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¿Un mundo sin policías? Así son los colectivos que están dispuestos a lograrlo
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"DEFUND THE POLICE"

¿Un mundo sin policías? Así son los colectivos que están dispuestos a lograrlo

Los movimientos que abogan por buscar alternativas a la policía y garantizar la seguridad de los barrios han irrumpido con mucha fuerza en el escenario mediático. ¿Qué sucederá a partir de ahora?

Foto: Una protesta del movimiento 'Black Lives Matter' en Chicago. (EFE)
Una protesta del movimiento 'Black Lives Matter' en Chicago. (EFE)

Hace apenas unos meses, una imagen daba la vuelta al mundo: en las protestas de la ciudad de Camden, en el estado de Nueva Jersey, contra la violencia policial a raíz del asesinato de George Floyd, aparecía en la cabeza de la manifestación el jefe de la policía local, Joe Wysocki. Rápidamente, esta fotografía se hizo viral. ¿Qué hacía un alto cargo de la policía saliendo en primera línea de la comitiva, pancarta en mano, protestando contra la represión y la brutalidad a la comunidad afroamericana?

Esta paradójica escena se explica debido a que en 2013 el ayuntamiento de Camden decidió reformar por completo su cuerpo de agentes. Desde aquel año, hay muchos más policías en la ciudad, pero cobran menos y a la par trabajan menos horas. Eso sí, su relación con los vecinos y las comunidades desfavorecidas son envidiables, o al menos así presume el Wysocki en un artículo de 'Bloomberg'. Al contrario que sus homólogos en otras ciudades de Estados Unidos, él y sus compañeros recibieron una formación en tácticas para desescalar la tensión de los conflictos que puedan surgir en los barrios y así reducir la máximo la probabilidad de que ocurriese un hecho violento. En 2012, Camden registraba 67 homicidios al año; en 2019, esta cifra se ha reducido a más de la mitad, llegando solo a los 25.

La policía no es una institución encaminada a acabar con la vulnerabilidad de las distintas comunidades, de eso debería encargarse la política

Obviamente, la situación de Estados Unidos no es comparable a la de España. Allí los problemas de racismo están muy imbricados dentro de la sociedad y hasta en el propio cuerpo de policía, como reconoce Félix Ruiz, secretario general del Comité Ejecutivo Regional de la Policía Nacional (CEP) en Castilla y León. "Allí cualquiera puede ir con armas, de ahí que a la hora de actuar lo hagan con más represión", explica a El Confidencial. "Si tuviéramos que extrapolarlo a nuestro país, el primer grupo que históricamente se ha visto discriminado racialmente han sido los gitanos, pero no hemos tenido demasiada problemática con ellos en lo que se refiere a enfrentamientos directos. Puede que no cumplan las normativas ni paguen las multas, pero no hay un trasfondo de racismo o xenofobia".

¿Podría llegar a España esa transformación de los cuerpos de seguridad en un modelo similar al que puso en marcha Candem? "La policía no es una institución que esté encaminada a acabar con la vulnerabilidad de las distintas comunidades, de eso debería encargarse la política", argumenta Ruiz. "El problema es que todos los cuerpos policiales están muy politizados por el gobierno de turno. Lo primero que hace el gobierno cuando llega al poder es cambiar los altos mandos. En mi opinión, eso no debería existir, deberíamos regirnos por nuestros principios básicos de actuación: neutralidad política e imparcialidad. La policía, por tanto, empieza a tener connotaciones de ser represiva cuando se politiza y la percepción ciudadana apunta a que tiene una parcialidad. Lo mejor sería tener una comunicación estrecha con el ciudadano y hacer reuniones periódicas con estos grupos marginales en las que se explique que estamos aquí para hacer cumplir las normas y la ley, es nuestro trabajo".

Políticas públicas en vez de represión

"La idea de abolir la policía parte de un hecho bastante cierto: aunque haya aumentado la inversión económica en el sistema penal y policial de los estados, en los últimos cien años no se ha visto una mejoría sustancial en materia de seguridad ciudadana ni mucho menos una reducción de la violencia", asegura Adam Elliott-Cooper, doctor de Sociología en la Universidad de Greenwich, quien hace poco aparecía en un vídeo de la revista 'Wired'. En otras palabras, cuanta más represión, mayores han sido los daños.

Las propuestas que vienen discutiéndose hasta este momento varían en cuanto a la radicalidad de su contenido. Mientras que algunos son capaces de vislumbrar un mundo en el que ya no haya más intervenciones policiales -algo ciertamente utópico-, otros simplemente persiguen aprobar medidas para disminuir la partida económica a los cuerpos policiales y así gastar ese excedente en iniciativas que garanticen la seguridad pública. Pero la cuestión más candente es la que Elliott-Cooper formula: "Necesitamos pensar en otras formas de solucionar los problemas sociales que no pasen por meter a la gente en celdas. No se trata de cerrar todas las cárceles y despedir a todos los policías al día siguiente, sino crear políticas públicas que tengan en mente un mundo en el que no se necesiten cárceles ni policías".

La población española no es tan conflictiva como se puede llegar a pensar en un primer momento

Algunas de estas políticas que el sociólogo propone se basan en prevenir la criminalidad de diferentes formas: aumentar el parque público de viviendas para que ningún ciudadano se quede sin casa, garantizar la protección y realojo de mujeres que hayan sufrido violencia de género, inculcar en la población formas de ocio saludables y, sobre todo, mejorar el sistema educativo existente para ser capaces de orientar mejor a los jóvenes a la hora de conseguir un trabajo y darles una salida laboral. Sin duda, este horizonte se antoja algo utópico, más aún en una época tan difícil como la que atravesamos actualmente, en la que se avecina una gran debacle económica producida por la pandemia. Y lo que precisamente hace más notoria la labor de la policía: un clima social inestable en el que la crispación no deja de crecer entre los distintos estratos sociales.

En este sentido, el secretario general del sindicato policial castellanoleonés asegura que "la población española no es tan conflictiva como se puede llegar a pensar". Ruiz reconoce que las expectativas para este tiempo que viene son "muy malas", ya que hay gente "que lo está pasando muy mal a nivel económico". Al final, "cuando no tienes ninguna escapatoria o no eres capaz de resolver los problemas, tu válvula de escape es echarle la culpa a alguien, y para que exista una reivindicación siempre tiene que haber un grupo". Ruiz considera que esa es la mayor preocupación de la policía de aquí al futuro, el hecho de que "se generen grupos políticos o de presión que alteren el orden social". Sin embargo, como él mismo concluye, "no se ha notado un incremento notable de la delincuencia ni la criminalidad, que es lo que se pensaba desde un principio".

Afortunadamente, como corrobora Ruiz, la situación en España no es tan dramática en lo que se refiere a conflictos entre minorías sociales discriminadas y policía . Pero eso no quita para que ciudadanos de Estados Unidos, Reino Unido o Francia, estén pensando otro modelo de gestión de la seguridad pública que no pase por la represión policial. A continuación, veremos una serie de ejemplos de estos grupos de activistas que están luchando por cambiar las cosas a través de la movilización pacífica y de la interacción con las instituciones locales y vecinales.

El MPD150

"Estamos hablando de un proceso de reasignación estratégica de recursos, financiación y responsabiidad civil en el que no figuren las acciones policiales y apunte hacia modelos de seguridad, apoyo y prevención comunitarios. Las personas que responden a las crisis que surgen en el seno de nuestra comunidad deben ser las más preparadas: en lugar de extraños con armas, que probablemente ni siquiera viven en los barrios que patrullan, queremos crear un espacio que nos provenga de especialistas en prevención de actos violentos, trabajadores sociales, defensores de víctimas, supervivientes y ancianos, líderes espirituales, vecinos y amigos. En definitiva, todas las personas que realmente conforman el tejido vecinal de una comunidad, que se cuidan y ayudan entre sí".

Luchamos por una sociedad que asuma la responsabilidad de sus relaciones y comunidades. Podemos mejorar y cambiar la sociedad

Este es el 'statement' de MPD150, una organización surgida al calor de las protestas de Minneápolis que ha convencido a ciertos grupos políticos locales para "desmantelar" el actual sistema policial que impera en la ciudad. Así es como el Consejo Municipal, presidido por la republicana Lisa Bender, adoptó una decisión en junio de enviar una propuesta de enmienda de los estatutos municipales al ayuntamiento para avanzar hacia un cambio en el modelo de seguridad pública. En dicha propuesta, prevista para que entre en vigor el 1 de mayo de 2021, se crearía un nuevo departamento bajo control del consistorio. En este sentido, el jefe de dicha unidad no contaría "con experiencia policial", sino que estaría especializado en "servicios de seguridad comunitaria", según informa el medio local 'Minneápolis Post'.

Los 'filthbusters'

En Reino Unido, recientemente ha adquirido mucha popularidad un grupo hoamólogo al MPD150. Se llaman los 'filthbusters', y aunque tengan nombre de serie de televisión, están decididos a cambiar el modelo de seguridad pública de su país. En su opinión, ¿por qué no deberíamos llamar a la policía si surge algún problema? "A menudo agrava la situación y pone a las personas en riesgo", afirman desde un 'pdf' en el que explican su ideario y cometido. "Siempre que pides ayuda a los agentes, pone a personas vulnerables de su comunidad en situaciones peligrosas. Por ejemplo, los negros tienen más probablidades de ser físicamente agredidos por las fuerzas del orden: 13 de cada 10.000 londinenses negros son sometidos a una restricción violenta o detenidos, mientras que en el caso de los blancos son 3 de cada 10.000".

Hemos comprobado que no se puede confiar en el gobierno para que cuide a las personas, les importa más la economía que nuestra salud

A lo largo de todo el documento describen acciones específicas encaminadas a desescalar la violencia que pueda surgir tanto en el seno de la comunidad vecinal así como también con la policía. Asimismo, recomiendan aprender técnicas de defensa personal, proteger económica y colectivamente a las mujeres maltratadas y promover programas de acogida a las personas sin hogar. Hasta proponen medidas contra aquellos que no quieren respetar la distancia de seguridad para hacer frente a la pandemia. Y lo más importante: mantener una comunicación estrecha y unos lazos de colaboración fuertes entre vecinos.

"Luchamos por una sociedad que asuma la responsabilidad de sus relaciones y comunidades, en la que todos los ciudadanos estén mucho más conectados entre sí de lo que están ahora", asegura una de sus miembros protegida bajo seudónimo en una entrevista al medio británico 'The Face'. "Tenemos el poder para mejorar la sociedad. Hemos comprobado de manera reciente que no se puede confiar en el gobierno para que cuide a las personas, parece que les importa más la economía que nuestras vidas y nuestra salud", en clara referencia a la postura que mostró el primer ministro Boris Johnson al comienzo de la pandemia. "Ahora, han surgido redes de apoyo mutuo, las personas pueden hacerlo por sí mismas. Mira lo que sucedió en el edificio Grenfell. El gobierno y las autoridades locales tardaron mucho en responder a las demandas de los afectados. Pero la gente estaba allí de inmediato. Se cuidan entre sí mejor que con el estado".

Los chalecos amarillos

La reivindicación de abolir la policía está presente desde el estallido de la revuelta de los chalecos amarillos en Francia. Lo que empezó siendo una protesta contra la subida del impuesto del carbono en octubre de 2018 acabó convirtiéndose en un "movimiento transversal y espontáneo", como siempre se han definido, que además no busca institucionalizarse, evitando en todo momento la representación en los medios de comunicación a través de portavoces.

Foto: Imagen de archivo de una manifestación en París del sector del transporte y los 'chalecos amarillos'. (EFE)

En los últimos días, los 'gillet jeunes' han vuelto a dejar patente su rechazo al gobierno de Macron y también, en particular, a la policía. El pasado sábado 12 de septiembre salieron a las calles de las principales ciudades francesas para exigir la dimisión del jefe del Estado o una subida generalizada de los sueldos más bajos. Todas estas tensiones que vienen manifestándose entre ciudadanos y policía en todas las pertes del globo no dejan de ser el resultado de una época muy convulsa que además tiene de telón de fondo la crisis sanitaria del coronavirus y el profundo impacto económico que la sobrevendrá. Son tiempos difíciles en los que urge pensar (o como mínimo imaginar) un mundo más justo y con menos desigualdad social. Pero ante todo, un mundo alejado de la violencia en el que no se necesiten policías y los ciudadanos se ayuden entre sí.

Hace apenas unos meses, una imagen daba la vuelta al mundo: en las protestas de la ciudad de Camden, en el estado de Nueva Jersey, contra la violencia policial a raíz del asesinato de George Floyd, aparecía en la cabeza de la manifestación el jefe de la policía local, Joe Wysocki. Rápidamente, esta fotografía se hizo viral. ¿Qué hacía un alto cargo de la policía saliendo en primera línea de la comitiva, pancarta en mano, protestando contra la represión y la brutalidad a la comunidad afroamericana?

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