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Cómo cambiará nuestra forma de relacionarnos en las ciudades de "15 minutos"
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LAS URBES DEL FUTURO

Cómo cambiará nuestra forma de relacionarnos en las ciudades de "15 minutos"

Los arquitectos y urbanistas están dando pasos de gigante a la hora de vislumbrar el futuro de las metrópolis para hacerlas más sostenibles y con barrios más autosuficientes

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Han cambiado muchas cosas desde que la pandemia llegó, por desgracia, a nuestras vidas. Y también desde que en marzo viviéramos el confinamiento y su consiguiente desescalada. Entre otras (muchas) cosas, vimos imágenes de grandes ciudades como Madrid o Barcelona que despertaban después de meses vacías. Los vecinos de las grandes provincias pudieron descubrir, no sin asombro, zonas muy próximas a su vivienda que hasta entonces habían pasado inadvertidas animados por los paseos de las ocho de la tarde. Y además, el aire metropolitano se respiraba limpio después de tantos días sin tráfico ni atascos.

Es por ello que los grandes arquitectos y urbanistas pudieron vislumbrar más aún un futuro ideal para estos centros de cemento y hormigón en los que vivimos miles y miles de personas. Se trata de un proceso de remodelación de los espacios urbanos que ya venía fraguándose en distintas metrópolis, desde Nueva York a París. Entre sus máximas, conceder más espacio a las zonas verdes y a las vías peatonales en detrimento de las aceras, fomentar el consumo local frente a los grandes centros comerciales a los que hay que desplazarse en coche o bien dinamizar la vida de los barrios con programas de economía circular y colaborativa.

"Muchas personas no conocían a sus vecinos ni sus parques más próximos. La pandemia nos hizo redescubrir el entorno en el que vivíamos"

Todo esto parece presagiar que ya nunca más volveremos a ver ciudades como las de antes. Así lo cree Carlos Moreno, director científico y profesor de la Universidad de París I Panthéon-Sorbonne, quien en un reciente artículo de la 'BBC' ha declarado que ya "nunca habrá un regreso a la vida urbana de antes". Entre otras muchas cosas, resalta el papel de los vínculos sociales que se tejieron entre las comunidades vecinales con la irrupción de la crisis sanitaria. Es inevitable acordarse de las quedadas para aplaudir a las ocho, pero también de esos paseos vespertinos una vez pudimos salir.

Todo a 15 minutos

"Muchas personas nunca habían visitado las tiendas cercanas a sus hogares porque estaban muy ocupadas", admite Moreno. "No conocían a sus vecinos ni sus parques más próximos. La pandemia nos hizo descubrir esto. Hemos redescubierto la localidad en la que vivimos y esto ha mejorado la calidad de vida". El profesor también trabaja para el Ayuntamiento de París para hacer de esta capital de Europa una ciudad de proximidad, de "15 minutos", como también se la suele llamar en los foros más punteros de urbanismo. ¿Cuál es la premisa? Que cada ciudadano pueda llegar a cualquier parte, ya sea un colegio, un hospital, un parque o una tienda, en solo un cuarto de hora.

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La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, llevó esta promesa de 'New Urbanism' a su exitosa campaña electoral de reelección, apostando por una "ciudad de proximidad" no solo a los servicios básicos o entre lugares, sino también entre personas. La jefa del proyecto designada por la alcaldesa, Carine Rolland, lo expresa así en el artículo del medio británico: "Sabemos que a veces las grandes ciudades pueden ser agotadoras y crear una sensación de anonimato. Queremos espacios abiertos para no hacer nada en particular, donde las personas puedan conocerse o los encuentros puedan suceder tanto como sea posible. Vivimos mejor cuando vivimos juntos, y esto redefinirá nuestro tejido social".

A decir verdad, es un hecho que a raíz de la pandemia estamos mucho más conectados a nuestros vecinos. O aunque no tengamos ninguna relación en particular con ellos, por lo menos sabemos quiénes son. Desde iniciativas como salir al balcón a aplaudir la labor de los sanitarios hasta las más recientes muestras de solidaridad y colaboración vecinal para paliar los efectos de la borrasca Filomena que hemos visto en los últimos días. Al final, de tanto enfrentarnos a episodios apocalípticos reiterativos, parece que por fin estamos consiguiendo estar más unidos que nunca.

¿Estigmatización territorial?

Tampoco hay que ser tan ingenuamente optimistas. Al fin y al cabo, las tensiones que se viven en grandes metrópolis no dejan de ser acuciantes debido a la desigualdad social. Son muchas las personas que todas las mañanas acuden a sus centros de trabajo desde los barrios al centro, donde hay una mayor calidad de vida y un nivel de ingresos más alto por habitante. Y teniendo en cuenta que este tipo de proyectos focalizarían la vida urbana en los barrios, las diferencias económicas y sociales de la población correrían un alto riesgo de agrandarse. Unos contarían con prestaciones e instalaciones de mayor calidad mientras que otros deberían conformarse con lo que tienen, sobre todo si ya no existe tanta movilidad como antes.

Foto: Vista panorámica de Sao Paulo, una ciudad en 'horizontal'. (EFE)

Así lo reconoce también Elisa Pieri, profesora de Sociología en la Universidad de Manchester, quien teme que al incentivar la vida vecinal las desigualdades sociales se acentúen. "Los barrios marginados podrían acabar teniendo peores centros médicos y escuelas", admite. "Esto podría generar más discriminación, desigualdad y estigmatización territorial. Por ello, tenemos que asegurarnos de que las condiciones estén a la altura de los estándares".

Nadie sabe cómo viviremos una vez pase la pandemia y haya que volver a la normalidad. Lo que sí que es seguro, como decíamos al inicio del artículo, es que la vida ya no será como antes y habrá que buscar nuevas formas de cohesión social más eficaces. "La pandemia nos ha hecho pensar en cómo movernos, consumir y vivir de forma diferente", sentencia Moreno. "Estamos descubriendo que al trabajar de manera diferente tenemos más tiempo libre para estar con nuestra familia y amigos. Estamos descubriendo y apreciando mucho más nuestros barrios. Y eso hará que nos convirtamos en habitantes más comprometidos".

Han cambiado muchas cosas desde que la pandemia llegó, por desgracia, a nuestras vidas. Y también desde que en marzo viviéramos el confinamiento y su consiguiente desescalada. Entre otras (muchas) cosas, vimos imágenes de grandes ciudades como Madrid o Barcelona que despertaban después de meses vacías. Los vecinos de las grandes provincias pudieron descubrir, no sin asombro, zonas muy próximas a su vivienda que hasta entonces habían pasado inadvertidas animados por los paseos de las ocho de la tarde. Y además, el aire metropolitano se respiraba limpio después de tantos días sin tráfico ni atascos.

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