El truco de una psicóloga para enseñar a 'hablar' a su perra: ya sabe 29 palabras
Lo hace a través de una especie de tablero o teclado en el que cada botón se corresponde con una palabra
¿Un perro que habla? Algo parecido está consiguiendo Christina Hunger, una psicóloga especializada en patologías del lenguaje, que se ha propuesto enseñar a su perra Stella a comunicarse con palabras, un experimento que en poco más de un año ya ha dado sus frutos: es capaz de "decir" 29 palabras.
No, no te vamos a engañar. No se trata de que Stella se comunique con los humanos a través de ladridos que imiten la voz humana, sino que lo hace a través de una especie de tablero o teclado en el que cada botón se corresponde con una palabra. En función de lo que Stella quiera decir en ese momento, pulsa con sus patas sobre los botones, que emiten la palabra correspondiente.
Cuando su mascota tenía tan solo ocho semanas de vida, Hunger comenzó el experimento. Con un sistema de botones en los que se puede grabar palabras comenzó a enseñarle a Stella cada sonido y su significado. Dos años después Stella ya es capaz de pulsar palabras con sentido e, incluso, formar frases con ellas. Por ejemplo, cuando la perra escucha ruidos que le ponen nerviosa es capaz de pulsar repetidamente los botones de "mirar" y "afuera". Según su dueña, el animal ya usa 29 palabras diferentes y ha llegado a combinarlas en frases de hasta cinco palabras.
Deseo de comunicarse
Según Hunger, ella ha utilizado este mismo método aplicándolo en terapias con niños que sufren de problemas serios en el lenguaje. Ahora, a través del proyecto 'Hunger 4 Words', la psicóloga ha decidido compartir en redes sociales sus avances con su mascota.
Responde a las preguntas, se comunica de manera espontánea y es capaz de interactuar en una conversación
Según comenta Hunger a Big Think, Stella responde a las preguntas que le hacen, se comunica de manera espontánea y es capaz de interactuar en una conversación. En el desarrollo típico del lenguaje humano, responder preguntas y participar en turnos de conversaciones es la siguiente fase después de que los niños aprenden a usar el lenguaje y decir palabras por su cuenta", señala.
Hunger explica que cada ser humano tiene dos tipos de capacidades de lenguaje. Primero es el lenguaje receptivo, la capacidad de entender los significados de las palabras y oraciones que escuchamos. Los perros poseen este tipo de lenguaje.
No obstante, los humanos también tenemos el lenguaje expresivo, que es la forma en la que nos comunicamos con los demás usando palabras y oraciones, palabras escritas, gestos y expresiones faciales. Los perros se expresan regularmente ladrando, gruñendo, con gemidos, suspirando y, por supuesto, saltando. Esto, para Hunger, es un lenguaje expresivo, al estilo canino, lo que sugiere que comparten nuestro deseo de comunicarse.
Por ello, la psicóloga echó mano de un dispositivo AAC, que es un instrumento basado en ordenadores que asocia un símbolo como una palabra a través de botones grandes y táctiles. Cuando se toca un botón, suena la palabra asociada.
Se enfada con sus dueños
Para comenzar con Stella, Hunger y su prometido Jake programaron un solo botón en una sencilla caja de resonancia de voz. Una pulsación del botón reproducía la palabra "fuera". "Cada vez que llevamos a Stella afuera pulsábamos 'fuera' antes de abrir la puerta. Después de unas semanas de modelaje, Stella nos mostró que era consciente de lo que estaba sucediendo". "Cuando preguntaba: '¿Fuera? Stella, ¿quieres salir?', empezó a mirar hacia el botón, mirándome y ladrando. Sabía que este era un gran paso en la dirección correcta", añade Hunger.
Otros botones fueron programados rápidamente con palabras que la pareja usaba con frecuencia con Stella o con cosas que ellos mismos pensaban que ella querría comunicar, tales como "comer, agua, jugar, caminar, no, venir, ayudar, adiós, amarte". Los resultados fueron sorprendentes.
"Si Jake y yo estábamos distraídos, Stella comenzaba a decir 'jugar' repetidamente hasta que le lanzábamos su juguete o jugábamos con ella. Stella caminaba hacia su cuenco de agua, se daba cuenta de que estaba vacío y decía 'agua'. Si hubiéramos terminado la cena y no mencionábamos ir a dar un paseo, Stella pulsaba 'caminar' varias veces mientras nos miraba fijamente. Si su juguete estaba atascado debajo del sofá, ella decía 'ayuda' y se paraba justo donde necesitaba que Jake o yo miráramos. Cuando nuestros amigos se ponía las chaquetas o estaban junto a la puerta, ella les decía 'adiós'. Jake y yo simplemente nos quedamos asombrados", rememora Hunger.
Lo más emocionante es que Stella ahora reúne palabras para una comunicación más compleja, incluyendo reprimendas para sus humanos. Por ejemplo, a los animales no les preocupa el cambio horario. "Una tarde", recuerda Hunger, "poco después del cambio de hora, Stella dijo, 'come'’ repetidamente alrededor de las 3:00 de la tarde. Como Jake y yo no la alimentamos tan temprano, ella dijo: 'te amo no' y entró en la otra habitación".