Por qué debemos abandonar las grandes ciudades para luchar contra el coronavirus
Los investigadores ejecutaron unas 10.000 simulaciones para observar cómo se propaga una enfermedad cuando hay una migración desde un área densamente poblada a una menos habitada
Una nueva investigación ofrece una sugerencia interesante para frenar la propagación de infecciones: lograr que la gente se traslade fuera de las grandes ciudades, en lugar de cerrar las fronteras.
Al aplicar la dinámica SIR (susceptible, infectada y recuperada) de uso común, los investigadores ejecutaron unas 10.000 simulaciones para observar la migración en un sentido desde un área densamente poblada a un área poco poblada mientras se propaga una enfermedad, recoge 'Science Alert'.
La tasa de infección general se redujo si las poblaciones se mezclaron, mostraron las estadísticas, aunque la tasa de infección en el área poco poblada aumentó. Si el movimiento se vio obligado a alejarse del área densamente poblada, la tasa general de infección disminuyó aún más.
"En lugar de dar por sentada la movilidad, o la falta de movilidad, decidimos explorar cómo una movilidad alterada afectaría la propagación", explica el científico de datos Massimiliano Zanin, del Instituto de Física Interdisciplinaria y Sistemas Complejos (IFISC) en España.
Suponiendo que el 90% de las personas comienzan en un área densamente poblada como una ciudad, y el 10% comienza en un área poco poblada como una aldea, el estudio mostró que las tasas generales de infección podrían reducirse de alrededor del 35% de la población a alrededor del 23% si a las personas se les permitió moverse libremente.
Y si bien el porcentaje de personas infectadas en nuestra hipotética aldea aumentaría como resultado, la caída en el porcentaje de personas infectadas en nuestra hipotética ciudad disminuiría en una cantidad mayor, encontraron los investigadores.
El impacto negativo en la comunidad más pequeña puede mitigarse mediante controles de salud en la frontera, al permitir solo la reubicación de personas sanas y al limitar el movimiento de personas reubicadas, apuntan los investigadores.
Si a las personas se les permite ir y venir entre sus casas nuevas y antiguas, los beneficios se reducen, muestra el estudio.
"La gente siempre asume que cerrar las fronteras es bueno", destaca Zanin. "Descubrimos que casi siempre es malo".
Como Zanin quiere señalar, este es solo un modelo de movimiento, sin la complejidad y la imprevisibilidad de la vida real. Se han hecho una gran cantidad de suposiciones, incluidas las tasas de reinfección e inmunidad, patrones de comportamiento, etc., para generar los números.
Teniendo esto en cuenta, los estudios de modelado como este no pueden dar respuestas definitivas, pero pueden presentar algunas sugerencias útiles, y parece que mantener a las personas confinadas en un lugar podría ser peor para las tasas generales de infección, incluso si lo permite en algunas regiones. para mantenerse relativamente libre de enfermedades.
En el mundo real, permitir que las personas se trasladen de una casa principal de la ciudad a una casa de vacaciones en un pueblo podría detener la propagación de la enfermedad, cuentan los investigadores, siempre y cuando no haya vuelta atrás hasta que la pandemia haya terminado.
Por supuesto, hay muchas otras consideraciones económicas y sociales en las que pensar además de la tasa de infección, entre otras cosas, si los habitantes de las ciudades estarían dispuestos a mudarse o si los habitantes de las aldeas estarían felices de tenerlos, lo que destaca el difícil trabajo que tienen los gobiernos en la gestión la propagación del coronavirus.
"La colaboración entre diferentes gobiernos y administraciones es un ingrediente esencial para controlar una pandemia, y se debe considerar la posibilidad de sacrificios a pequeña escala para alcanzar un beneficio global", plantea Zanin.
Una nueva investigación ofrece una sugerencia interesante para frenar la propagación de infecciones: lograr que la gente se traslade fuera de las grandes ciudades, en lugar de cerrar las fronteras.