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La razón por la que todas las botellas de vino tienen una oquedad
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La razón por la que todas las botellas de vino tienen una oquedad

La bebida estrella de la dieta mediterránea no es completamente lisa, sino que cuenta con una hendidura. Y tiene una explicación muy simple

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

La bebida favorita de Baco tiene una larga historia en nuestro país, concretamente desde que los fenicios la introdujeron en las costas mediterráneas y el sur de España. Fue tan solo cuestión de tiempo (y de otras civilizaciones) lo que hizo que el vino viajase al resto de la Península Ibérica. Los griegos llevaron la vid a las costas catalanas y levantinas y los romanos a otras zonas de España, gracias a sus excelentes comunicaciones. El cristianismo no hizo más que democratizarlo, pues recordemos que, a fin y al cabo, hablamos de la sangre de Cristo. Con la invasión árabe la producción, como no podía ser de otra forma, se paralizó.

Pese a los dimes y diretes, se trata de una bebida estrella para la cultura mediterránea. Aquellos vinos elaborados en países cálidos y soleados como los nuestros se producen con fruta más madura y concentrada, lo que se traduce en bebidas más intensas. Pese a que beber alcohol nunca es aconsejable, y menos aún en grandes cantidades, no es menos cierto que continuamente oímos hablar de las propiedades del vino, siempre con moderación. Algunos expertos aseguran que es ideal tomar una copa de vino diaria (no hay opiniones unánimes sobre ello), que tiene propiedades que retrasan el envejecimiento, además de ser antioxidante y antiinflamatorio, o que incluso previene el colesterol.

Con la oquedad del vino se anda el camino

Quizá la botella de vino sea frecuente en tus comidas y cenas o en tus salidas a restaurantes. Ya sea tinto (baja la presión arterial y mejora la salud cardiaca, según las investigaciones), o blanco, (su compuesto fenólico ayuda a prevenir enfermedades pulmonares o cardiovasculares), es probable que te hayas fijado o te hayas preguntado en alguna ocasión porque las botellas tienen esa abolladura o hueco tan grande en la parte inferior en lugar de ser completamente lisas.

Según cuenta Wine Spectator en 'Mental Floss': "Antes de la Revolución Industrial todas las botellas de vino eran hechas a mano por sopladores de vidrio, y estas abolladuras se hacían para garantizar que se pudieran mantener en pie. Hoy en día, la mayoría de las botellas están hechas por máquinas, y se podrían haber hecho planas desde hace por lo menos 200 años, pero debido a la tradición, esto ha perdurado".

Dos botellas, una al lado de la otra, pueden parecer del mismo tamaño, pero si una tiene un hueco más profundo contiene menos líquido

No solo eso, esa abolladura es una buena idea para sostener la botella y si tienes que verter vino sobre un vaso, la técnica adecuada es descansar el pulgar sobre esa muesca. Además, a veces sirve para un pequeño truco de picaresca: puede engañar a los clientes haciéndoles creer que hay más cantidad. Dos botellas de vino almacenadas una al lado de la otra en un estante pueden parecer del mismo tamaño, pero si una tiene una abolladura más profunda, en realidad, contiene menos líquido.

Foto: Un hombre ayudando a elegir un buen vino. (iStock)

De todas maneras, aunque como bien dice Spectator, en la actualidad la mayoría de las botellas se hacen con máquinas, la hendidura no sirve exclusivamente para que parezca que hay más contenido del que en realidad hay. Si las botellas fueran completamente lisas podrían reventarse. El motivo es que las paredes de las ampollas de vino son siempre cóncavas, es decir, la presión se reparte siempre hacia ellas y, si la base fuera igual, se acumularía demasiada fuerza y podría estallar, por lo tanto se trata de una medida de seguridad.

El mundo del vino, al fin y al cabo, tiene cientos de curiosas normas o convicciones que pueden tener más o menos sentido, como la regla de que los vinos tintos deben servirse con la carne y los blancos con pescado, o que los corchos son mejores que las tapas de rosca. No hay que entenderlos, tan solo quererlos.

La bebida favorita de Baco tiene una larga historia en nuestro país, concretamente desde que los fenicios la introdujeron en las costas mediterráneas y el sur de España. Fue tan solo cuestión de tiempo (y de otras civilizaciones) lo que hizo que el vino viajase al resto de la Península Ibérica. Los griegos llevaron la vid a las costas catalanas y levantinas y los romanos a otras zonas de España, gracias a sus excelentes comunicaciones. El cristianismo no hizo más que democratizarlo, pues recordemos que, a fin y al cabo, hablamos de la sangre de Cristo. Con la invasión árabe la producción, como no podía ser de otra forma, se paralizó.

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