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Cavar túneles como protesta: la batalla del subsuelo de los años 90 vuelve a Reino Unido
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Cavar túneles como protesta: la batalla del subsuelo de los años 90 vuelve a Reino Unido

Las protestas que se han generado en Londres contra la nueva línea de alta velocidad HS2 recuerdan a las de los años 90 por sus tácticas de esconderse en el subsuelo

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

En los años 90, un grupo de activistas medioambientales cavó una serie de complejos túneles bajo la autopista A30 en el condado británico de Devon. Protestaban por la intención de las autoridades de desviar esa carretera y Daniel Hooper, el líder del grupo, pasó siete días y otras tantas noches dentro del túnel, evitando ser desalojado por la policía.

Ahora, tres décadas después, otro grupo de manifestantes ha seguido sus pasos y ha decidido protestar de la misma manera. Han ocupado un túnel de más de 30 metros de largo por debajo del parque de Euston, en el centro de Londres, porque, según explican, el parque está en riesgo. En el punto de mira está la nueva línea de ferrocarril HS2, destinada a unir Londres con las ciudades de Birmingham, Mánchester y Leeds por medio de alta velocidad.

No son las únicas protestas que han tenido el subsuelo como protagonista. En 1996 ocurrió lo mismo en la pequeña ciudad de Newbury, en 1999 la protesta se situó en el barrio londinense de Crystal Palace y, en 2013, los activistas volvieron al subsuelo para tratar de parar una modificación de la carretera entre Bexhill y Hastings, en el sur del país, que finalmente se inauguró dos años después.

Las posibilidades de los túneles

Algunos de los activistas que participaron en las protestas de los 90 explican que construir túneles es una de las tácticas de protesta más efectivas, sobre todo cuando de trata de detener la construcción de carreteras, ferrocarriles, metros, etc. La razón es que sacarles de los túneles no solo lleva tiempo, sino que cuesta dinero y puede provocar importantes retrasos.

Las protestas más comunes, ya sean en parques, plazas, etc. son más fáciles para la actuación de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, cuando los activistas deciden esconderse bajo tierra, los problemas se multiplican: no solo han de actuar en el interior de un túnel, sino que, además, tienen que hacerlo sin causar problemas a los medios de transporte ni poner vidas en juego.

Ahora, los responsables de la línea HS2 se enfrentan a un grave problema, tal y como explica uno de los activistas a 'The Guardian': "Al final del día, es una cuestión de dinero. HS2 estará haciendo los cálculos y sumando el coste de la policía, la seguridad, los retrasos en el programa de construcción y los especialistas que necesitarán para sacar a los activistas del túnel. Hay seis o siete campamentos anti-HS2 a lo largo de la ruta planificada. Si todos esos campamentos construyen túneles, el proyecto HS2 podría tener serios problemas".

Los activistas cuentan con su propia 'biblia', una guía que está basada en los túneles que se realizaban durante la Guerra de Vietnam: "Hacer túneles es la última y desesperada táctica de personas desesperadas en tiempos desesperados".

En los años 90, un grupo de activistas medioambientales cavó una serie de complejos túneles bajo la autopista A30 en el condado británico de Devon. Protestaban por la intención de las autoridades de desviar esa carretera y Daniel Hooper, el líder del grupo, pasó siete días y otras tantas noches dentro del túnel, evitando ser desalojado por la policía.

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