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Descubren cómo sabe nuestra sangre cuando la prueba un mosquito
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Descubren cómo sabe nuestra sangre cuando la prueba un mosquito

Comprendiendo las papilas gustativas de los mosquitos, se puedan crear medicamentos que les impidan picar a las personas y transmitirles enfermedades

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Todos los veranos, los mosquitos son protagonistas de nuestros dulces y calurosos sueños, especialmente este 2020, en el que el mosquito del Nilo apareció en nuestras vidas. Nos despertamos con brazos y piernas aguijoneados, o escuchamos en plena madrugada ese terrible zumbido junto a nuestra oreja, que nos indica que el enemigo no descansa y está cerca. Sea como fuere, si somos proclives a terminar siendo acribillados por ellos, no podemos evitar preguntarnos por qué nos eligen a nosotros como sus víctimas.

La razón por la que unos mosquitos pican más a unas personas que a otras se ha estudiado en numerosas ocasiones. Si tu madre solía decirte que te picaban por qué tenías la sangre más dulce, las investigaciones no parecen reafirmar su opinión: parece ser que los mosquitos se guían a la hora de ejecutar su picadura por el rastro químico que dejamos en el ambiente. Las hembras se guían a través de mecanismos sensoriales que captan el olor corporal que desprende una persona al sudar. Y en particular, del dióxido de carbono.

También es frecuente buscar formas de acabar con ellos. Desde el repelente (natural o hecho en casa) a utilizar unas ropas holgadas y cómodas, pasando por las mosquiteras, todo parece buena idea para terminar con ellos. Pero, ¿por qué nos atacan en primera instancia? ¿Realmente nuestra sangre es tan sabrosa? ¿A qué sabe? Pues, los últimos estudios apuntan a que son insectos con buen paladar.

Para los epicúreos mosquitos nuestra sangre sabe a caramelo. Pueden distinguir hasta cuatro sabores distintos en ella

Según una investigación realizada en Estados Unidos y recogida en 'New York Post', los mosquitos anhelan tanto nuestra sangre porque les sabe a caramelo. Según explica Leslie B. Vosshall, de la Universidad Rockefeller de Nueva York, para estos epicúreos mosquitos sabemos a una mezcla entre dulce y salado. Al parecer, pueden distinguir hasta cuatro sabores diferentes en nuestra sangre, igual que nosotros diferenciamos entre salado, dulce, amargo, ácido y el relativamente nuevo umami.

Foto: El mosquito invasor que podría ser responsable de los casos de meningoencefalitis (iStock)

Para descubrirlo, los investigadores tuvieron antes que equipar a unos mosquitos modificados genéticamente con una etiqueta fluorescente que se encendía cuando se activaba una neurona correspondiente a un sabor específico. Luego los alimentaron con sangre y una mezcla de glucosa, sal, bicarbonato de sodio (que se encuentra tanto en la sangre como en el bicarbonato de sodio) y ATP, un compuesto que aumenta la energía.

Han comparado esta habilidad con la capacidad de las abejas para ver los rayos ultravioleta o de los murciélagos para escuchar los sonidos ultrasónicos

Vosshall asegura que la experiencia de saborear la sangre humana es definitivamente diferente para el mosquito, e incluso compara esta habilidad con la capacidad de las abejas para ver los rayos ultravioleta o de los murciélagos para escuchar los sonidos ultrasónicos. Los científicos esperan que, comprendiendo las papilas gustativas de los mosquitos, se puedan crear medicamentos que les impidan picar a las personas y transmitirles enfermedades.

"Si no fueran capaces de detectar el sabor de la sangre, en teoría no podrían transmitir enfermedades", explicaron. Aunque, eso sí, también recordaron que no son quisquillosos cuando se trata de elegir presas humanas. Todos somos lo suficientemente sabrosos para ellos... por ahora.

Todos los veranos, los mosquitos son protagonistas de nuestros dulces y calurosos sueños, especialmente este 2020, en el que el mosquito del Nilo apareció en nuestras vidas. Nos despertamos con brazos y piernas aguijoneados, o escuchamos en plena madrugada ese terrible zumbido junto a nuestra oreja, que nos indica que el enemigo no descansa y está cerca. Sea como fuere, si somos proclives a terminar siendo acribillados por ellos, no podemos evitar preguntarnos por qué nos eligen a nosotros como sus víctimas.

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