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Cómo dejar atrás el hambre emocional de manera efectiva
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Cómo dejar atrás el hambre emocional de manera efectiva

¿Sientes que no te puedes resistir a abrir el frigorífico y darle un bocado a cualquier cosa? No te preocupes, afortunadamente hay maneras de atajar esta manía compulsiva

Foto: Foto: iStock.
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Muchas veces, el hambre que sentimos no proviene de una sensación física real, sino que tiene un componente irracional o emocional. Seguramente lo hayas experimentado en más de una ocasión con la cuarentena. Abrir el frigorífico cada poco para pillar cualquier cosa es un síntoma fruto de esa presión psicológica que supuso el hecho de estar encerrados.

Para atajar este hambre irracional, el primer paso es saber reconocer la causa psicológica que da pie a esos atracones. En el caso del confinamiento, estaba totalmente claro: la ansiedad que nos producía el hecho de no salir a la calle y perder el contacto físico con nuestros amigos y familiares, sumada a la normal preocupación por la crisis sanitaria, produjo que nuestro inconsciente pidiese comida para atajar estos pensamientos negativos recurrentes. Pero son muchas las personas que conviven día a día con este hambre irracional sin conocer cuál es el desencadenante psicológico por el que aparece.

Al encontrar una nueva forma de lidiar con tus sentimientos, ya no necesitarás depender del hambre o la comida

Al igual que las adicciones, el hambre emocional funciona como un mecanismo de respuesta frente a esos pensamientos negativos que nos asolan, aliviándolos para más tarde hacerlos más intensos. En este sentido, los psicólogos coinciden en ver estas dos polaridades: "funciona como un 'amigo' y un 'enemigo' a la vez, ya que proporciona alivio temporal, pero a la par daña tu cuerpo y a tu autoestima", asegura Nina Savelle-Rocklin, psicoanalista estadounidense, quien ha publicado un artículo muy interesante sobre el tema en 'Aeon'.

"De manera similar, tenemos emociones y pensamientos ocultos en nuestra conciencia que motivan muchas de nuestras acciones", asevera la experta, siguiendo muy de cerca las teorías sobre el psicoanálisis. "Los comportamientos autodestructivos, como la alimentación emocional, pueden no tener un sentido consciente, por lo que hay que buscar una explicación subyacente".

Una "desconexión vital"

¿Cuál es el primer error que cometemos al ser plenamente conscientes de nuestro problema e intentar atajarlo? Empezar a hacer dieta, lo que se traduce en restringir cierto tipo de alimentos que nos gustan. "Las dietas implican privaciones", explica Savelle-Rocklin. "La experiencia de no poder tener lo que deseas puede conseguir el efecto contrario, que lo desees más, lo que a su vez conduce a la ingesta excesiva o a los atracones. Centra la atención en lo que estás comiendo, no en el por qué. Un primer paso es establecer el vínculo entre tus emociones y la alimentación. Cada vez que percibas que tienes hambre emocional, toma nota de cómo te sentías antes de que sucediera e intenta identificar algún patrón psicológico como desencadenante".

Comer puede ser un intento de llenar un vacío interior, pero también por aburrimiento o sensación de impotencia

Savelle-Rocklin pone de ejemplo a una paciente que tuvo aquejada de esta serie de episodios. Tras muchas sesiones con ella, descubrió que su hambre emocional venía de haber sido educada por sus padres bajo el imperativo de no mostrar las emociones. Entonces, recurría a la comida para calmar toda esa angustia interior causada por esa constricción emocional. El trastorno "puede ser una forma de salir del mundo y escapar temporalmente de aquello que les molesta", observa. "Mis pacientes a menudo describen la experiencia del hambre emocional como una desconexión vital en la que ya no existen esos pensamientos ni emociones".

"Cuando encuentres una nueva forma de lidiar con tus sentimientos, ya no necesitarás depender de la comida", recalca la experta. "Cultiva formas saludables de expresar lo que sientes, desde hablar con un ser querido hasta escribir un diario. También construye un diálogo interno contigo mismo que sirva de apoyo: 'Estoy haciéndolo lo mejor que puedo, voy a ser amable conmigo mismo en estos momentos".

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"Recurrir a la comida puede ser un intento de llenar un vacío interior, pero también contra el aburrimiento y la sensación de impotencia", asegura Savelle-Rocklin. "A menudo, es una forma de brindar consuelo o recompensa. Para hacer las paces con la comida, es necesario cambiar la forma en la que te hablas a tí mismo. Desafía a tu crítico interior y háblate de una manera mucho más amable, tranquilizadora o comprensiva". La experta también recomienda encontrar formas alternativas de afrontar la sensación de hambre, a través de "un ejercicio que te haga tomar tierra para centrarte en el presente o de relajación muscular progresiva en caso de que estés estresado".

Consejos prácticos

Más allá de investigar en los detonantes psicológicos, los cuales llevan un tiempo bastante largo, podemos establecer una serie de rutinas y hábitos que alejen la tentación de volver a abrir el frigorífico. Una de ellas, la más básica, es conseguir frenar el impulso y saber esperar. Se trata de un método parecido a cuando tratamos alguna adicción: cuando te entre el hambre, reflexiona en que es una sensación de necesidad temporal que tan pronto como ha venido, se va a volver a ir.

Si sientes hambre emocional, ponte a leer, ver la televisión o llama a un ser querido por telefóno. Todo con tal de evadirte y entretenerte

Otro de los consejos que aportan ciertos expertos es mantener el cuerpo bien hidratado, ya que algunas veces confundimos las ganas de comer con la sed. Una buena manera de hacerlo es sustituir ese alimento al que tienes tantas ganas de hincar el diente por una infusión caliente, que además en esta época del año, con los cambios de temperatura, viene de maravilla.

Del mismo modo, intenta mantener la mente distraída. Si sientes el hambre, procura leer, ver la televisión o llamar por teléfono a algún ser querido. Todo con tal de evadirnos y hacer que pase ese momento de debilidad lo antes posible. Y, por último, si no te puedes resistir y necesitas llenar el estómago con algo, apuesta por la comida sana en vez de por los snacks para picar. Sin ir más lejos, las manzanas son uno de los alimentos más saciantes que hay y además contienen muchas beneficios para tu organismo. Y ante todo, evita los productos con demasiado azúcar.

Muchas veces, el hambre que sentimos no proviene de una sensación física real, sino que tiene un componente irracional o emocional. Seguramente lo hayas experimentado en más de una ocasión con la cuarentena. Abrir el frigorífico cada poco para pillar cualquier cosa es un síntoma fruto de esa presión psicológica que supuso el hecho de estar encerrados.

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