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¿Las videollamadas te dan ansiedad? Así puedes evitarlo
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¿Las videollamadas te dan ansiedad? Así puedes evitarlo

En la situación actual, a veces parece difícil decir 'no' a los encuentros mediante la pantalla. Algunos trucos te ayudarán a lidiar mejor con esta peculiar obligación

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

Durante el confinamiento tuvimos que acostumbrarnos a ver a nuestros amigos, seres queridos y compañeros de trabajo a través de una pantalla, como si se tratase de una burbuja que nos permitiese a todos mantenernos a salvo. No solamente comenzamos a mantener reuniones de trabajo a través de Zoom, y así descubrimos cómo era la habitación de nuestro jefe o el aspecto de nuestros compañeros recién levantados, también nuestros hijos aprendieron a ir a clase mediante el ordenador y si queríamos jugar a algún juego con nuestros amigos o contarle algo a nuestros padres, no quedaba otra que encender la cámara.

Sin embargo, hay personas a las que esa distópica solución no termina de convencerlas. Por ejemplo, cuando pasamos el rato con un buen amigo, podemos estar más relajados porque nuestra presencia en el mismo espacio es suficiente para brindar compañía y apoyo; mientras que cuando estamos en una aplicación de videoconferencia y somos solo dos personas “pasando el rato” que no tienen nada de que hablar, la situación puede parecer un poco rara, cuando menos. Y en algunas reuniones, sentirse encadenado a una mesa o una silla puede ser agotador física y mentalmente hablando.

Odio verme en la pantalla

Esta época egocéntrica en la que nos ha tocado vivir, en la que las redes sociales marcan el que estés dentro o fuera del juego (si no las tienes es como si no existieras), muchas personas pasan bastante tiempo adecuando la luz para verse lo mejor posible en la pantalla. Al fin y al cabo, al principio del confinamiento muchos psicólogos nos advertían de que no debíamos descuidar nuestro aspecto físico solo porque no saliéramos de casa, pues se encuentra íntimamente ligado a nuestro ánimo. De ahí, la importancia de no trabajar en pijama en casa.

Enciende la cámara cuando creas que tu aspecto es el adecuado y apágala cuando no vayas a hablar

Pero, si eres de los que odia verse en pantalla durante las largas reuniones, quizá no te gusten en exceso las videollamadas. Sin embargo, como indica Suzanne Degges en 'Pychology Today', no aparecerse no parece una opción: en un momento como el actual, en el que todos parecemos estar un poco ausentes, no es buena idea no aparecer en las videollamadas, como si realmente estuviésemos diciéndole a los demás que no estamos del todo.

Cómo superarlo

La mejor manera es con la terapia de exposición, por llamarlo de alguna manera, es decir, soportándolo. Cuando somos adolescente, pasamos mucho tiempo agonizando sobre lo que las personas podrían pensar acerca de nosotros. Luego llegamos a los veinte y nos damos cuenta de que realmente nadie nos presta tanta atención. Lo mismo pasa ahora, tal vez nos preocupamos por lo que están pensando otras personas, pero es posible que si acaso están pensando sobre las imágenes en una cámara, estarán pensando en sus propias imágenes, no las de los demás.

  • Ponte cómodo en pequeñas dosis. Es decir, enciende la cámara cuando creas que tu aspecto es el adecuado y apágala cuando no vayas a hablar, por ejemplo.
  • Sé abierto y sincero con tus amigos y confiesa que te da vergüenza.
  • Ten en cuenta que, por mucho que la gente de tu alrededor ame las reuniones y videollamadas, nadie tendría por qué verse obligado a participar en interacciones sociales siempre y cuando no sean esenciales (por supuesto, las reuniones de trabajo no son negociables, pero sí lo es jugar al Among Us con tus amigos todas las noches).
  • Si tus amigos y familia son adictos de las llamadas por Zoom, siempre puedes estar un rato aunque sea durante menos tiempo. Eso sí, el rato que participes, hazlo activamente.

¿Crees que la gente estará fijándose en las imágenes de la cámara? Si lo hacen, probablemente sea en las suyas propias

En estos tiempos que tocan, es importante preguntar por el bienestar de aquellos que están menos visibles o aislándose por su cuenta, y sería excelente si aquellos que son más introvertidos hacen un esfuerzo de estar presentes con aquellos que podrían preocuparse por su bienestar si se mantienen desconectados por mucho tiempo.

Durante el confinamiento tuvimos que acostumbrarnos a ver a nuestros amigos, seres queridos y compañeros de trabajo a través de una pantalla, como si se tratase de una burbuja que nos permitiese a todos mantenernos a salvo. No solamente comenzamos a mantener reuniones de trabajo a través de Zoom, y así descubrimos cómo era la habitación de nuestro jefe o el aspecto de nuestros compañeros recién levantados, también nuestros hijos aprendieron a ir a clase mediante el ordenador y si queríamos jugar a algún juego con nuestros amigos o contarle algo a nuestros padres, no quedaba otra que encender la cámara.

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