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¿Para qué sirve llorar? Dos expertos explican su importancia física y sus funciones
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¿Para qué sirve llorar? Dos expertos explican su importancia física y sus funciones

Las lágrimas nunca caen sin razón. Hoy dos expertos psicólogos nos recuerdan su valor y sus funciones en uno de los años más agitados emocionalmente de nuestras vidas

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"No os diré no lloréis, pues no todas las lágrimas son amargas", enunciaba el mago Gandalf a los 'valientes hobbits' al final de la inmortal película 'El Señor de los Anillos'. Y, efectivamente así es, pues como dijo este sabio personaje de ficción medieval, las gotas de agua salina que caen por el rostro fruto de la emoción no siempre 'saben' tristes. Seguramente recuerdes alguna ocasión en la que sentiste una sensación tan plena e intensa que te fue imposible reprimir las lágrimas. Incluso, en mitad de un ataque de risa, en el que la hilaridad era tan fuerte que de tus ojos empezaron a caer goterones incontenibles.

Sea como sea, el hecho de llorar es una de las formas más naturales de soltar toda la emoción que nos embarga en un momento determinado. Pero también hay otras. En realidad, el comportamiento de los humanos se basa principalmente en eso: una continua afectación por las situaciones que vivimos en nuestro día a día que, convertidas en emociones, dejan su impronta en nuestro ser y conciencia. Más tarde, como si se tratara de una presa de agua, necesitan liberarse. Este año, además, todos lo hemos vivido de una forma particularmente intensa a nivel emocional debido a la pandemia. Muchas familias han tenido que lidiar con la tragedia de perder a un ser querido y, lo que han tenido más suerte, enfrentarse al aislamiento al no poder pasar tiempo con sus familiares o amigos.

"No todo el mundo llora por los mismos motivos o con la misma frecuencia. En ello se basa lo que aprendemos de pequeños sobre este mecanismo"

Ahora, cabe preguntarse: ¿hemos llorado lo suficiente como para sanar todas esas heridas provocadas por el dolor experimentado, sea del tipo que sea? ¿Es cierto que, de algún modo, las lágrimas tienen el poder de aliviar el daño emocional causado? "El llanto es una descarga de hormonas de nuestro cerebro que provocan nuestras respuestas a las situaciones vividas", asegura Mónica Pereira Dávila, psicóloga del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COP) a este diario. "Esta descarga hormonal va eliminándose poco a poco a través de la orina o el sudor. Pero cuando es muy grande y la intensidad de la emoción está por encima de lo que la persona es capaz de manejar, tenemos el mecanismo del llanto que nos ayuda a eliminar del organismo todas esas hormonas excedentes, por eso nos sentimos mejor tras un buen rato llorando".

En este sentido, ¿podemos también llorar por una emoción positiva? "Esto es válido también para los momentos de euforia o extremo bienestar, ya que el nivel hormonal está por encima de lo que nuestro cuerpo es capaz de gestionar", asevera Pereira. "Por eso, algunas personas pueden llorar de felicidad, porque es un mecanismo del cuerpo para alcanzar un equilibrio emocional".

placeholder Fotograma de la película 'Call me by your name', en la que el actor Timothée Chalamet hace una excelente interpretación de llanto.
Fotograma de la película 'Call me by your name', en la que el actor Timothée Chalamet hace una excelente interpretación de llanto.

Pero evidentemente, no lloramos solamente debido a emociones. También para depurar e hidratar el globo ocular: lo que se conoce como lágrimas basales. "Eso a nivel fisiológico, pero desde el punto de vista emocional tiene también una función comunicativa", comenta por su parte Rafael San Román, psicólogo de la plataforma de atención psicológica online iFeel, a El Confidencial. "Las lágrimas sirven para indicar que la persona que tenemos delante está sufriendo por algún motivo, de ahí que los niños pequeños, al no poder expresar verbalmente lo que les pasa, recurran al llanto. Por supuesto, no todo el mundo llora por igual ni por los mismos motivos o frecuencia, y en ello juega un papel muy importante lo que aprendemos de pequeños sobre este mecanismo".

La importancia de los abrazos

Se trata de uno de los gestos que más hemos echado de menos a lo largo de este año. Y que, por precaución, muchas personas todavía no se atreven a ofrecer a sus seres queridos. No comprendimos la importancia de un buen achuchón en los momentos difíciles hasta que llegó la pandemia y mandó al traste nuestra vida familiar y social.

"A veces la gente no sabe escuchar a su mente, no entiende el lenguaje de las emociones y cree estar bien ante los acontecimientos que experimenta"

Al igual que las lágrimas, también es una forma de comunicación que sirve para sanar o equilibrar nuestro estado emocional. Pero a diferencia de ellas, que no dejan de ser un mecanismo propio e individual, el abrazo sirve para compensar precisamente la afluencia de las mismas en otra persona, tal y como lo corrobora Pereira: "si cuando lloramos, un ser querido nos da un abrazo, está mandando a nuestro cerebro señales de tranquilidad, protección o seguridad", asegura. "Cuando este lo percibe, automáticamente disminuye la descarga hormonal que nos hacía sentir abrumados y esto contribuye a la regulación emocional".

¿Y el llanto sin motivo?

"Tengo la teoría de que cuando uno llora, nunca llora por lo que llora, sino por todas las cosas por las que no lloró en su debido momento", escribió el poeta uruguayo Mario Benedetti. ¿Acaso se puede llorar sin más, por todo y por nada, o bien en un sentido existencialista, por todas las cosas tristes de este mundo en su totalidad? Pereira cree que se debe a una mera acumulación de emociones no gestionadas. "A veces la gente no sabe escuchar a su mente, no entiende el lenguaje de las emociones y cree estar bien ante los acontecimientos que experimenta", señala. "Mantiene una barrera de control emocional a modo de 'dique' que impide que las lágrimas fluyan. Cuando bajan la guardia y relajan ese control, puede que ocurra el llanto y les genere desconcierto al no entender a qué se debe".

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San Román está plenamente de acuerdo con ella. "Es como cuando a alguien le regañan un poco y rompe a llorar: obviamente lo está haciendo por otra causa", asevera. "No siempre la causa del llanto es el estímulo que lo desencadena". En este sentido, volviendo a Pereira, "es como si hubiéramos abierto las puertas del dique y salieran todos los 'malestares contenidos'".

Cuando las emociones no tiene cómo fluir

Muchas personas, por distintos motivos ya sean culturales o psicosociales, se sienten incapaces de llorar. Esto puede hacerles pensar que no tienen sentimientos, cuando en verdad lo que les pasa es que no saben gestionar ni desplegar esa emoción que les invade y necesita salir para fuera. "A mi consulta vienen muchas personas que tienen problemas de temperamento, se enfadan a la mínima o sienten que su vida está vacía", relata Pereira. "Más allá del carácter de cada uno, muchos de ellos no saben cómo dar rienda suelta a la emoción que les invade, y como sienten que no pueden llorar, ya sea porque se les ha educado así o porque nunca nadie les ha enseñado a llevar una buena gestión emocional de sus sentimientos, acaban recurriendo a la violencia contra sí mismos o los demás"

"Históricamente, se ha entendido el llanto como un signo de debilidad porque indicaba la necesidad de apoyo del otro para bregar con las emociones"

"De lo que se trata aquí es de tener un buen conocimiento de cuáles son mis emociones", recalca la psicóloga. "Ser capaz de reconocerlas, entender cómo afectan a mi manera de actuar como a la forma de entender el mundo. Una persona con una inteligencia emocional sana no necesita llorar a menudo para regular sus emociones, pero sí que lo usará y le será de gran utilidad esa estrategia para cuando su vida alcance unas cotas de intensidad muy altas que le dificulten ese manejo".

¿Tienen género las lágrimas?

"This is why you never see your father cry", cantan la banda británica Idles en 'Colossus' (que podría traducirse como "esto es por lo que nunca ves llorar a tu padre"). Expresiones como "la vida es un valle de lágrimas", que parten de la tradición religiosa al asociar el perentorio dolor que supone la vida en comparación con 'la vida eterna' parecen ir dirigidas al género humano en su totalidad, pero también y más exclusivamente a las mujeres. "Obviamente este sesgo existe y es ancestral", confirma San Román. "No por causas religiosas tampoco, sino psicológicas, ya que el llanto del hombre se castiga y en la mujer se refuerza o se ve como algo natural. Luego, en las personas se aplica de distinta forma, claro que todo el mundo llora, hombres y mujeres, mayores y jóvenes, ricos y pobres, guapos y feos. A pesar de ser una generalización, en las mujeres se da con mayor naturalidad o espontaneidad que en los hombres".

"Si un guerrero lloraba, mostraba al enemigo que no estaba preparado para afrontar el combate"

Pereira va más allá. "Históricamente, se ha entendido el llanto como un signo de debilidad porque indicaba la necesidad de apoyo del otro para bregar con las emociones", señala. "Si un guerrero lloraba, mostraba al enemigo que no estaba preparado para afrontar el reto del combate, de ahí que durante cientos de años se ha enseñado a los hombres que llorar es una debilidad. Las mujeres, en cambio, tenían asignadas otras funciones, las de cuidar a la prole y recolectar. Las funciones sociales que han asumido ambos géneros a lo largo de la historia son las que han favorecido o impedido la expresión de las emociones mediante el llanto".

Una de las figuras históricas y culturales más curiosas que reafirma esta tendencia a asociar el llanto con lo femenino es la de las plañideras. Desde tiempos inmemoriales, se retribuía a un grupo de mujeres para que fueran a los entierros a llorar a muertos con los que no tenían ningún lazo emocional. De alguna forma, usaban a estas personas para fingir un enorme dolor "con el objetivo de construir una imagen de estatus social del fallecido y un relato sobre el duelo", asegura San Román. En este sentido, no solo llama la atención que fueran mujeres las encargadas de generar lágrimas a propósito en los funerales, sino que también servía para reafirmar la capacidad de las lágrimas como justificación máxima de la existencia (o pervivencia) del sufrimiento.

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A propósito de esta idea, Pereira asegura que "si una persona se ve abrumada por la tristeza de perder a un ser querido y se encuentra con que los demás presentes en el funeral tienen cara de póker, se va a sentir muy sola, y quizás hasta enfadada con los demás por no compartir su dolor". Así, "ver a otras personas llorar legitima su dolor y favorece que se sienta comprendida, por lo que podrá aceptar la emoción y avanzar en su proceso de duelo".

En conclusión, gestionar las emociones a través del llanto es una parte muy importante de los cuidados que nos podemos ofrecer a nosotros mismos, como a su vez los abrazos sirven a los demás cuando es el prójimo quien llora. La crisis sanitaria provocada por la pandemia ha puesto a la salud en el centro de nuestras vidas, no solamente la física, sino también la psicológica. Es por ello por lo que debemos aprender a saber gestionar y cuidar los afectos que nos atraviesan y no dejar que estos necrosen por vergüenza o por no querer mostrar signos de debilidad. No es que tengamos que llorar más, sino preguntarnos si hemos llorado lo suficiente, y en ese caso, tener la fuerza y energía para salir de todos los baches emocionales en los que nos podamos hallar en estos tiempos tan difíciles.

"No os diré no lloréis, pues no todas las lágrimas son amargas", enunciaba el mago Gandalf a los 'valientes hobbits' al final de la inmortal película 'El Señor de los Anillos'. Y, efectivamente así es, pues como dijo este sabio personaje de ficción medieval, las gotas de agua salina que caen por el rostro fruto de la emoción no siempre 'saben' tristes. Seguramente recuerdes alguna ocasión en la que sentiste una sensación tan plena e intensa que te fue imposible reprimir las lágrimas. Incluso, en mitad de un ataque de risa, en el que la hilaridad era tan fuerte que de tus ojos empezaron a caer goterones incontenibles.

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