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El Octavius, la leyenda del barco fantasma que estuvo navegando 14 años
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POR EL PASO DEL NOROESTE

El Octavius, la leyenda del barco fantasma que estuvo navegando 14 años

El Herald se encontraba faenando en el Atlántico Norte cuando se encontró con un extraño barco: nada podía hacer presagiar que llevaba casi dos décadas completamente perdido

Foto: El barco fantasma que estuvo navegando 14 años. (PXHere)
El barco fantasma que estuvo navegando 14 años. (PXHere)

En pleno siglo XVIII, el mundo de la navegación comenzó a obsesionarse con un reto: encontrar el paso del Noroeste. La época de los descubrimientos de continentes o de islas perdidas ya había tocado a su fin y, por aquel entonces, uno de los grandes objetivos que quedaban pendientes en el mar era encontrar una vía que, bordeando América del Norte, consiguiera conectar el Océano Atlántico con el Pacífico mediante una ruta corta. Sin embargo, para ello habría que cruzar el temido Océano Ártico, donde el hielo y los icebergs complicaban la misión. Muchos barcos se lanzaron a la aventura sin éxito.

Posiblemente, el caso más conocido sea el del Terror y el Erebus, dos embarcaciones que quedaron atrapadas en el hielo del Ártico en 1845 y que no fueron localizadas hasta el año 2016. El principal problema que tenía esta vía era cruzar el estrecho de Lancaster, una franja muy estrecha de agua que solo podía atravesarse en verano pues, en el momento en el que entraba el frío, las gélidas temperaturas convertían el agua en un bloque, impedía la navegación y terminaba por provocar que los barcos quedaran encallados en un desierto de hielo donde sus tripulantes terminaban falleciendo ante la falta de agua potable y de comida, a miles de kilómetros de distancia de cualquier punto civilizado. Precisamente, en ese contexto aparecio la leyenda del Octavius.

Foto: El Kobenhavn desapareción sin dejar rastro el 21 de diciembre de 1928. (CC)

Esta goleta comenzaría su viaje el 10 de septiembre de 1761, cuando la embarcación partió de Londres con destino a China. Comandada por el capitán Hendrick van der Heul —quien fuera exgeneral del capitán Kidd—, tardó varios meses en llegar al país asiático. Una vez allí, cargó sus bodegas con el objetivo de regresar a Reino Unido…, pero nunca lo hizo. Varios meses más tarde, cuando el barco no había regresado a Londres, comenzaron las pesquisas para tratar de saber qué había pasado con él, pero nadie sabía absolutamente nada, solo que había alcanzado su destino y que había partido de regreso a las islas británicas.

De esta manera, el Octavius desapareció en algún momento de 1762, pero nadie había conseguido encontrar su rastro. En principio, la ruta original del barco solo planteaba un viaje de ida y vuelta desde Londres a China, sin más objetivos que hacer un intercambio comercial bastante habitual en aquella época. Sin embargo, la sorpresa llegaría 14 años después de que la embarcación hubiera desaparecido. Era el 11 de octubre de 1776 cuando otra embarcación, el Herald, se encontraba faenando en el Atlántico Norte cuando, de repente, su vigía pudo observar cómo otro barco se acercaba a ellos.

El vigía le comunicó al capitán, Alex Warren, lo que estaba viendo, momento en el que el máximo responsable de la embarcación trató, sin éxito, de descubrir de qué barco se trataba. Su sorpresa llegó cuando pudo observar que era una goleta, una embarcación bastante inusual para la zona, pues era un barco con tres palos y numerosas velas que no era muy común ver por una zona donde el frío y el hielo eran habituales. Así, el general decidió que su barco se acercara, pero cuando les gritaron desde la cubierta, no recibieron ninguna respuesta. Era un mal presagio para la tripulación, tal y como cuenta 'National Geographic'.

Prácticamente a su lado, tanto Warren como el resto de tripulantes pudieron ver que buena parte de la cubierta del barco se encontraba congelada, con el casco muy dañado y con las velas rotas. Así, decidieron mandar una pequeña avanzadilla en una barcaza para ver de cerca qué es lo que había ocurrido. Cuando llegaron al barco, aquellos miedos se hicieron realidad: los 28 marineros que formaban la tripulación estaban tumbados en sus literas, cubiertos por numerosas mantas, pero todos muertos por congelación. A continuación, acudieron a las despensas, donde vieron que todas las reservas de agua y alimentos se habían agotado.

placeholder Foto: PXHere.
Foto: PXHere.

Misterio en el cuaderno de bitácora

Antes de abandonar el barco, Warren acudió al camarote del capitán en busca del libro de bitácora, donde se podía dar alguna explicación de lo que había sucedido. Pero en aquel habitáculo había cuatro cuerpos más: una mujer abrazada a su hijo, un hombre con un pedernal y una barra de metal y el propio capitán, sentado en una silla frente a su cuaderno de bitácora, aún con la pluma en la mano. En vista de lo sucedido, el capitán ordenó a uno de sus hombres que recogiera aquel librito para analizarlo más tranquilamente desde el propio Herald, poniendo aquella avanzadilla rumbo hacia su barco.

Pero las sorpresas no habían acabado. Cuando el capitán revisó pormenorizadamente el cuaderno, descubrió que que solo tenía la primera y la última página, pero en ellas había suficiente información: el barco estaba realizando la ruta entre China y Reino Unido pero, entonces, ¿qué hacía perdido allí? Efectivamente, era el Octavius, algo que confirmaban las fechas del cuaderno de bitácora: la primera página había sido escrita el 10 de septiembre de 1761, es decir, el día que comenzó su viaje a China y la última fue escrita el 11 de noviembre de 1762, en la que aseguraba que el barco llevaba 17 días atascado en el hielo y que la situación era catastrófica.

O, dicho de otra manera, el barco que acababan de encontrar, es decir, el Octavius, llevaría perdido 14 años. Quizás había decidido tratar de encontrar el paso del Noroeste en su regreso a casa y, aunque no lo supieran, en realidad habían logrado su objetivo de forma póstuma. A día de hoy, los expertos se debaten entre si la historia es real o simplemente es una leyenda, pero, sea como fuere, alentó a que numerosas embarcaciones trataran de encontrar posteriormente el paso del Noroeste. No sería hasta el año 1906 cuando Roald Amundsen lo consiguiera, abriendo una ruta que hasta la fecha había sido impenetrable. Salvo por el Octavius, aunque su tripulación nunca llegó a saberlo.

En pleno siglo XVIII, el mundo de la navegación comenzó a obsesionarse con un reto: encontrar el paso del Noroeste. La época de los descubrimientos de continentes o de islas perdidas ya había tocado a su fin y, por aquel entonces, uno de los grandes objetivos que quedaban pendientes en el mar era encontrar una vía que, bordeando América del Norte, consiguiera conectar el Océano Atlántico con el Pacífico mediante una ruta corta. Sin embargo, para ello habría que cruzar el temido Océano Ártico, donde el hielo y los icebergs complicaban la misión. Muchos barcos se lanzaron a la aventura sin éxito.

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