Pandemia en tiempos de guerra: cómo fue la gripe española de 1918 y cómo terminó
La neutralidad de nuestro país durante la guerra provocó que acabara denominándose así. ¿Cuántas bajas provocó y qué podemos aprender de ella?
Es considerada la pandemia más mortífera y devastadora hasta la fecha. Pese a que no fue el epicentro del problema, España ha pasado a la historia por ser el supuesto foco principal donde muchos piensan que se ocasionó la enfermedad. Un punto más para nuestra leyenda negra, pues, en realidad, todo se debe a una triste casualidad: al ser uno de los pocos países neutrales durante la época, se hizo eco de los primeros casos. Otras zonas que se encontraban en guerra estaban bajo censura militar y decidieron ocultar la pandemia. Sea como fuere, nuestra región fue una de las más afectadas, con ocho millones de personas infectadas y 300.000 fallecidas.
La mal denominada gripe española causó la muerte de aproximadamente 50 millones de personas en 1918 (otras cifras apuntan 100 millones) al finalizar la Primera Guerra Mundial. Es decir, entre un 10% y un 20% de los que se contagiaron. A diferencia de otras epidemias que afectaban a niños y ancianos, en este caso la mayoría de las víctimas tenían entre 18 y 49 años, en un momento en que la guerra de trincheras y las malas condiciones higiénicas de los soldados en el frente sin duda agravaron el problema.
Pudo comenzar en China
De hecho, comenzó con ellos, pues en la primavera de ese año empezaron a enfermar de una gripe que parecía peor que la estacional, aunque las autoridades, para no desanimar aún más a una población, profundamente abatida por la situación vital, infravaloraron el problema. El rotativo 'Daily Mail', por ejemplo, aseguró que no era peor que un simple resfriado.
Aquí lo llamamos 'el soldado de Nápoles'. Pudo empezar con la movilización de 96.000 trabajadores chinos para colaborar en el frente occidental
La guerra no causó la gripe, pero los movimientos masivos de tropas sin duda ayudaron a su expansión, muchos consideran al cocinero Gilbert Mitchell el paciente cero. Nosotros, por nuestra parte, cargamos con la culpa, pero los informes apuntan que, en realidad, el brote podría haber comenzado en Asia Oriental o incluso Kansas. Según defiende el historiador Mark Humphries, de la Memorial University of Newfoundland, el brote comenzó con la movilización de 96.000 trabajadores chinos para colaborar en las líneas británicas y francesas del frente occidental. Según datos del investigador, China sufrió una tasa de mortalidad por la enfermedad más baja que otras naciones, lo que sugiere que la población tenía cierta inmunidad debido a una exposición anterior al virus.
Igual que ha surgido con la epidemia en Wuhan (y después en Italia), muchos expertos aseguran que proporcionar un nombre relacionado con un país a una enfermedad es altamente peligroso. Según el doctor Trevor Hoppe: "Promover una asociación entre extranjeros y una epidemia particular es una estrategia retórica para producir miedo o, como alternativa, impartir una sensación de seguridad al público".
Los sistemas inmunológicos de los soldados estaban debilitados por la tensión del combate, además, la penicilina no se descubrió hasta 1928
En los medios españoles, sin embargo, se denominó esta gripe de distintas formas, como "la fiebre de tres días", "el soldado de Nápoles" (incluso se hizo una canción) o "la enfermedad de moda". Incluso el rey Alfonso XIII enfermó. Otras personas famosas también sucumbieron a la enfermedad y no tuvieron la suerte de vivir para contarlo, como los pintores Gustav Klimt o Egon Schiele.
No solamente la falta de información por parte de los gobiernos o las malas condiciones de salubridad de los soldados en el frente jugaron un papel fundamental durante la época de la gripe española.
Se vendieron elixires, aguas medicinales e incluso se recomendó fumar porque se creía que el humo acababa con la enfermedad
Algunos investigadores creen que los sistemas inmunológicos de los soldados estaban debilitados por la tensión del combate y los ataques químicos, además, los medicamentos antivirales contra la gripe no estaban disponibles en ese momento. A día de hoy, aunque no tenemos todavía una vacuna disponible para el Covid-19, los avances en medicina, tecnología y salud pública nos sirven para estar mucho más preparados para enfrentar una pandemia que en 1918, según informa 'Men's Health'.
¿Cómo terminó?
Los síntomas de la gripe española iban desde la fiebre elevada al dolor de oídos, cansancio corporal, diarreas y vómitos, dificultades para respirar o hemorragias nasales. La mayoría de las personas que fallecieron fue a causa de una neumonía bacteriana secundaria. Igual que en la actualidad con el coronavirus la alarma social ha provocado que se vendan mascarillas o geles desinfectantes a precios desorbitados, en la época también se vendieron elixires, aguas medicinales, tónicos o aspirinas en dosis contraproducentes, incluso se recomendó fumar porque se creía que el humo acababa con la enfermedad.
Y ¿cómo terminó? La pandemia tuvo tres oleadas, siendo la segunda la más letal (el mes más mortal fue octubre de 1918). Comenzó a remitir en el verano de 1919, debido a las políticas sanitarias y a la mutación genética natural del virus. El propio virus de la gripe no se aisló hasta años después, en 1933. Citando a Camus en su novela 'La peste': "Todo aquel tiempo fue como un largo sueño", las epidemias parecen cumplir el eterno retorno de Nietzsche. Esperemos que el ser humano aprenda de sus errores pasados.
Es considerada la pandemia más mortífera y devastadora hasta la fecha. Pese a que no fue el epicentro del problema, España ha pasado a la historia por ser el supuesto foco principal donde muchos piensan que se ocasionó la enfermedad. Un punto más para nuestra leyenda negra, pues, en realidad, todo se debe a una triste casualidad: al ser uno de los pocos países neutrales durante la época, se hizo eco de los primeros casos. Otras zonas que se encontraban en guerra estaban bajo censura militar y decidieron ocultar la pandemia. Sea como fuere, nuestra región fue una de las más afectadas, con ocho millones de personas infectadas y 300.000 fallecidas.