla ese 'bienestar epistémico': la sensación de que un individuo puede participar de un diálogo productivo y constructivo. Al fin y al cabo, si no tienes un círculo social sobre el que barajar tus informaciones no podrás gozar de una visión más amplia o general de las mismas. Esta condición no solo alude al más estricto sentido ideológico o político, sino también a su vertiente más cotidiana:

La "injusticia epistémica"

¿A quién no le gusta compartir con otra persona de confianza aquello nuevo que conoce o ha aprendido? Si no disponemos de un grupo social que apoye y estimule nuestro conocimiento en cierto asunto o materia, así como también que lo refute y discuta, estaremos en una posición muy desfavorable. De hecho, Boyd asume que las personas que no gozan de esta condición son víctimas de lo que él denomina 'injusticia epistémica'.

La 'injusticia epistémica' alude a sectores de la población que no son escuchados ni informados, pero también a la cultura de la cancelación

Esta se produce cuando a un sujeto se le niega la oportunidad de defenderse o escuchar su opinión. El investigador alude a ciertos grupos marginados o minorías que son los que más sufren ese desprecio argumentativo, pero también es inevitable acordarse de la cultura de la cancelación y todo lo que supone en nuestros días. Vivimos en unos tiempos inciertos que despiertan mucha pasión y vehemencia en los debates, de ahí que en ocasiones se sobrepasen las formas y las discusiones acaben en ataques personales y descalificaciones cuando no la censura o el boicot a ciertas personas por no estar de acuerdo con una opinión. Esto puede derivar en intentos de hundir la reputación de alguien por sus opiniones impopulares sobre un tema.

Foto: Imagen de Dimitris Vetsikas en Pixabay. Opinión

Por ello, el 'bienestar epistémico' se ha vuelto más necesario que nunca para llevar una vida digna y satisfactoria en medio de toda la incertidumbre que impera en nuestros días. Llevándolo a una esfera más profunda y obviando todo lo que supone su carencia a nivel social, podemos argumentar que también existe cierto desconocimiento de nosotros mismos y de las personas que nos rodean, el cual se ha agudizado por esta situación tan excepcional como es una pandemia.

El fenómeno psicológico de desrealización es uno de los más frecuentes hoy en día, manifestado en ciertos episodios de estrés o ansiedad, el cual alude a la imposibilidad de reconocerse a uno mismo y a las personas más cercanas. La falta de interacción social física y las sucesivas cuarentenas han provocado que sea más difícil vernos reflejados en el otro, lo que acaba derivando en un sentimiento de extrañeza frente al mundo y a nosotros mismos. En conclusión, debemos hacer un esfuerzo conjunto para afrontar esta situación en la cual nunca fueron tan necesarias las certezas.

A la hora de hablar de bienestar, pensamos directamente en una serie de atributos que tienen que ver con una vida saludable. Sobre todo, adquirir buenos hábitos, como por ejemplo comer mejor y hacer ejercicio físico regular. Pero también padecer menos estrés y estar más satisfechos con la vida que tenemos. Sin embargo, los últimos meses tan agitados y distópicos que hemos vivido a raíz de la pandemia y de sus consecuencias han puesto de manifiesto la necesidad de incluir en esta categoría de bienestar un nuevo factor a tener en cuenta de ahora en adelante: el conocimiento.

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