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¿Te quejas o te enfadas mucho? Así repercute en tu cerebro y en tu salud
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¿Te quejas o te enfadas mucho? Así repercute en tu cerebro y en tu salud

Hay muchas razones para lamentarnos por todas las cosas malas que nos pasan. Pero también otras muchas para estar agradecido y gozar de una mejor salud mental

Foto: Fuente: iStock
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Este año 2020 ha sido, sin lugar a dudas, uno en los que más nos hemos quejado de toda nuestra vida. La causa mayor, evidentemente, ha sido la pandemia de coronavirus, la cual ha trastocado toda nuestra vida cotidiana y herido a nuestro sistema sanitario, por no hablar de todas las vidas que se ha llevado por delante. Vivimos unos tiempos sumamente complicado en los que lo único que podemos hacer es tener el máximo cuidado para frenar la transmisión del virus, y eso implica aislarse de nuestros seres queridos y cumplir con las medidas de seguridad dictadas por las autoridades sanitarias.

En este contexto, la queja, el lamento o el disgusto están justificados. Pero más allá de este problema colectivo que debemos intentar resolver lo antes posible para minimizar sus consecuencias, muchas personas tienen cierta tendencia a vivir quejándose constantemente. Y más en una época como esta, en la que existen tantos canales de comunicación a nuestra disposición para descargarse y dirigir el odio contra desconocidos a los que solo vemos tras una pantalla. En definitiva, no merece la pena pasarse toda la vida enfadado con los demás o en actitud defensiva. Pero más allá de esta consideración lógica y banal, ¿qué efectos puede producir en el cerebro el hecho de pasar demasiado tiempo al día con el ceño fruncido?

"!En lugar de cambiar nuestra química cerebral a mejor, los enfados crónicos crean vías neuronales que refuerzan esas formas negativas de pensar"

"Si una persona se queja mucho de sus relaciones personales, posesiones materiales o problemas laborales, puede convertirse en un asunto serio, sin duda", asegura Amanda Levison, terapeuta y psicológa norteamericana, en un interesante artículo sobre el tema publicado en 'Mel Magazine'. "A largo plazo, puede convertirse en un pensamiento automático y reiterativo en el que ya no existe ninguna conciencia sobre lo que dicen".

El reverso de la gratitud

Y como es evidente, "esto puede conducir a discusiones frecuentes y problemas con los demás, lo que a su vez causará estrés y ansiedad añadidas, afectando a nuestra salud mental y física", recalca la psicóloga. Hay que entender en este punto que por mucho que te quejes de algo que te molesta, ello no va a mejorar ni cambiar de ninguna forma. "Quejarse es el reverso de la gratitud", afirma Lauren Vinopal, redactora de 'Mel Magazine'. "En lugar de cambiar nuestra química cerebral a mejor, los enfados crónicos crean vías neuronales que refuerzan esas formas negativas de pensar: tu pareja no te aprecia, tu jefe te explota y nada sale bien. Con el tiempo, cada vez se vuelve más difícil internalizar algo positivo".

"El enfado sirve positivamente para obtener una validación externa y afrontar el problema de una manera colectiva"

Del mismo modo, vivir enfadado con todo el mundo y por todo tipo de razones no solo te perjudica a ti, sino también a los que te rodean. "Escuchar todo el tiempo a una persona quejarse tiene un claro impacto negativo en tus relaciones", señala por su parte el psicólogo Brian Wind. Tu cuerpo genera mucho más cortisol, las hormonas del estrés, lo que a su vez puede provocar problemas digestivos, inosmnio, depresión, hipertensión o un mayor riesgo de sufrir algún tipo de enfermedad cardíaca.

Pero la queja también, muchas veces, es más que necesaria. En sus justas dosis, es la forma más natural de desahogarse y expresar una emoción, además de servir para detectar cuáles son las áreas de tu vida que debes cambiar. "Puede ser una buena forma de liberar la tensión y la frustración que sufrimos", confirma Wind. "En algunos casos, sirve para obtener una validación externa de aquello que nos hace sentir mal. A veces, es una forma de abrirse para afrontar el problema de una manera colectiva".

Foto: Fotograma de 'Macth Point'.

¿Cuál es el momento en el que la queja empieza a volvese tóxica? En el punto en el que la diriges hacia aquello que supuestamente está bien. "No porque exista un problema subyacente, sino porque las relaciones personales, la carrera profesional o la salud mental y física requieren un gran trabajo para que se mantengan", asegura Vinopal. Es evidente que si no haces nada más que quejarte empiezas a desarrollar una manera de vivir muy negativa que te cierra en ti mismo y te aleja de aquellas personas que te quieren o simplemente te rodean. "Con el tiempo, las pequeñas cosas como las películas, la comida y hasta la ropa te parecen malas", señala la periodista.

¿Cómo corregirlo?

En general, la forma en la que aprehendemos el mundo es difícil de modificar. Las cosas que nos suceden nos afectan y ya está, parece muy difícil cambiar el enfoque y de la noche a la mañana verlo todo de otro color. Una de las técnicas que ofrecen los psicólogos es hacer un seguimiento de estos pensamientos negativos escribiéndolos en un papel. ¿La razón? Si formulas de manera consciente aquella cosa que te molesta, podrá volverse de algún modo constructiva y motivarte a cambiar aquello que crees que está mal.

Tan solo hace falta cambiar la perspectiva para apreciar las cosas buenas que tenemos o que nos han pasado en algún momento de nuestra vida

Por otro lado, hay que reconocer que si cada vez que te sientes molesto por algo tienes que apuntarlo, es posible que el hábito te dure un par de días. Lo mejor, en estos casos, es apostar por escribir un diario todas las noches, antes de dormir, a modo de carta que dirigirte a ti mismo. Solo así podrás comprobar, al cabo del tiempo, cómo ha cambiado tu perspectiva a mejor. En el caso de que haya sido a peor y cada vez estés más enfadado con todo el mundo, lo mejor será que acudas a una cita psicológica para desentrañar un posible problema mucho más profundo del que tal vez ni siquiera eres consciente.

Aunque la pandemia nos haya afectado a un nivel psicológico a todos en mayor o menor medida, como dice el refrán "es de buenos ser agradecido". Por muchos problemas que tengas o contra los que estés luchando, seguramente haya algo bueno, y tan solo hace falta cambiar la perspectiva o mirar en derredor para apreciar las cosas buenas que tenemos o que nos han pasado en algún momento de nuestra vida. Ya sea un trabajo, la familia, los amigos, un amor (auque la relación ya haya terminado) o el simple hecho de salir a la calle y encontrarte sano en estos tiempos tan difíciles.

Este año 2020 ha sido, sin lugar a dudas, uno en los que más nos hemos quejado de toda nuestra vida. La causa mayor, evidentemente, ha sido la pandemia de coronavirus, la cual ha trastocado toda nuestra vida cotidiana y herido a nuestro sistema sanitario, por no hablar de todas las vidas que se ha llevado por delante. Vivimos unos tiempos sumamente complicado en los que lo único que podemos hacer es tener el máximo cuidado para frenar la transmisión del virus, y eso implica aislarse de nuestros seres queridos y cumplir con las medidas de seguridad dictadas por las autoridades sanitarias.

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