Cancelada por covid-19: cómo el 15 de agosto dejó de ser fiesta en los pueblos de España
Aunque no todas, la gran mayoría de las fiestas populares que se celebran en torno al 15 de agosto son en honor a la asunción de la Virgen María. En 2020, no habrá casi ninguna celebración
El mes de agosto, Madrid es un desierto. La capital se vacía de gente, las oficinas cierran sus puertas y las calles se llenan, por lo general, de turistas que tratan de sortear el calor en las terrazas de los bares semiocultos bajo sombreros y gafas de sol. Aunque cada año existe un pequeño resquicio de la ciudad que sigue vivo durante este mes: los barrios de Embajadores, Rastro, Lavapiés y La Latina, donde se celebran algunas de las fiestas más castizas de la capital, San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma. Esta última, la del barrio de La Latina, tiene lugar en torno a la fecha del 15 de agosto, un día clave en el santoral católico pero también en el calendario laboral de toda España: es uno de los ocho días que suele ser considerado festivo a nivel estatal, uno de los pocos días del año en los que todos los habitantes del país tenemos día de descanso.
Y lo es porque, como gran parte de los festivos de España, tiene ese carácter religioso que le otorga la calidad de santo (y libre). Según el repertorio elaborad por Portal Fiestas, cada año se celebran en torno a 1.200 fiestas patronales diferentes en torno al 15 de agosto, centradas, en su mayoría, en la asunción de la Virgen María, a quien la historia de la religión atribuye la cualidad de haber sido concebida sin pecado y de ser la madre de Jesucristo, ascendida al cielo tras terminar su tiempo en la Tierra. En 2020, prácticamente ninguna tiene lugar, con pequeñas salvedades. En Galicia, donde las verbenas están permitidas aunque con muchas limitaciones, pocos ayuntamientos se han animado a celebrar las fiestas patronales: la Xunta no se hace responsable de ningún contagio, y la responsabilidad de provocar un brote de coronavirus recaerá directamente sobre las comisiones de fiestas o, en su ausencia, sobre los propios concellos.
Esto no implica que no vaya a haber: la gran mayoría de las fiestas populares han quedado suspendidas, pero hay alguna que otra que se celebra, con medidas de control. En la provincia pontevedresa de Cuntis, con algo menos de 5.000 habitantes, se celebran en agosto las fiestas en honor a la Virgen María, patrona del municipio, pero también a San Roque, la Virgen del Carmen y San Antón. Este año, en lugar de quedar suspendidas como muchas otras celebraciones de la localidad, se celebran con conciertos, espectáculos y pasacalles, aunque siempre manteniendo las medidas de seguridad pertinentes: aforo limitado, mascarilla obligatoria, mantenimiento de la distancia interpersonal...
En Andalucía, la Junta recomendó antes de que se levantara el estado de alarma que no se celebraran fiestas, verbenas o ferias hasta pasado el mes de agosto, para tratar de frenar los contagios. Mientras, en Euskadi, las fiestas de Andra Mari (las fiestas en honor a la Virgen María) se han suspendido en algunos lugares, como en Urduliz, pero se mantienen en otros diferentes, como en Mallavia (Vizcaya), una localidad de algo menos de 1.200 habitantes. "Los 'andramaris' de Mallavia no suelen ser de mucha aglomeración de gente, por lo que hemos acordado con las asociaciones municipales celebrar las fiestas, aunque tengamos que restringir algunos actos y cumplir todas las medidas de seguridad recomendadas", señalan desde el Ayuntamiento.
Fiestas desde el balcón
En otros puntos, como en Castelldefels han optado por mantener la fiesta pero de otro modo: los más de 67.000 habitantes que residen en esta ciudad de la provincia de Barcelona hacen mucho más complicado mantener las restricciones de segurirdad, por lo que el Ayuntamiento ha preferido organizar la Fiesta Mayor del Verano, que transcurre del 13 al 16 de agosto, de una manera más discreta con los balcones y terrazas como protagonistas. Así pues, han convocado el Primer Concurso de decoración de terrazas, balcones y ventanas de Castelldefels, con el objetivo de dinamizar e implicar la ciudadanía, fomentar el sentimiento de pertenencia con un acto colectivo y, a la vez, respetar la distancia personal para evitar la propagación del coronavirus.
En Madrid no habrá Paloma, esa fiesta tan celebrada por los gatos (y los no tan gatos pero sí amantes del Madrid más castizo). Desde el pasado mes de abril, el Ayuntamiento decidió suspender todas las fiestas de los 21 distritos de la capital, así como actuaciones ya ctividades al aire libre y en recintos cerrados promovidas por las juntas municipales hasta octubre. También afecta a aquellas que, independientemente de dónde se celebren, en las que "no sea posible asegurar y controlar el acceso y las medidas de higiene, seguridad y distanciamiento social", como medida para evitar contagios en posibles aglomeraciones.
El mes de agosto, Madrid es un desierto. La capital se vacía de gente, las oficinas cierran sus puertas y las calles se llenan, por lo general, de turistas que tratan de sortear el calor en las terrazas de los bares semiocultos bajo sombreros y gafas de sol. Aunque cada año existe un pequeño resquicio de la ciudad que sigue vivo durante este mes: los barrios de Embajadores, Rastro, Lavapiés y La Latina, donde se celebran algunas de las fiestas más castizas de la capital, San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma. Esta última, la del barrio de La Latina, tiene lugar en torno a la fecha del 15 de agosto, un día clave en el santoral católico pero también en el calendario laboral de toda España: es uno de los ocho días que suele ser considerado festivo a nivel estatal, uno de los pocos días del año en los que todos los habitantes del país tenemos día de descanso.