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El dolor por los lugares lejanos que no conocemos
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El dolor por los lugares lejanos que no conocemos

Conforme se suceden los días de aislamiento, una nostalgia extraña y desconocida se apodera de nosotros. Por suerte, los alemanes tienen un nombre para ella

Foto: Foto: Pixabay.
Foto: Pixabay.

Probablemente a estas alturas los vídeos virales de humor nos hayan llegado a todos: unos pies cerca de un fondo de pantalla del ordenador de una playa, otro fondo que se asemeja a la ventanilla de un avión para que el que lo ha grabado parezca que está de viaje en lugar de confinado en su casa. En estos tiempos de aislamiento, en los que todavía hay muchos españoles que no han conseguido volver de los países donde se encontraban de vacaciones cuando se produjo el estado de alarma, más que nunca los confinados parecen echar de menos unas vacaciones en un lugar lejano.

Es algo normal, la incertidumbre ha parado el mundo. No sabemos si podremos viajar en verano, ni siquiera cuándo terminará la pesadilla. Bodas, lunas de miel y viajes programados han quedado suspendidos por ahora, hasta nuevo aviso. En un mundo estresante, en el que no sabemos que acontecerá mañana, es común echar de menos nuestra vida anterior. Pero, ¿por qué también extrañamos esos lugares que nunca hemos conocido, ahora más que nunca? Igual que sucede con la Saudade, ese anhelo portugués por lo amado que se encuentra lejano, sentimos la nostalgia por sitios en los que jamás hemos estado.

Nostalgia por lo desconocido

Los viajes son motivo de alegría, momentos en los que podemos abandonar el mundanal ruido y la rutina durante unos días para vivir trepidantes aventuras. Aunque impliquen encontrarnos, hasta en los lugares más remotos, a personas que hablan nuestro idioma (cuando querríamos estar solos en un lugar paradisíaco). Sin embargo, ¿qué pasa si nuestro deseo de viajar nos causa un profundo dolor anhelante, un dolor que nos recuerda que tenemos que salir y ver el mundo? ¿Qué pasa si estamos atrapados dentro de nuestras casas porque un virus ha tomado a la Tierra y a sus habitantes como rehenes y nos sentimos desesperados porque simplemente no podemos viajar?

Surgido en el siglo XIX, 'fernweh' viene a significar la añoranza de lugares lejanos y también la melancolía por quedarte en casa

Pues incluso los alemanes tienen una palabra para ello. No es tan raro, teniendo en cuenta que viene de los inventores del término 'Doppelgänger'. En esta ocasión, ese dolor referido también tiene una denominación: 'fernweh', el trastorno del viajero. Sería algo así como sentir nostalgia por un lugar en el que nunca has estado; ese deseo irrefrenable de conocer lugares nuevos, una atracción inexplicable a lo desconocido, la añoranza de lugares lejanos y también la melancolía por quedarte en casa.

El término fernweh surgió de la pasión por los viajes, una palabra popular en el movimiento romántico alemán del siglo XIX, que valoraba el amor por la naturaleza que surgió de un repentino interés teutónico en explorar los bosques y paisajes libres de Europa Central. Apareció por primera vez en el libro de 1902 de Daniel Garrison Brinton 'The Basis of Social Relation', en el que el autor lo describió como un profundo deseo o dolor de viajar o una "inquietud incómoda". En la segunda mitad del siglo XX, las agencias de viajes alemanas revivieron la palabra al usarla en sus anuncios para atraer al público alemán a descubrir otros lugares del mundo.

El término para los alemanes se refiere a un anhelo por lugares más cálidos y soleados, y por una forma de vida más despreocupada y menos ordenada

Quizás el auge de fernweh se deba a la globalización del turismo. Según cuenta Ilona Vandergriff, profesora de alemán en la Universidad Estatal de San Francisco, en 'BBC': "Creo que el término para los alemanes se refiere a un anhelo por lugares más cálidos y soleados, pero también una forma de vida diferente, más despreocupada y menos ordenada. Se trata justamente de luchar contra la rigidez tan típicamente alemana, para vivir de una manera distinta. El máximo exponente es Goethe, que dejó atrás las limitaciones de Alemania (o, en este caso, Weimar), por disfrutar de una vida más libre en Italia", (el autor estuvo casi dos años recorriendo nuestro país vecino de norte a sur).

Se trata de una nostalgia a la inversa, como bien decía Vladimir Nabokov en su novela 'Mary', explicando que esta idea de fernweh se hace especialmente fuerte en primavera. El momento en el que vivimos, conforme se acortan las noches y se alargan los días, y el viento comienza a ser más apacible. Por tanto es normal que en las circunstancias actuales, todo el mundo sienta un poco de fernweh, mirando al mundo desde las ventanas de su casa. Probablemente cuando la pesadilla del coronavirus termine, todo el mundo empiece a viajar de nuevo a lugares lejanos, exóticos y a los que echamos de menos, aún sin conocerlos.

Probablemente a estas alturas los vídeos virales de humor nos hayan llegado a todos: unos pies cerca de un fondo de pantalla del ordenador de una playa, otro fondo que se asemeja a la ventanilla de un avión para que el que lo ha grabado parezca que está de viaje en lugar de confinado en su casa. En estos tiempos de aislamiento, en los que todavía hay muchos españoles que no han conseguido volver de los países donde se encontraban de vacaciones cuando se produjo el estado de alarma, más que nunca los confinados parecen echar de menos unas vacaciones en un lugar lejano.

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