'Shoshin': el término budista que te hará aprender más y ser más feliz
¿Crees que cuanto más estudias o indagas en un tema más te queda por conocer sobre él? En ese caso, serás más sabio que aquellos que piensan que ya lo saben todo
Hay una creencia popular que asegura que cuanto más sabes, más te das cuenta de lo mucho que te queda por aprender. En general, las disciplinas científicas son como un enorme abanico que empiezas a desplegar sin ver en ningún momento el final. A no ser de que seas una máquina y tengas todos tus pensamientos conectados a una gran biblioteca, a medida que te dedicas en cuerpo y alma a una materia te vas dando cuenta de lo mucho que todavía te queda por aprender.
En eso consiste el término 'shoshin', el cual puede ser traducido como "mente de principiante", y se refiere precisamente a esta paradoja: cuanto más sabes sobre un tema, más probabilidades hay de que seas consciente de lo mucho que todavía tienes por aprender. El vocablo procede de la tradición budista y las artes marciales, y fue acuñado por el monje zen Shunryu Suzuki, en su libro 'Zen Mind. Begginner's Mind' publicado en 1970. Una de las frases que vienen a resumir esta concepción del estudio y del mundo es la siguiente, recogida en un artículo de 'Aeon': "En la mente del principiante hay muchas posibilidades, pero en la del experto, muy pocas".
Pensar las cosas con la mente de un principiante te hará tener menos confianza en lo que te dicen y estar más dispuesto a interactuar con los demás
Por supuesto, esta suposición de que cuanto más estudies sobre algo, más cosas te quedan por aprender, no es nueva. Incluso tiene un respaldo científico. En todas las épocas siempre ha habido mentes brillantes que llegaban a conclusiones definitivas e impensables sobre el mundo y la naturaleza, pero cuyas investigaciones eran rechazadas unánimemente por una comunidad científica llena de expertos o eruditos.
Por mucho que estudies y analices un tema concreto, no vas a saber más de él. Este argumento bien valdría para desarmar dialécticamente a un pedante. Pero en realidad, esta arrogancia intelectual no solo sucede en las altas esferas del conocimiento, también en los momentos más cotidianos. Sin ir más lejos, con aquellos que completan con éxito una carrera universitaria. En un estudio de 2015, un grupo de investigadores de la Universidad de Yale pidieron a un conjunto de recién graduados que estimaran el nivel de sus conocimientos sobre asuntos que habían estudiado. Después, probaron su capacidad real a la hora de explicar esta serie de temas. Al final, los participantes se sobrestimaron demasiado a sí mismos y a su nivel de comprensión, confundiendo la noción de "conocimiento máximo" con los saberes actuales, los cuales eran mucho más modestos de lo que presumían.
"Hay evidencias de que sentirse un experto genera una mentalidad muy cerrada respecto a un tema", explica Christian Jarret, neurocientífico de 'Aeon'. En ciertas situaciones, puede conducir al dogmatismo, como se demostró en otro estudio en el que se pidió a un grupo de gente que simulasen ser relativamente expertos en un tema. Al verse acosados por las preguntas de los demás, ellos mostraban cerrazón en sus planteamientos, lo que les impedía abrirse a otras perspectivas.
Pedantería intelectual
En general, las consecuencias de esta pedantería intelectual pueden llevar a fenómenos sociológicos de lo más curiosos. Sin ir más lejos, al concepto despectivo de 'cuñado', tan en boga en los últimos tiempos, por el cual una persona cualquiera -mayoritariamente de mediana edad- sin conocimientos detallados de nada, defiende con vehemencia su postura en un tema concreto frente a otra, como si estuviera impartiendo una lección.
Si tienes los sentidos abiertos de par en par a la experiencia y una mente más curiosa, disfrutarás mucho más de la vida
En cambio, si abordamos los problemas que nos surgen con la mente de un principiante como postula el 'shoshin' o con una buena dosis de humildad, podremos contrarrestar más fácilmente todas esas desventajas de la arrogancia intelectual. A veces es mejor quedarse corto que pasarse de frenada, y muchas personas acaban diciendo más con sus silencios que con sus explicaciones. Por otro lado, "las personas que son intelectualmente más humildes saben más, ya que son más receptivas a digerir nuevas informaciones", como asevera Jarret. "Además, se asocia con tener una mente abierta y una mayor disposición a ser receptivo ante las perspectivas ajenas, justo lo que necesita la agitada esfera de hoy en día".
"Por tanto", concluye el neurocientífico, "mirar las cosas con la mente de un principiante te ayudará a estar más informado, tener menos confianza en lo que te dicen y estar más dispuesto a interactuar con los demás, una serie de rasgos que cada vez se buscan más entre los empleados". Y mucho más importante, si tienes los sentidos abiertos de par en par a la experiencia y sientes que no sabes nada del mundo a pesar de llevar ya unos cuantos en él, disfrutarás mucho más de la vida, ya que la curiosidad no deja de ser una de esas fuentes inagotables de bienestar. La voluntad de querer aprender o dejarte impresionar por aquello que te rodea, vale mucho más a nivel personal que todo el conocimiento del mundo que puedas atesorar.
Hay una creencia popular que asegura que cuanto más sabes, más te das cuenta de lo mucho que te queda por aprender. En general, las disciplinas científicas son como un enorme abanico que empiezas a desplegar sin ver en ningún momento el final. A no ser de que seas una máquina y tengas todos tus pensamientos conectados a una gran biblioteca, a medida que te dedicas en cuerpo y alma a una materia te vas dando cuenta de lo mucho que todavía te queda por aprender.