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Un oso panda se aburre del muñeco de nieve con el que vivía y se lo come
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PASÓ UN RATO MUY DIVERTIDO

Un oso panda se aburre del muñeco de nieve con el que vivía y se lo come

El plantígrado decidió darse un festín, arrancando al muñeco las ramas y las zanahorias que le habían colocado como decoración para comérselas tranquilamente

Foto: El muñeco de nieve no duró mucho tiempo junto al oso panda (YouTube)
El muñeco de nieve no duró mucho tiempo junto al oso panda (YouTube)

La vida de un animal en un zoo puede llegar a ser muy aburrida, sobre todo en épocas de pandemia como la que se está viviendo en este 2020 y que ha provocado que la mayoría de los zoológicos del mundo permanezcan cerrados o con grandes restricciones de público. Y eso, los animales también lo notan: echan de menos a los visitantes.

Los responsables del zoo de Moscú quisieron aliviar durante unas horas la vida de uno de los osos panda que viven en sus instalaciones. Por eso, formaron un muñeco de nieve y le colocaron unas ramas a modo de brazos, así como unas zanahorias para decorar los ojos y la nariz del muñeco. Lo que no se esperaban es lo que sucedió a continuación.

El plantígrado vio a su nuevo compañero de jaula y se pensó que era idóneo para jugar, aunque primero aprovechó los adornos que le habían colocado para comérselos. Las ramas y las zanahorias pasaron a ser parte de su dieta y, una vez que llenó (un poco) su estómago, se dedicó a pensar qué hacer con el resto del muñeco de nieve.

Como se aburría, el oso panda decidió jugar con él y en las imágenes que se han hecho virales en las redes sociales se puede ver cómo primero le arranca la cabeza y después se reboza contra él, pasando un buen rato. Si el objetivo del zoo era que el panda no estuviera solo por Navidad, fallaron; pero si lo que querían era que pasara un buen rato, acertaron de lleno.

La vida de un animal en un zoo puede llegar a ser muy aburrida, sobre todo en épocas de pandemia como la que se está viviendo en este 2020 y que ha provocado que la mayoría de los zoológicos del mundo permanezcan cerrados o con grandes restricciones de público. Y eso, los animales también lo notan: echan de menos a los visitantes.

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