Conciencia y formación: el abandono de animales después del confinamiento
El abandono de perros ha aumentado un 25% desde el inicio de la desescalada. La portavoz del Instituto de Políticas Públicas de Protección Animal nos habla de esta oscura realidad
La familia de María* tenía que pasar el confinamiento encerrada en su piso de apenas 60 metros cuadrados, viéndose las caras a todas horas y con la bajada a la compra como el único pretexto para poder salir a la calle a que les diese un poco el sol. La primera semana lo soportaron con valentía, incluso felices de no tener que ir a trabajar, aprovecharon para conciliar la vida familiar y hacer esas pequeñas cosas que la rutina siempre nos obliga a postergar. Al mes estaban hartos, y se habrían vendido entre ellos para poder disfrutar de un rato más con el que poder pasear tranquilamente por la calle sin el miedo a una hipotética multa. Entonces se les ocurrió una idea: adquirir un perro. Acudieron a internet y, sin problemas, en el plazo de unos días consiguieron uno.
Los dueños de los perros han sido, sin duda, protagonistas claves durante la pandemia del coronavirus, pues muchas personas veían poco sentido al hecho de que (literalmente) "los niños no pudieran salir y tuvieran menos derechos que las mascotas", otras alegaban que quien hace la ley hace la trampa, y la excusa de tener que sacar al perro ha servido para que mucha gente disfrute de un confinamiento más 'light', por decirlo de alguna manera. Volviendo a María, gracias al precioso labrador que recientemente habían adquirido, pudieron salir a pasear diariamente durante la pandemia los cuatro miembros de la familia sin ningún miedo a que la policía les parara en algún momento por estar haciendo algo que no se debía. Después, cuando el confinamiento acabó y coincidiendo con que llegaba el verano y tenían que irse de vacaciones, abandonaron al perro.
Nuestro país ostenta el deshonroso título de ser uno de los que más abandono de animales registra en Europa, (cerca de 140.000 cada año)
Aunque María y su familia no existen y esta no es por tanto una historia real, bien podría serlo. Hace unas semanas, la Real Sociedad Canina de España (RSCE) denunció que el abandono de perros ha aumentado un 25% desde el inicio de la desescalada. La crisis económica y la sanitaria tienen mucho que ver, aunque la Real Sociedad quiso recalcar en su comunicado que el mes de mayo suele ser uno de los que más incrementos de abandono de animales registran, por la proximidad de la estación estival. Este año el repunte ha sido alarmante, puesto que nuestro país ostenta el deshonroso título de ser uno de los que más abandono de animales registra en Europa, (cerca de 140.000 perros y gatos cada año).
Imaginemos por otro momento que María, en realidad, era una persona que vivía sola y que durante la pandemia tuvo la desgracia de contagiarse de coronavirus y, finalmente, falleció. ¿Qué sucedió con su perro? Según informó a El Confidencial en otra ocasión la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (Faada), la situación en los refugios de animales sí se ha visto agravada por la entrada de animales de personas contagiadas o fallecidas por la enfermedad.
Se ha puesto de manifiesto la falta de alternativas de custodia para los animales de las personas hospitalizadas por haberse contagiado del virus
Recientemente, el Instituto de Políticas Públicas de Protección Animal (IPPPA) alertó de las graves consecuencias que ha tenido y continúa teniendo la situación de pandemia entre las mascotas. “La crisis dejó en evidencia la deuda histórica que tiene el sector público con las políticas de protección animal, a las que está obligado por diversas normativas”, advierte Anna Mulà, abogada especialista en derecho animal y portavoz de este instituto. “Es necesario concienciar, transformar mentalidades y acciones públicas; los países que triunfan en estas políticas son aquellos que cambiaron la perspectiva hacia la convivencia responsable” afirma.
"Las Administraciones públicas deben luchar por lograr el abandono cero", explica la abogada a El Confidencial. "Desde el Instituto insistimos en que se deben aplicar medidas globales, nosotros actuamos como puente entre las administraciones. Es innegable que el confinamiento ha afectado a la situación de muchísimas mascotas en nuestro país. Se ha puesto de manifiesto la falta de alternativas de custodia para los animales de las personas hospitalizadas o puestas en observación por haberse contagiado del coronavirus, se han producido acogidas temporales y también se han paralizado otras, así como las adopciones (al estar cerradas las protectoras y los refugios), la compravente de animales por internet no está regulada y no tiene control, en algunas ocasiones durante el confinamiento se ha optado por la picaresca".
También recalca otros problemas derivados de esta crisis, como el problema de los animales que se han perdido durante los desplazamientos, "al no estar censados y no existir un centro de animales abandonados es prácticamente imposible volver a encontrarlos", e incluso un conflicto muy grave del que poca gente es consciente: los animales abandonados en algunas fincas, sin poder alimentarse, lo cual es un peligro de salud pública.
Es importante que haya un control de la población canina y que se siga dando esta formación técnica dirigida a empleados públicos
Ante esta situación, el IPPPA quiere aportar su grano de arena para mejorar la situación de extrema vulnerabilidad de miles de animales en toda España tanto durante como tras el Estado de Alarma. Para ello ha puesto a disposición de las administraciones públicas un curso online gratuito “Convivencia responsable en tiempos de coronavirus”; una formación que tiene por objetivo final “fomentar políticas públicas de protección animal basadas en lograr una convivencia responsable y armoniosa entre la ciudadanía y los animales de familia, durante y tras el Estado de Alarma”. Se pretende con ello enseñar al alumnado a reconocer el marco legislativo general y el alcance competencial existente referente a los animales de familia, así como la normativa específica aprobada durante el Estado de Alarma, que tendrá una gran relevancia en la gestión del post confinamiento.
También se enseña a identificar los cuidados veterinarios y etológicos básicos que necesitan los animales de familia, y a detectar las dudas más frecuentes de la ciudadanía y resolverlas de forma adecuada. Del mismo modo se proponen programas concretos de educación en colegios y escuelas, como mecanismo para llegar a la mayor parte de los hogares españoles. "Aquellos docentes que creen que pueden aportar su grano de arena pueden ponerse en contacto con nosotros", asegura. "Es importante que haya un control de la población canina y que se siga dando esta formación técnica dirigida a empleados públicos, pues existen carencias. De esa manera, la sociedad podrá ser más justa", concluye.
La familia de María* tenía que pasar el confinamiento encerrada en su piso de apenas 60 metros cuadrados, viéndose las caras a todas horas y con la bajada a la compra como el único pretexto para poder salir a la calle a que les diese un poco el sol. La primera semana lo soportaron con valentía, incluso felices de no tener que ir a trabajar, aprovecharon para conciliar la vida familiar y hacer esas pequeñas cosas que la rutina siempre nos obliga a postergar. Al mes estaban hartos, y se habrían vendido entre ellos para poder disfrutar de un rato más con el que poder pasear tranquilamente por la calle sin el miedo a una hipotética multa. Entonces se les ocurrió una idea: adquirir un perro. Acudieron a internet y, sin problemas, en el plazo de unos días consiguieron uno.
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