¿El fin de la jornada laboral de ocho horas? Claves para entender el futuro del empleo

¿A quién no le gustaría trabajar para Elon Musk, fundador de SpaceX y Tesla, considerado por la mayoría como uno de los grandes visionarios de nuestro tiempo? ¿Quién no ha soñado alguna vez con formar parte de sus proyectos, tan controvertidos y polémicos, pero también inconformistas e inspiradores?

Sin embargo, Elon Musk defiende que hay que duplicar la duración de la jornada laboral e incluso ha llegado a decir en Twitter que para cambiar el mundo hace falta trabajar «ochenta horas semanales de forma sostenida, con picos de más de cien, en ocasiones». En otras palabras, propone jornadas con una duración en torno a las once horas los siete días de la semana o bien de dieciséis, para quien necesite descansar y pasar algo de tiempo con la familia.

Eso sí, reconoce igualmente que no todos estamos preparados porque "el nivel de dolor aumenta exponencialmente por encima de las ochenta horas". Por todo ello, cuando ha sido necesario, no ha dudado en ofrecer Red Bull, él mismo, a los trabajadores que se iban quedando sin fuerzas. Han sido años de mucha intensidad para Tesla, pero también para el propio Elon Musk, hasta el punto de que algunos empleados confiesan habérselo encontrado durmiendo «enrollado» debajo de la mesa, con una almohada y una manta.

Elon Musk propone jornadas con una duración en torno a las once horas los siete días de la semana o bien de dieciséis

En esta línea, en 2018 explicó en una entrevista que llevaba desde 2001 sin coger vacaciones y que había llegado a trabajar 120 horas durante una semana. Sin embargo, reconoce también que la falta de descanso y su "adicción al trabajo" le han pasado factura. "No ha estado bien… He tenido amigos muy preocupados".

¿Es ese el futuro hacia el que va el mercado laboral? ¿Es ese, de verdad, el futuro del empleo? En opinión de Jon Messenger, Senior Research Officer de la Organización Internacional del Trabajo (OIT): "Se asume como dogma de fe que las largas horas de trabajo equivalen a una alta productividad y el problema es que simplemente no es verdad".

Suecia, ¿el futuro?

Aunque nos hayamos acostumbrado a ella, la jornada de ocho horas diarias tardó mucho en llegar. En 1866 la Asociación Internacional de los Trabajadores la incluyó entre sus reivindicaciones, instaurándose en México en 1917, tras lo que se fue expandiendo paulatinamente por América Latina, mientras que en España se consiguió en 1919. Un movimiento lógico, dado que desde el inicio de la revolución industrial fueron muchas las fábricas que, como en el caso de Estados Unidos, establecieron extenuantes jornadas laborales que podían llegar a superar las quince horas diarias.

Se asume como dogma de fe que las largas horas de trabajo equivalen a una alta productividad y el problema es que simplemente no es verdad

Desde entonces, se han dado nuevos pasos. En Suecia se ha estado experimentando recientemente con una jornada de 30 horas. El proyecto piloto tuvo lugar en una residencia de ancianos de la ciudad de Gotemburgo y consiguió demostrar una clara mejora en la calidad y eficiencia del trabajo, así como en la salud de las enfermeras que, como resultado, necesitaban pedir menos bajas. No obstante, no todo fueron buenas noticias ya que durante este tiempo se mantuvo el sueldo anterior íntegro y el incremento de productividad obtenido no fue suficiente para compensarlo.

¿Y quién no recuerda lo sucedido en el país galo? El Gobierno francés de Lionel Jospin aprobó en 1998 la jornada de 35 horas, pero se tuvo que acabar abandonando por polémica e ineficaz. Se instauró acompañada de importantes presupuestos, bajo la ambición de generar dos millones de puestos de trabajo, pero tan sólo se generaron 350.000. Y, aunque su lema era: "Trabajar menos, para trabajar más personas y vivir mejor”, se acabó convirtiendo en una ayuda económica para las empresas que en el día a día de los trabajadores no se materializaba en nada; muchos de ellos continuaron haciendo exactamente el mismo trabajo que antes (eso sí, en su casa).

En otras palabras, se trata de una medida que puede llegar a funcionar, pero hace falta un alto compromiso real tanto por parte de las empresas como de sus empleados. Es por ello que, aunque experiencias como estas no hayan sido precisamente un éxito, se sigue avanzando. A modo de ejemplo, mencionaré el caso de Microsoft, compañía que recientemente ha experimentado con la jornada de cuatro días en su filial de Japón, obteniendo como resultado un incremento de la productividad del 40 %. También resulta de mucho interés la apuesta de una empresa española, Software DELSOL, que ha decidido implantar esa misma jornada laboral sin reducir los salarios para favorecer la conciliación familiar de sus 181 trabajadores.

El famoso economista John Maynard Keynes predijo que en 2030 la jornada laboral estaría en las quince horas semanales, ¿muy optimista?

Expertos como David Spencer, profesor de Economía de la Universidad de Leeds, reconocen que la medida podría funcionar en el largo plazo: “Los cuerpos y las mentes descansadas hacen que las horas resulten más productivas, y ofrecen la oportunidad de producir lo que necesitamos disponiendo de más tiempo libre”. Sin embargo, Spencer también advertía de que en el corto (dadas las dinámicas políticas, sociales y empresariales actuales) sería muy complicado.

En 1930, el famoso economista John Maynard Keynes (1883-1946) predijo que en 2030 la jornada laboral estaría en las quince horas semanales. Y está claro que era una previsión demasiado "optimista", pero ¿y si Keynes tan solo se adelantó en los tiempos? ¿Habrá llegado, en nuestra situación actual, el momento de replanteárselo? ¿De marcar un nuevo hito en esta historia?