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Lo que los empleados de los supermercados odian de ti
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Lo que los empleados de los supermercados odian de ti

A veces, sin darnos cuenta, hacemos cosas que entorpecen su trabajo y pueden molestarles. Aquí van algunas que quizá practicas y no te has percatado

Foto: Una sonriente cajera espera que le des tus productos. (iStock)
Una sonriente cajera espera que le des tus productos. (iStock)

Uno de los primeros trabajos a los que solemos jugar cuando somos niños es al de ser cajero en un supermercado. Nos fascina tener que dar el cambio, jugar con las monedas de mentira y los botones y pasar por la caja los alimentos de plástico. Luego, con el paso del tiempo, esta labor se infravaloriza ante nuestros ojos, pierde su brillo original, porque comprendemos que es muy cansada y poco agradecida.

Quizá, por ayudar, a veces metemos la pata. Los cajeros pasan largas horas trabajando en el supermercado y quizá tu intención es buena, intentando colaborar para hacer su trabajo un poco más fácil, o quizá simplemente no te has dado cuenta de lo que estás haciendo. Deténte ahí. En serio, no lo hagas. Hay ciertas cosas que les ponen de los nervios y que, sin embargo, no pueden decirte porque tienen cierto decoro. 'Taste of home' ha decidido englobar algunas cuantas.

Contar el cambio

Seguro que te ha pasado más de una, dos y tres veces. Tienes quinientas monedas de dos céntimos y te parece que es estupendo dárselas a la persona que esté en la caja porque "le viene bien para tener cambio". No es tu culpa, también da mucha rabia cuando ellos devuelven esas monedas que no sirven ni para comprar algo en una máquina expendedora.

No llegues a última hora, cuando están a punto de cerrar y, por supuesto, no mordisquees las muestras gratis y las abandones por ahí

El caso es que contar durante minutos que se hacen muy largos esas monedas mientras la cola se alarga detrás de ti puede ser un poco incómodo para la persona que atiende (y todas las que esperan su turno pacientemente). Ahórrate las matemáticas difíciles y entrega lo que tengas para que el cajero cuente por ti.

"¿Esta fruta está madura?"

Si tienes alguna pregunta acerca de si el melón es de temporada o sobre la carne, lo mejor es que no esperes a pagar en caja pues lo más probable es que la persona que te atiende no tenga mucha idea al respecto. Pídele ayuda a cualquier empleado que se encuentre por la zona que seguro que resuelve tus dudas mucho mejor.

Llegar 10 minutos antes del cierre

Ten un poco de compasión. ¿Te gustaría que cuando estás a punto de salir por la puerta de tu trabajo llegara alguien para hacerte una consulta y tuvieras que quedarte?

Foto: Foto: iStock.

Entendemos que vivimos en un mundo ajetreado y que a veces no puedes pasar por el super hasta última hora, pero no lo conviertas en una costumbre. Es muy molesto ver llegar a alguien cuando estabas a punto de cerrar y ya querías irte a casa con tus hijos.

Demasiada charla nunca es buena

Un poco de conversación es siempre agradable, pero tampoco hay que pasarse. No solo entorpecerás la continuidad de la cola y molestarás a los que vienen detrás, también puedes meter en líos al cajero. Si quieres hablar con alguien, apúntate a un curso de lectura o siéntate en un banco en el parque a dar de comer a las palomas, esperando que alguien se coloque a tu lado.

Esas muestras gratis

Todos corremos como si no hubiera un mañana hacia esas muestras gratuitas que nos dejan coger en el supermercado. Ellos, con una sonrisa, te dicen que cojas lo que quieras.

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Lo que quizá no les hace tanta gracia es que una vez lo has probado (y no te ha convencido el sabor) lo dejes de nuevo un poco mordisqueado en la bandeja o en otro lugar. No es de recibo.

No coges número

Si estás en la carnicería o la pescadería y tienes que coger número, acuérdate. No seas el despistado que llega preguntando quién es el último y pasa tres cuartos de hora de su vida totalmente perdidos, esperando su turno. Lo único que conseguirás es generar confusión y también mal humor.

Estás enfermo y...

Tocas la mano del cajero para darle el dinero, mientras tus gérmenes se pasean tranquilamente hacia su piel. Es una total asquerosidad, como si le tosieras en la cara. Si tienes gripe evita compartir tus gérmenes a todo aquel que se cruza en tu camino y lleva contigo alguna clase de gel antibacterias para no dejarle un regalo a la persona que, diligentemente, te está preguntando si quieres meter todos tus productos en una bolsa.

Uno de los primeros trabajos a los que solemos jugar cuando somos niños es al de ser cajero en un supermercado. Nos fascina tener que dar el cambio, jugar con las monedas de mentira y los botones y pasar por la caja los alimentos de plástico. Luego, con el paso del tiempo, esta labor se infravaloriza ante nuestros ojos, pierde su brillo original, porque comprendemos que es muy cansada y poco agradecida.

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