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Así está afectando el retraso de la incorporación de los MIR a los hospitales
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Un proceso cargado de polémica

Así está afectando el retraso de la incorporación de los MIR a los hospitales

El retraso de entrada en el sistema médico de los residentes de primer año ha provocado un desfase en el número de profesionales, ya que los de último año terminaron en mayo

Foto: Protesta en junio por la elección telemática de plazas MIR. (EFE)
Protesta en junio por la elección telemática de plazas MIR. (EFE)

Medicina es, probablemente, una de las carreras profesionales más encarriladas desde que los alumnos cruzan la puerta de la facultad. Seis años de carrera, poco menos de un año de estudio para el examen del MIR y mínimo cuatro años de especialidad. Tradicionalmente, estos tiempos iban rodados, pero este año —por la pandemia del covid-19—, la elección de plazas de Formación Sanitaria Especializada (FSE) ha venido cargada de polémica y retrasos. Y lo más preocupante: esta demora en la elección de plaza está provocando carencias en hospitales de toda España, según observan los propios profesionales.

Hagamos un resumen rápido de la situación. Aunque este año los exámenes para la FSE se realizaron con completa normalidad en enero, el terrible coronavirus detuvo el proceso tradicional de elección de plaza y las posteriores decisiones del Ministerio de Sanidad al respecto vinieron cargadas de controversia. Desde la Administración, se indicó que la elección de plaza se realizaría de manera telemática (normalmente, es presencial en el ministerio), algo que produjo una gran incertidumbre en muchos especialistas en potencia, que consideraban que podría perjudicarles y condicionar el resto de sus vidas. Pero no solo eso, sino que estudiantes y sindicatos, además de pedir volver al sistema tradicional, denunciaron falta de transparencia en la tramitación de expedientes académicos. Finalmente, el Tribunal Supremo suspendió la adjudicación de plazas exclusivamente telemática y se realizará en las próximas semanas como en años anteriores.

Foto: Foto de archivo de una protesta de MIR. (EFE)

La dilatación del proceso por el covid-19 —y los dimes y diretes entre la Administración pública y los especialistas en potencia— ha provocado un desfase en el número de residentes que hay en los hospitales. En el mes de mayo, cuando los residentes de último año acabaron la especialidad, los nuevos deberían haber entrado en los centros sanitarios, pero no será así hasta casi octubre. De este modo, se está produciendo una brecha en el número de profesionales en formación que durará cinco meses.

Los MIR, aparte de su formación, cumplen una función muy importante para el sistema sanitario: las guardias. Los residentes realizan estas jornadas de 24 horas ininterrumpidas de trabajo, en las que actualmente se está observando una sobrecarga de ocupación, ya que, al faltar los de primer año, el resto están llenando esos huecos, según los propios profesionales. Este aumento del trabajo puede afectar tanto al desempeño del mismo como a la formación en la especialidad.

Existe un incremento en las guardias, llegando algunos residentes a realizar dos semanales, lo que supone "un cansancio físico y mental exagerado"

Este incremento en las guardias que se está dando en muchos centros sanitarios puede provocar que un residente llegue a hacer hasta dos semanales, lo que supone “un cansancio físico y mental exagerado”, explica la joven, que lo está sufriendo en sus propias carnes. “También implica una pérdida de rotaciones en los servicios donde nos formamos, al librar la guardia. O incluso no librar la guardias y hacer periodos de trabajo de 24 horas, más otras ocho del servicio en el que estemos”, explica la médica.

“Esto tiene una repercusión tanto para nosotros como para el paciente, al encontrarnos bajo una presión tan grande. Al final, la calidad asistencial también disminuye. No porque queramos, sino que cuando una persona no puede con su vida, no atiende igual que cuando está fresca como una lechuga”, lamenta.

Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), Gabriel López Ordoño relata a El Confidencial esta situación: “Los residentes, a cambio de formación, están facilitando una asistencia en las Urgencias de los hospitales que hay que cubrir. Son puestos que deberían estar cubiertos por adjuntos, que están mejor retribuidos que los residentes y con unos derechos laborales más consolidados. Pero los hospitales suelen hacerlas recaer en los residentes porque si les pisotean sus derechos laborales, como está pasando, se callan por el miedo a la evaluación final o que les cojan ojeriza; y si con un adjunto, que lleva más tiempo, lo intentas, probablemente no pase por el aro”.

López, que es el representante nacional de la vocalía de médicos de hospitales de la Organización Médica Colegial, también opina que “los gerentes de los hospitales y los comités de docencias están deseando que lleguen residentes a sus servicios, pero no para darles formación ni hacer trabajos científicos, sino para poder hacer mayor actividad asistencial a cuenta de los residentes”.

Los MIR: mano de obra barata

En este sentido, Gabriel del Pozo, secretario general de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), explica a este periódico que “en algunos centros existe la mala costumbre de utilizar a los residentes como mano de obra barata, como si fueran profesionales de plantilla del hospital, y lo que hacen es repercutir las guardias en ellos”.

En una situación ideal, Del Pozo explica que este desfase entre profesionales que ya han acabado la especialidad y los que deberían entrar no debería afectar al servicio: “Los residentes de primer año son personal en formación que en sus guardias no pueden hacer nada, sino que están tutelados. En cualquier caso, lo que hacen es dar más trabajo al adjunto que los supervisa. En principio, los de primer año son los que más tutelaje necesitan, están empezando su formación y solo vienen con los conocimientos de la carrera”.

placeholder Imagen de archivo de la protesta de junio de los MIR. (EFE)
Imagen de archivo de la protesta de junio de los MIR. (EFE)

Pero en los hospitales, como es el caso de Paula, donde sí se está produciendo esta sobrecarga de trabajo por la brecha entre los que ya han acabado la especialidad y los que entran, el secretario apunta a “una mala gestión del servicio”. “Realmente no debería ser así, debería haber siempre el número suficiente de adjuntos para que no se notara la falta del residente, y menos del de primer año, a la hora de las guardias”, señala. Aunque reconoce que esta repercusión de guardias en residentes “es algo que viene de antes y que se ha visto exacerbado este año porque los de primer año entran más tarde”.

Riesgo para el paciente y el médico

El vocal del Consejo de Médicos apunta que, aunque los residentes estén “cansados y agotados” después de esta sobrecarga de labores, “se callan y asumen el trabajo, en contra de su salud y a riesgo de la de los pacientes que atienden”. “Está perfectamente demostrado que la tasa de errores médicos aumenta con las horas de guardia, el cansancio y el agotamiento. Además, aun a coste de su salud, un residente joven se calla saliente de guardia si su tutor o jefe de servicio le dice que se quede”.

“Indudablemente, cuando has tenido una mala guardia, estás cansado o agotado, se te puede pasar un detalle como una alergia, una enfermedad anterior o un tratamiento que se esté siguiendo; algo que puede condicionar la terapia que vas a poner a ese paciente”, apunta López. “Los errores médicos están condicionados por las horas de trabajo. De hecho, revistas científicas americanas recomiendan no operar a pacientes de madrugada, salvo que sea a vida o muerte. En problemas que pueden demorar cinco o seis horas se ha demostrado que no representan un riesgo para el paciente, pero operarlos de madrugada con un cirujano agotado supone más riesgo para el paciente que demorar la operación. Y, sin embargo, se siguen haciendo guardias de 24 horas”, añade.

Foto: Arranque de la huelga de los MIR. (EFE)

Del Pozo coincide con la residente en que "las condiciones psicológicas de la persona que está un día de guardia, otro de descanso y otro de guardia no son las más ideales para desarrollar una labor que requiere estar al 100% de su concentración".

Además, no debemos olvidar que esta merma de profesionales en el sistema puede verse agravada por el covid-19. “La situación puede ser peor teniendo en cuenta la sobrecarga emocional y psíquica que ya traen de por sí los profesionales contratados y los MIR que han estado trabajando durante la pandemia. Esto ha generado un estrés importante”.

¿Ilegalidad en los hospitales?

Asimismo, el secretario apunta que existiría una ilegalidad en aquellos servicios en los que se realicen más de cinco guardias al mes, el máximo establecido por la legislación europea. En este sentido, anima a los propios residentes y a los servicios a denunciar públicamente la escasez de plantillas.

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El sistema no se tiene que mantener por los MIR, el sistema se tiene que mantener con el personal contratado. Si las plantillas son insuficientes, habrá que aumentar las plantillas y debemos hacer unas buenas retribuciones”, concluye.

Desde el Ministerio de Sanidad, con el que se ha puesto en contacto El Confidencial, culpan de esta situación a las comunidades autónomas, al estar las competencias transferidas. Pero no responden a otras cuestiones sobre un posible fracaso del MIR como sistema de formación, la posibilidad de realizar inspecciones para controlar estos vicios o el posible abuso al utilizar a los residentes como mano de obra barata.

Medicina es, probablemente, una de las carreras profesionales más encarriladas desde que los alumnos cruzan la puerta de la facultad. Seis años de carrera, poco menos de un año de estudio para el examen del MIR y mínimo cuatro años de especialidad. Tradicionalmente, estos tiempos iban rodados, pero este año —por la pandemia del covid-19—, la elección de plazas de Formación Sanitaria Especializada (FSE) ha venido cargada de polémica y retrasos. Y lo más preocupante: esta demora en la elección de plaza está provocando carencias en hospitales de toda España, según observan los propios profesionales.

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