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Por qué tu perro te tiene en cuenta cuando toma sus decisiones, según un estudio
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Aunque en ocasiones no controla su instinto

Por qué tu perro te tiene en cuenta cuando toma sus decisiones, según un estudio

De la misma forma que un bebé prefiere el juguete que tienen los mayores entre manos, los perros pueden dejarse influir por las preferencias de sus dueños

Foto: Un perro mira sonriente a su dueño. (iStock)
Un perro mira sonriente a su dueño. (iStock)

Los amantes de los perros saben de primera mano que los comportamientos de sus mascotas a menudo se parecen a los de un bebé. No hablan, pero sí emiten sonidos cuando necesitan ayuda para cubrir alguna necesidad fisiológica, aprenden fundamentalmente por imitación y sienten ansias por investigar el mundo que les rodea. Científicos de la Universidad de Budapest han encontrado otra sorprendente similitud.

Al igual que ocurre cuando un niño de pocos meses quiere jugar con el objeto que sostienen sus padres —incluso si él ya tiene entre manos uno igual o mejor—, las preferencias de los perros pueden verse alteradas por las de sus dueños, según demuestra un estudio publicado el pasado 6 de noviembre en la revista académica 'Frontiers in Psychology'.

"Sabíamos que los perros son capaces de expresar sus preferencias a los humanos, pero en estudios anteriores no se tuvieron en cuenta las propias prioridades de los perros. En particular, no sabíamos cómo funciona su comportamiento cuando entran en conflicto las preferencias de los perros y las de los dueños", explica Eniko Kubinyi, autora principal del proyecto.

Para comprobarlo, los científicos decidieron someter a dos grupos de 12 y 51 perros, respectivamente, a una prueba que consistía en elegir entre dos objetos: una pulsera por la que no sentían ningún aprecio y un juguete que sí les resultaba deseable. En la primera parte de la demostración, con los objetos colocados a una distancia considerable, los dueños reflejaron expresiones felices para la pulsera e hicieron muecas de disgusto hacia el juguete. Después, ordenaron a sus perros que buscaran y trajeran un objeto, sin influir en su decisión. La mayoría de los animales se inclinó por el juguete e ignoró la pulsera.

placeholder Así fue la prueba a la que se sometieron los perros. (Frontiers in Psychology)
Así fue la prueba a la que se sometieron los perros. (Frontiers in Psychology)

"Ordenarles buscar el objeto no fue una buena opción para medir la sensibilidad de los perros a las preferencias de sus dueños por varias razones. Dado que su propio objeto favorito estaba al alcance, los perros tenían pocos incentivos para tener en cuenta la elección del dueño en sus respuestas", aclara Kubinyi. Pero, ¿qué ocurriría si los objetos se colocaban cerca de los dueños y fuera del alcance de los perros?

Esa fue la segunda parte de la prueba. En esta ocasión, los dos objetos se dispusieron sobre una mesa, separados entre sí a un metro y medio. El perro estaba lejos de ambos, mientras que el dueño podía alcanzarlos con cada una de sus manos. Se repitió el mismo procedimiento: los dueños hicieron gestos de aprobación para la pulsera y de desaprobación para el juguete, pero esta vez el resultado fue diferente. Una gran parte de los perros se dirigió a la pulsera.

Cooperan, pero no controlan su instinto

Tales resultados demuestran que la preferencia de los dueños puede afectar al comportamiento de los perros, pero sólo prima sobre sus propias decisiones en determinadas circunstancias.

Los bebés humanos muestran signos de altruismo y cooperación desde los 15 meses, edad a partir de la cual ya son capaces de comprender los deseos de los demás y ofrecerles un objeto que estos desean, incluso si tal acto entra en conflicto con sus intereses. Los perros son capaces de alinear sus intereses con los de sus dueños, pero no de inhibir su respuesta cuando tienen la capacidad de alcanzar el objeto deseado. El control del deseo se considera un sello distintivo de la domesticación, pero aún queda una parte de lobo en ellos.

Los perros son capaces de alinear sus intereses con los de sus dueños, pero a veces les cuesta inhibir su respuesta instintiva

"No hemos encontrado evidencia concluyente de que los perros, al igual que los niños pequeños de un año y medio, comprendan la subjetividad del deseo, es decir, que diferentes personas pueden tener diferentes actitudes hacia el mismo objeto. Si infieren la preferencia del dueño, es posible que no entiendan el acto de ofrecer un objeto a un ser humano, o que la inhibición de la respuesta, un aspecto importante del control cognitivo, no sea lo suficientemente fuerte como para sobrescribir la propia preferencia de los animales", advierte Kuvinyi.

Los amantes de los perros saben de primera mano que los comportamientos de sus mascotas a menudo se parecen a los de un bebé. No hablan, pero sí emiten sonidos cuando necesitan ayuda para cubrir alguna necesidad fisiológica, aprenden fundamentalmente por imitación y sienten ansias por investigar el mundo que les rodea. Científicos de la Universidad de Budapest han encontrado otra sorprendente similitud.

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