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¿Cómo de fácil o difícil es mentir a otra persona gracias a la mascarilla?
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CURIOSIDADES PANDÉMICAS

¿Cómo de fácil o difícil es mentir a otra persona gracias a la mascarilla?

Mucha gente poco honesta estará perfeccionando su falsedad gracias a este objeto que ha venido para quedarse. Sin embargo, no todo se juega en la mirada

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

Han llegado a nuestras vidas para quedarse de forma indefinida. O, al menos, hasta que se encuentre una cura o tratamiento contra la pandemia que desde principios de marzo lleva instalada en nuestro país. Las mascarillas son una de las primeras barreras de contención del virus, y por ello es imprescindible que las llevemos puestas en todo momento siempre que estemos fuera de nuestra casa.

Esto quiere decir que tendremos que acostumbrarnos a ver a mucha gente a la que conocemos con ella puesta. Lo que está claro es que protegen contra el virus, pero ¿y contra las mentiras? Tener tapada más de la mitad de la cara puede facilitar el engaño o enmascarar (y nunca mejor dicho) a un buen mentiroso. Al final, el rostro es el espejo del alma. Al mirar a alguien a la cara, y más concretamente a los ojos, podemos intuir cada una de sus intenciones.

Cuando alguien baja la mirada no quiere decir que esté mintiendo, sino que podría signficar que no se sienten del todo cómodos

¿Es fácil mentir sirviéndose de la mascarilla? Evidentemente, sí. De ahí que su uso esté prohibido en muchos casinos de Las Vegas para jugar al póker. Así lo narra Lauren Vinopal en un interesante artículo de la revista 'Mel Magazine' en el que consulta con diferentes expertos en neuropsicología la facilidad que tenemos para mentir a los demás si nos cubrimos la cara con la mascarilla.

"Las personas gastan un enorme esfuerzo en mentir", observa Judy Ho, una neuropsicóloga que también está familiarizada con el juego del póker. "Cuando mientes, necesitas más energía cognitiva que cuando dices la verdad". Por ello, en las sesiones de poligrafía los expertos comienzan preguntando a los sujetos de estudio cosas muy sencillas como su nombre o su cumpleados para establecer una presión arterial y frecuencia cardíaca de base. Y, evidentemente, atendiendo a las muecas que haen con su cara: "la mentira también puede manifestarse en tics físicos o gstos, como torcer los labios o la sonrisa", asevera Vinopal.

Fijarse demasiado en los ojos de alguien puede causar estrés o sensaciones de hipervigilancia y paranoia en tu interlocutor

Por tanto, es obvio que mentir es un poquito más fácil que antes, cuando llevábamos todo el rostro descubierto. La pregunta es clara: ¿cómo fiarnos de alguien en estas condiciones tan favorables para mentir, y más aún, si alguna vez traicionó nuestra confianza? Muchos dirán que mirando a los ojos. "Hay una creencia natural en nosotros al pensamos que todo está en los ojos", observa Ho. "Sin embargo, cuando alguien baja la mirada no quiere decir que necesariamente esté mintiendo, sino que podría signficar que no se sienten del todo cómodos. Hay muchas emociones en juego cuando alguien aparta la mirada".

"De hecho, fijarte demasiado en los ojos de alguien puede causar estrés o sensaciones de hipervigilancia y paranoia en tu interlocutor", asegura Erica Smith-Lynch, experta en terapias del comportamiento. "Las investigaciones demuestran que la mayoría de las personas son bastante buenas para controlar sus expresiones faciales, incluso cuando mienten, a la par que tampoco somos muy hábiles para saber si alguien está mintiendo o no, con o sin mascarilla".

Ante todo, confianza

¿Cuál es entonces el punto de ruptura entre una mirada con o sin mascarilla? Básicamente, será más difícil generar la sensación de confianza en alguien a quien acabas de conocer. Al no tener la manifestación física de una mueca amistosa o de seguridad, se vuelve un tanto ambiguo el hecho de interpretar cómo está actuando la otra persona.

"Es mucho menos probable que terminemos confiando en esa persona y nos acerquemos a ella", recalca Smith-Lynch. "Es un proceso que sucede muy rápido, en el nivel de preconsciencia, antes de que podamos expresar nuestros sentimientos con palabras. Por tanto el efecto del uso de mascarilla puede tener menos que ver con el hecho de engañar alguien, sino más bien con la extrañeza de no tener signos de confianza de parte de tu interlocutor, independientemente de las intenciones que tenga".

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Si lo llevamos al mundo del póker, los investigadores han descubierto que cuanto más esfuerzo ponen los jugadores en leer los rostros de sus adversarios, peor juegan, por lo que al final no se le acaba dando tanta importancia. "El término 'cara de póker' está un poco sobrevalorado en el mundo del juego, se utiliza mucho más por personas que están fuera de esa comunidad", asegura Chris Brand, jugador profesional de este juego de cartas. En vez de poner toda tu atención en las caras de tus oponentes, un buen jugador debe hacer un mejor cálculo de las estadísticas y probabilidades que tiene de ganar, así como de la estrategia que va a desarrollar en una partida.

"En realidad, las personas que ya eran expertas en el mundo de mentira ahora seguramente puedan desarrollar sus habilidades mejor con la mascarilla puesta", concluye Ho, por su parte. "Pero si se trata de alguien a quien conoces antes de la pandemia y siempre te ha sido honesto, el hecho de llevar mascarilla no va a cambiar. En último término, es mejor dejar pasar algunos 'faroles' (siguiendo la jerga del póker), que vivir desconfiando de todo el mundo con el que te cruzas".

Han llegado a nuestras vidas para quedarse de forma indefinida. O, al menos, hasta que se encuentre una cura o tratamiento contra la pandemia que desde principios de marzo lleva instalada en nuestro país. Las mascarillas son una de las primeras barreras de contención del virus, y por ello es imprescindible que las llevemos puestas en todo momento siempre que estemos fuera de nuestra casa.

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